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a jornada de debate de ayer en la denominada causa Fernanda puede considerarse una continuidad de la que se realizó el martes 4. En ese sentido, los testigos que comparecieron ante el Tribunal de la Sala Nº 1 de la Cámara en lo Criminal de Paraná –integrado por José María Chemez, Ricardo González y Daniel Perotti– ratificaron en líneas generales lo que sostuvieron los que los precedieron en la jornada anterior en torno al Dodge 1500 amarillo y al hueco que comunicaba la casa de los hermanos Raúl y María Rosa Monzón. Sin embargo, a pesar de los testimonios que sostuvieron que el auto estaba descompuesto desde días antes del secuestro de Fernanda Aguirre, un informe pericial que se llevó a cabo el 1º de setiembre de 2004 realizado por un agente de policía idóneo en mecánica aseguró lo contrario. Ante tal situación, el Tribunal decidió hacer comparecer al perito mecánico, identificado como Sergio Cuatrín, para que explique el resultado de su trabajo que arrojó que el motor del auto “estaba en perfecto estado, bajo de batería y no presentaba indicios de haber sufrido un incendio”. Cuatrín comparecerá hoy cerca del mediodía. El Tribunal accedió al pedido de la defensa de contar con un especialista en mecánica a modo de asesoramiento. Monzón, como el martes, volvió a ocupar el centro del debate y no pudo evitar expresar la tensión y el nerviosismo, explícitos en su mirada, que las jornadas le generaron. “No le creo” Rubén Cacho Ferreira dijo con seguridad: “No le creo a él”, en respuesta al informe del perito mecánico Cuatrín que aseguró que el auto estaba en perfectas condiciones de funcionamiento alrededor del 25 de julio de 2004 cuando fue secuestrada Fernanda Aguirre. El hombre de 46 años refirió un episodio anterior al secuestro, que vivió con su prima Cecilia De Paola una noche que regresaban del Bingo, cuando el auto generó una llama y se detuvo. Para certificar sus dichos, el Tribunal decidió citar a la prima, la que compareció horas después visiblemente nerviosa y asustada por la intempestiva citación y confirmó el episodio. Ferreira relató que estuvo trabajando en el comedor comunitario que está enfrente a la casa de Monzón, que lo vio “irse entre las 15 y las 16 con un muchacho al que conozco como el Polaco”, y señaló: “Le he prestado el auto a Monzón en algunas oportunidades para que vaya a la casa de sus suegros o para hacer una compra en el supermercado Gigante para el kiosco que tenía en la casa”. También contó que días antes del 25 de julio de 2004 el auto se le quedó a Monzón, quien lo dejó estacionado durante dos días en calle Alsina hasta que lo remolcó con el remisero Hernán Jozami y lo dejó estacionado frente a su casa en barrio La Delfina. Consultado acerca de si el auto tenía alguna característica especial en la parte trasera, puesto que Juan José Romero, que se desempeñó como sereno de una firma distribuidora de vinos y cerveza cita en avenida Almafuerte la noche del secuestro, había dicho que el rodado tenía un arreglo en la luneta trasera, respondió que no. Interrogado sobre si el auto podía marchar más allá de los desperfectos, Ferreira sostuvo: “Cuando se paraba era un trastorno, por eso donde se paraba lo dejaba porque había que desarmar, echar nafta, renegar con el auto”; y dijo que le conectó “un bidón con nafta que estaba al pie del acompañante”. Héctor Jaime, vecino de Monzón, también declaró que el auto no andaba y sostuvo que “ese día (el del secuestro de Fernanda) vi el auto y ya hacía una semana que estaba parado”, y después dijo que “al otro día el auto estaba en el mismo lugar”. “Otros tienen teléfono” Otro punto de coincidencia con la jornada anterior fue el hueco que comunicaba la casa de Raúl Monzón con la de su hermana María Rosa. Los testimonios de ayer coincidieron con los anteriores en que era para que los hijos de la mujer, que estaban solos, tuvieran una comunicación con la familia de su tío. En ese sentido Ferreira sostuvo que no le llamó la atención el hueco, que no preguntó por qué lo habían hecho y opinó: “Para mí era como una comunicación”. Interrogado por el Tribunal acerca de si no le parecía un extraño modo de comunicación, el hombre respondió: “Otros tienen teléfono”. Al finalizar su relato, antes de salir de la sala levantó su mano y saludó a Monzón, de quien dijo ser amigo al comenzar a testimoniar. Otros testimonios Ayer compareció Joel Mantay, quien fue citado para que brinde testimonio ya que fue mencionado como uno de los cuidacoches que vio a un grupo de personas entre las que había familiares de los Lencina. El testimonio del muchacho de 19 años no aportó nada a la causa. También testimonió Rubén Polaco Alem, que afirmó que pasó a buscar a Monzón el domingo 25 de julio de 2004 alrededor de las 15 y lo regresó a su domicilio a las 19. Relató que estuvieron juntos instalando un equipo de música y algunos focos porque el día anterior se había cambiado de domicilio desde barrio La Delfina a Paraná XVI. Alem refirió un incidente con la Policía cuando con la concubina de Monzón iba a llevarle una muda de ropa a la sede de Gendarmería donde el procesado estuvo detenido un tiempo. El hombre dijo que los detuvieron y después de varias consultas le preguntaron adónde estaba detenido Monzón. No obstante dijo que cuando declaró en Investigaciones lo “trataron bien”. Finalmente declaró Roberto Gato Garfiel Álvarez que era remisero cuando fue secuestrada Fernanda. El hombre de 38 años vive en concubinato con Alejandra Monzón–hermana del imputado, que declaró ayer pero no aportó nada importante para el hecho que se investiga– en una casa ubicada a unos 50 metros de la de Raúl Monzón. Sobre el hueco no dio mayores precisiones pero en un párrafo que casi pasó desapercibido, porque casi murmuraba las respuestas, dijo: “Por el hueco pasaban los chicos para ir a comer a la casa de Raúl”. Finalmente dijo que perdió su trabajo como remisero por el “hostigamiento de la Policía”, y negó declaraciones de Esther Torres que había dicho que Álvarez cobró 200 pesos por llevar a Miguel Lencina en el remís que manejaba la madrugada del 26 de julio de 2004. “¿Qué estarán haciendo?” Ferreira contó que se enteró por los medios que una testigo, Rosa Justina Colman, había anotado la patente de un auto amarillo en una madera en un episodio en una gomería en avenida Almafuerte por lo que él se preguntó: “¿Qué estarán haciendo ahora los de la Policía?, ¿qué estarán inventando?”. Refirió que efectivos estuvieron en su casa “revisando el auto”, oportunidad en la que le pidieron “los papeles, miraron, abrieron el capot y me dijeron ‘ah, se lo compraste a uno de San Benito’”. Ayer aseguró que se lo compró a un vecino que se dedica a vender autos usados. Finalmente recordó que la Policía le allanó la casa y se llevó el auto. Se lo intentó llevar sin autorización judicial, por lo que solicitó la presencia del fiscal federal Mario Silva. Consultado acerca de si le devolvieron el auto, Ferreira dijo que no, y expresó: “Si de mi casa se lo llevaron en mi casa me lo tiene que devolver”. Catena se puso a disposición de la Justicia El subdirector de Investigaciones de la Policía, Carlos Catena se presentará en forma espontánea ante la Justicia en caso de que se admita por parte de la Sala I de la Cámara del Crimen, el envío a la fiscalía de turno de la declaración de familiares de Raúl Monzón acusando a la Policía de apremios ilegales y situaciones irregulares en la investigación de la causa Fernanda Aguirre. El abogado del oficial, Marcos Rodríguez Allende confirmó que “el comisario Catena tiene intenciones de presentarse en forma espontánea ante el juez en turno para aclarar todas las dudas o dichos que se hayan formulado en el juicio sobre presuntas situaciones irregulares”. “Vamos a ser cautelosos de los pasos, ya que si bien el fiscal Juan Carlos Almada solicitó el envío de las declaraciones al fiscal de turno, hay que observar si la Sala da curso al testimonio o lo rechaza por improcedente. Pero más allá de eso, Catena quiere desmentir categóricamente todos los dichos que agravian su persona y tarea policial”, señaló el letrado para marcar: “Llama la atención que tres años después de producidas las supuestas situaciones, recién ahora las personas denuncien estas cuestiones y no hicieron tales denuncias ante la Justicia para que se investigara convenientemente”. Finamente Rodríguez Allende alertó que “si los dichos de los familiares de Monzón no son sostenidos y se establecen que no son reales, Catena accionará como corresponde ya que es un funcionario público que ha sido mencionado y agraviado con nombre y apellido por una persona que dijo lo que dijo bajo juramento de decir verdad en un juicio”. (Uno)