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a Asamblea Regional contra las papeleras dio a conocer el documento elaborado luego de la reunión de ambientalistas argentinos, uruguayos y brasileños que se desarrolló en Nueva Palmira, departamento Colonia, de la República Oriental del Uruguay. El texto, que lleva la firma de 27 organizaciones ambientalistas, destaca que “más de 400 personas han tenido voz y voto y compartido un histórico espacio de libertad y deliberación. Pequeños productores, apicultores, técnicos, luchadores sociales, trabajadores desocupados, trabajadores de la forestación, vecinos de la ciudad. Voces habitualmente desoídas por nuestros gobernantes y los medios de comunicación”. “A las multinacionales que desembarcan en esta región repleta de riquezas naturales con el único propósito de saquearlas, dejándonos, como históricamente ha sido, miseria y devastación, les decimos que se vayan, que aquí no tendrán lugar”, sostiene el escrito que a su vez resalta: “A los gobiernos de una y otra orilla del río Uruguay, que nada hacen frente a esta situación, les decimos que la tolerancia tiene un límite”. A paso seguido aseguran que no toleran que “ignoren nuestros justos reclamos y solamente nos dirijan la palabra en tiempos de elecciones; no toleramos el estado de esclavitud en el que viven los trabajadores forestales de una y otra margen del río; no toleramos el despropósito de convertir nuestros cultivos de cereales y caña de azúcar en combustible para los automóviles de los países del norte; no toleramos, en fin, el sometimiento a políticas degradantes que no guardan ninguna relación con nuestro modo de vida, con nuestra dignidad, con nuestro irrenunciable compromiso de construir un mundo que contemple las necesidades y anhelos de todos”. Además “a los medios de comunicación que no hacen más que fomentar una engañosa disputa entre los pueblos de la Argentina y el Uruguay”, les dicen “que no hay peor pecado que el oscurantismo, la desinformación y la malicia premeditada. El establecimiento, en suma, de un estado de ignorancia que, precisamente, favorece la silenciosa aceptación del falso modelo de desarrollo que padece la región. Les decimos, entonces, que cada día hay mas gente que no les cree, porque el buen periodismo debe estar al servicio del bien común y nunca jamás al servicio del poder económico y político, como sucede desde hace tiempo en nuestros países”.