E
l arzobispo de Paraná llamó la atención por “la consolidación de un crimen, como es matar a un inocente ya desde antes de nacer, que es persona, y que se le quita esa vida violentamente, fríamente, hasta legalmente”. “¿Qué nos pasa que así descuidamos la vida? ¿Qué nos pasa para vivir así, para pensar que así vivimos como hombres? Por momentos, parecemos sumergidos en la oscuridad, en apasionamientos, que buscamos solucionar problemas sin prestar atención a que esas soluciones son nuevas tragedias que destruyen a hombres”, aseguró. Antes, había advertido sobre los “poderes que buscan dividir. Esa palabra, poderes, designa a esas fuerzas que flotan en el ambiente, que uno no sabe precisar cómo surgen, pero que se van dando y consolidando como estilos de conducta y modos de ver. La lucha de Jesús es contra estos poderes. Estos poderes que terminan por dividir, engañar, destruir”. “La acción de Jesús —abundó— busca rescatar al hombre de la muerte, de la mentira y del engaño que destruye, para que pueda vivir en auténtica libertad. Para que pueda vivir la vida. La vida que es maravillosa, que es espléndida. La vida que con todos los avatares que tenemos, vale la pena vivir”. “Como creyentes, como ciudadanos, tenemos que optar por la vida, por toda vida, por la vida de los más frágiles e indefensos. Nos lo pide Dios, que es padre de toda vida y de todos. Nos lo pide la patria, que proclama el derecho fundamental a la vida para toda persona humana, desde su misma concepción”, agregó.