E
l proyecto es del diputado Hugo Berthet y entre los fundamentos se lee "El pueblo de la provincia en general y en especial el de la ciudad de Gualeguaychú asisten azorados a la grave e inminente amenaza de desastre ecológico de la cuenca del río Uruguay que implican el establecimiento inconsulto y operación en la costa de la República Oriental del Uruguay de dos poderosas plantas productoras de pastas celulosas: Botnia y Ence, cuyo volumen concentrado de producción, aun tomados individualmente, implican por si mismo un desatino en aguas compartidas de un río que debía hermanar a nuestros países". Agrega que "La lucha denodada del pueblo de Gualguaychú por la defensa de la ecología y el medio ambiente hizo desistir a la empresa española Ence, para correr su emplazamiento aguas abajo en las costas del Río de la Plata, también compartido con dicho país. También realizado en violación de elementales normas de derecho internacional, y del más caro de todos: en violación de históricos sentimientos de hermandad de nuestros pueblos que nunca debían ser conculcados de esta manera unilateral y maniqueísta". Es cierto que el Tratado del Río Uruguay "tiene que ser revisado por ambos países para incorporarle las modernas normativas de protección ecológica que impulse el desarrollo industrial sustentable con resguardo de nuestra casa, nuestra vida; mejores institutos de supervisión y contralor y sistemas apropiados para solución de controversias, pero primero tiene que ser estrictamente cumplido", comenta en sus fundamentos el diputado. Más adelante se reflexiona: "Su estricto cumplimiento sería el mejor sistema para evitar controversias con manifestaciones tan odiosas para todos, argentinos y uruguayos: un pueblo en dos estados. Nadie tiene el derecho unilateral de hacer o amenazar con grave e inminente daño un espacio común. Menos aún cuando los daños podrían manifestarse irreversibles por un tiempo tan largo que exceda en mucho generaciones sucesivas de las que lo produjeron. Y a nadie se le puede imponer la obligación de sufrirlos con menoscabo de sus legítimos derechos de protesta y rechazo ante la inconsulta medida que produce el daño o grave e inminente amenaza de daño en muchos casos de consecuencias irreversibles. Todos tenemos el derecho de custodiar el bienestar de nuestra casa". El legislador opta por definir Ecología como ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su medio ambiente, y la influencia del desarrollo industrial en el equilibrio de la naturaleza. Su etimología nos revela el verdadero sentido: eco, del griego òikó, que significa “casa” o “medio ambiente”, para luego indicar que "Argentinos y uruguayos: preservemos nuestra casa, para nosotros, para nuestros hijos y para toda nuestra descendencia y todos los hombres de buena voluntad que quieran habitarla". Cita además que "En la vieja Europa, el desastre ecológico de la desembocadura del internacional río Rhin, especialmente, disparó la alerta de la conciencia europea sobre la protección del ambiente frente a la contaminación industrial, estructurándose tanto programas para el control de la polución, como medidas legales, tratados y normas internacionales para sancionar a las empresas que viertan efluentes tóxicos en ríos y lagos, y se construyen modernas plantas depuradoras para el tratamiento de residuos químicos. El Estatuto del Río Rhin y el Estatuto del Río Danubio, como las normas comunitarias del Parlamento Europeo son ejemplos a seguir en la materia". Berthet lamenta que "desgraciadamente pareciera que las barreras impuestas por el sentido ecológico europeo, curado en espanto al respecto, impulsa la radicación de estas industrias en otros sectores del planeta donde la laxitud de la legislación y el contralor social posibiliten su desarrollo a expensas de la degradación ambiental. El cuidado del medio ambiente es el cuidado de la casa de la gente. Pero según parece hay gente más gente que otra. O al menos así parecieran decirnos estas empresas con el apoyo de sus gobiernos europeos". Asimismo reconoce que "en nuestras tierras, así como el desastre de la cuenca del Rhin produjo en Europa, la amenaza de tantos y graves daños ecológicos que la inconsulta implantación de las pasteras europeas-uruguayas en costas de nuestros ríos compartidos, despertó también en el pueblo de Gualeguaychú su verdadero espíritu que lo pone a la cabeza en la lucha por la protección del medio ambiente. Seguramente esta lucha, por su propia inercia implicará una toma de conciencia ecológica general que conllevará al estudio científico y adopción de medidas conexas que deben ser apoyados por toda la entrerrianía". Finalmente dice que "también pensamos que esta lucha del pueblo de Gualeguaychú, desarrollará en su comunidad el afán por la ecología en sus distintas manifestaciones, y pueda eventualmente convertirse en un faro de guía provincial en la materia, lo que tratamos de instar e incentivar con este proyecto.Por todas estas consideraciones y las que nuestros colegas con mejor y más elevado criterio seguramente sabrán suplir y agregar, solicitamos la aprobación de esta iniciativa porque conviene a los intereses de la provincia y como homenaje merecido al tenaz y heroico pueblo de Gualeguaychú".