E
l episodio, que en su inicio presentaba confusas características, hacia el mediodía de ayer, afortunadamente, fue debidamente esclarecido y en esto tuvo mucho que ver la necropsia de ley, que determinó que la pequeña había fallecido por muerte natural y no, como se creyó, como consecuencia de otro hecho de violencia familiar. MUERTE. Del penoso incidente se tuvo conocimiento alrededor de las 8.45 horas, cuando al Centro de Salud Corrales llegaron Ariel Monzón, de 24 años y su compañera, Lucrecia Rodríguez, de 19, llevando en brazos a la hija menor de la pareja, identificada extraoficialmente como María Inés Monzón, de sólo dos meses de edad, quién ya no tenía signos vitales. La situación era muy confusa y ante esto se notificó de inmediato a la Comisaría 3ª, llegando al lugar un móvil, mientras otros se dirigían hacia el lugar donde había ocurrido la tragedia, una precaria vivienda ubicada en la zona de calle Hernandarias y Soldado Bordón. En el predio funciona una ladrillería, que sería propiedad de Monzón, quién tiene con su compañera otros dos pequeños, una nena de cuatro años y un nene de dos. Ante las dudas suscitadas llegaron al lugar los médicos policial y forense quenes, tras confirmar el deceso de la chiquita, recomendaron la realización de la necropsia correspondiente. Allí los uniformados esperaron la llegada del personal de Criminalística y del Juez de Instrucción en Turno, Roberto Ruhl, efectuándose los peritajes del caso. Mientras esto ocurría y ante las evidencias logradas en un primer momento se dispuso, al menos, la demora de los padres de la chiquita, quienes fueron alojados en la seccional de calle Alejandro Carbó. NECROPSIA. La primera decisión del magistrado, además de ordenar los peritajes del caso, fue el traslado del cuerpecito de la menor a la Morgue Judicial de Oro Verde donde el médico forense de turno practicó la necropsia de ley que, de manera esclarecedora, estableció que la beba había fallecido de muerte natural, posiblemente, a raíz de una broncoaspiración cuando dormía y que, fundamentalmente, no había ningún signo de violencia en su cuerpo. Con el correr de las horas fueron surgiendo detalles de lo acontecido. Al parecer, cuando la madre despertó y se fijó en la criatura, se dio cuenta que la menor estaba muerta y junto a su compañero, en un carro, salieron presurosamente hacia el Centro de Salud Corrales, en medio de una lluvia, por momentos, muy copiosa. En la mitad del trayecto fueron auxiliados por un vecino, que con su automóvil aceleró el traslado hasta el centro asistencial, donde el médico de guardia comprobó que la criatura había ingresado fallecida. Al serle comunicado los resultados de la necropsia, el magistrado dispuso la inmediata libertad de sus padres y la posterior entrega a estos de los restos de la infortunada beba.