E
n jornada desdoblada debido a compromisos del vocal Hugo Perotti con su función en el Consejo de la Magistratura, este jueves el debate comenzó pasadas las 9:30 con el testimonio de tres testigos y proseguirá luego de las 14:30 con el resto de los testimonios en lo que sería la última jornada antes de los alegatos. El primer testimonio fue el de Marta Mabel Quinteros, empleada comunal de San Martín de las Escobas, de 33 años, quien es amiga de Mirta Cháves y solía cuidarle el hijo mayor para que la mujer “pudiera ir a trabajar”, según contó. Señaló que vio a Miguel Lencina “sólo una vez” en su ciudad en oportunidad en que la imputada se lo presentó como “su marido”, pero especificó que estuvieron juntos durante “cinco o diez minutos”. Aunque dijo haber notado que “estaban bien” no pudo brindar mayores detalles de la relación de la pareja. También recordó un llamado telefónico que realizó Cháves desde la cárcel, ya estando detenida por este caso, y en el que solicitó que “le digan algo a Mamá Grande, por Amina Drake”. La solicitud de la imputada fue “que mi hermano vaya a verla, pero el no le dio importancia y no fue”. También rememoró haberle preguntado a su amiga “en qué lío” se había metido, y que ésta le contestó: “Si hice algo, lo estoy pagando muy caro”. También dijo haberse enterado por la televisión del secuestro de la menor de San Benito y de la acusación hacia su amiga, sobre lo cual sentenció: “Me llamó la atención, me sorprendió porque no tengo palabras malas para ella, era una chica buena, guapa, limpita. Me dejó helada”. Un enigmático abogado Ya desde el comienzo del interrogatorio Rodolfo de Aguirre se mostró molesto con las preguntas de sus colegas y tras la consulta del tribunal, Cháves lo eximió del secreto profesional que lo amparaba. De este modo, el abogado santafesino de 63 años contó que recibió en su estudio “un llamado telefónico en el que la voz de una mujer le pedía que se entrevistara con Cháves en la cárcel de Paraná”. Dijo que la persona que habló nunca se identificó pero que de todos modos es habitual que reciba llamados desde la cárcel solicitando sus servicios. El co-defensor de Cháves, Humberto Franchi, le consultó sobre lo dicho en su entrevista televisiva sobre una carta que recibió de Gretel Fernández y sentenció que la misiva la recibió después del llamado anónimo, y que se entrevistó con la firmante de la carta a quien conocía “porque había tenido un amigo preso en una causa por drogas” y que estaba detenida con Mirta Cháves. Consultado sobre las condiciones de su detención dijo que desconocía si su defendida era alojada en una celda común o de aislamiento, dado que “no pasaba hasta el lugar” sino que hablaban “en un escritorio ubicado en la entrada” de la Unidad Penal. Además, supuso: “Impedimentos no tendría porque conmigo hablaba”. Un momento de tensión se vivió cuando Franchi le preguntó por el pago de sus honorarios, a lo que –sin darle tiempo a que termine de expresar su interrogante- afirmó: “Eso es una cuestión mía. Yo no le pregunto a usted cuanto cobra”. Ante la visible molestia del abogado, Lanfranqui solicitó rehacer la pregunta y le espetó: “Le voy a pedir que deje de mirar al señor querellante, con quien estuvo conversando en el pasillo antes de ingresar en esta audiencia”. Esto generó el obvio enojo de Julio Federik y su rápida respuesta ya que consideró “algo inaceptable este manto de sospecha que se pone sobre la querella”, y aclaró: “Si no puedo saludar a un colega a quien conozco de la Universidad…” “Me paré, lo saludé y se terminó la conversación, ni una palabra hubo sobre esta causa”, justificó el abogado. Luego de este desagradable episodio, De Aguirre aseveró que no hizo ningún trato monetario con Cháves ni con la persona que lo contactó por teléfono. “De Mirta Cháves nunca cobré un peso. Son lujos que uno se puede dar. Si a los 63 años no me puedo dar ese lujo, no sirve”. También sostuvo que su relación con Cháves “fue buena” y que su defendida se comunicó telefónicamente con él en reiteradas oportunidades e incluso especificó que le dejó dinero para dichos llamados. Consultado sobre los dichos de la mujer en su declaración ante el tribunal respecto a que había declinado de sus servicios porque no le inspiraba confianza, sentenció: “Yo no sé si dijo eso”. Aunque dijo que “seguía el expediente y no las noticias, poco después se contradijo al asegurar que desconocía la entrevista que el gobernador de la provincia, Jorge Busti, y los padres de Fernanda mantuvieron con Cháves en la cárcel: “Nadie me dijo nada, ni me consultó. Lo sé por aparecidos periodísticos”, afirmó. Respecto de sus dichos sobre la muerte de Miguel Lencina, justificó: “Me parece muy raro que haya muerto así”, y consultado sobre si tiene pruebas para afirmar que “lo mataron” como hizo en la entrevista televisiva, amplió: “Elementos de prueba no tengo, pero me parece muy raro que una persona acusada de algo así no esté bien custodiada o se le dejen cosas con las que pueda atentar contra su vida. Me parece muy raro”. Sobre sus hipótesis respecto del destino de Fernanda Aguirre, afirmó: No sé si es viable que alguien la tenga. Yo no la tendría. Pienso que después de tres años y pico es difícil. Yo soy padre y está la madre acá a quien he escuchado pedir por la vida de su hija, y yo haría lo mismo, pero a esta altura me parece muy difícil”. Respecto de la situación de indefinición que denunció Cháves, el abogado señaló que “siempre que declaró” estuvo con ella y que “en ningún momento” la dejó sola. También negó haber observado que alguien le indicara lo que debía decir o que la presionara. Tras su extenso testimonio, De Aguirre se enfrentó cara a cara con Cháves por algunos minutos durante el careo, y allí Cháves le reclamó que la hiciera declarar. “El me dijo que tenia que declarar, que mi situación era grave, pero tengo entendido que de abstenerme no estaría tan involucrada ni sería el ogro de la película, como ahora dicen que yo soy igual que Lencina. Pero yo no soy igual que Lencina”, protestó Cháves. “El me decía que era mejor que declarara porque aportar datos mejoraba mi situación porque yo ya estaba condenada”, agregó la mujer visiblemente nerviosa. También dijo que fue víctima de una confusión porque creyó que sus amigos de San Martín de las Escobas lo habían enviado como se habían comprometido, y contó: “Me sorprendí cuando me enteré que no era el abogado que ellos me mandaron”. Por su parte, el abogado aseguró que “ella nunca estuvo en ningún acto procesal si yo no estaba presente” y que le aconsejó “ampliar su indagatoria para contar que si hizo algo, lo hizo bajo el temor que le tenía a Lencina”. “Esta señorita no dice la verdad”, acusó De Aguirre, tras recordarle que “nunca revocaste el poder y cuando contrataste a Lanfranqui me dijiste que la mandaban los Lencina”. Como la mujer dudó y dijo no recordar esos dichos, el letrado arremetió: “Te acordás de algunas cosas y de otras no”. En tanto, con un discurso errático, confuso y sin precisiones técnicas, la psicóloga de la residencia socio-educativa de Villaguay dependiente del Consejo del Menor que analizó a las sobrinas de Raúl Monzón, Carina González de Acevedo, sólo recordó fragmentos de lo que fueron sus entrevistas con las menores y dejó muchas dudas sobre su labor profesional. Además, se desestimó el testimonio del colectivero de la Línea E, Carlos Vergara y se envió a buscar por la fuerza pública a María de los Ángeles Giménez, una amiga de Lencina que dijo haber visto a Fernanda secuestrada en una villa de Paraná. De encontrarla, dicha testigo declarará luego del cuarto intermedio dispuesto entre las 12 y las 14.30. También lo harán Raúl Esteban Benantar, Sergio Cuatrín y María del Carmen Barreto. (APF.Digital)