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Oportunamente se habrá de resolver, conforme a las disposiciones del derecho canónico (legislación eclesiástica), acerca de la situación de Von Wernich", precisó monseñor Martín de Elizalde, obispo de Nueve de Julio, diócesis a la que pertenece el sacerdote. La actitud que adoptara De Elizalde era considerara clave en los medios eclesiásticos, ya que la situación de un sacerdote sólo es competencia del obispo de la diócesis a la que aquél pertenece. De todas formas, no faltaban quienes esperaban una resolución inmediata en razón de la gravedad de los delitos por los que fue condenado. Pero fuentes eclesiásticas dijeron ayer a Clarín que este tipo de procesos internos exige una serie de pasos, que incluyen consultas con estamentos judiciales del Vaticano que no se pueden eludir. El cuadro es aún más complejo porque la medida que finalmente se adopte puede ser atenuada; incluso podría evitarse la suspensión de por vida si el religioso se arrepiente, pide perdón y manifiesta un propósito de enmienda en lo que sea posible. La esencia de las normas eclesiásticas pasan por privilegiar una eventual regeneración del pecador y no su castigo. Con todo, en las horas posteriores al veredicto no se tuvo el menor indicio de un acto de contrición de Von Wernich. No en vano en el comunicado, de Elizalde afirma: "Rezamos por él, para que Dios lo asista y le otorgue la gracia que necesita para comprender y reparar el daño ocasionado." Por lo demás, el obispo dice, junto a sus sacerdotes: "Lamentamos que haya habido en nuestra patria tanta división y odio, que como Iglesia no supimos prevenir ni sanar". Y añade: "Que un sacerdote, por acción u omisión, estuviera tan lejos de las exigencias de la misión que le fue confiada, nos lleva a pedir perdón, con sincero arrepentimiento". Von Wernich fue condenado por un tribunal federal de La Plata -tras tres meses de juicio oral- a reclusión perpetua por siete homicidios, 34 secuestros y torturas cuando se desempeñaba como capellán de la Policía bonaerense durante la dictadura. Los jueces consideraron que cometió esos hechos "en el marco del genocidio cometido en la Argentina entre 1976 y 1983". El fallo fue recibido con euforia por los sobrevivientes, los familiares de las víctimas y los organismos de derechos humanos. El Episcopado había expresado en un comunicado que difundió apenas se conoció el veredicto su consternación por la actuación de Von Wernich. "La Iglesia está conmovida por el dolor que nos causa la participación de un sacerdote en delitos gravísimos, según la sentencia", decía el texto firmado por el cardenal Jorge Bergoglio. Y llamaba a renovar los esfuerzos "en el camino de la reconciliación, alejándonos tanto de la impunidad como del odio y del rencor". A Von Wernich -quien era el confesor del entonces jefe de la Policía bonaerense, el tenebroso general Ramón Camps- se le achacaba haberse valido de su condición de sacerdote para obtener información de los detenidos, haber presenciado sesiones de torturas y hasta presenciado operativos que culminaron con ejecuciones.