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a pregunta no es si hay que hacerlo, sino cómo. Cómo hacer para que los pacientes que viven en hospitales psiquiátricos puedan salir de esas instituciones e integrarse a la sociedad. Especialistas de diez países de América latina y de la Organización Panamericana de la Salud sesionaron en Luján en un Foro de Autoridades de Salud Mental de Sudamérica y coincidieron en que es lo mejor que se puede hacer por ellos. No es casualidad que se haya reunido en Luján: muy cerca hay dos instituciones emblemáticas, con tristes pasos en las páginas policiales: la Colonia Montes de Oca y la llamada "Open Door". Y están haciendo experiencias para sacar a los pacientes de los pabellones y permitirles vivir en casas, en pueblos (ver Exitoso...). También debe leerse como un apoyo político importante a esta visión que en el Foro hayan estado presentes -además de representantes de Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela-, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, y el de la provincia de Buenos Aires, Claudio Mate. González García dijo a Clarín: "Por un lado, hay quienes subrayan la base física de la enfermedad; otros, sin perjuicio de esto, consideran los determinantes sociales y culturales de la enfermedad mental, y ésta es mi mirada conceptual. Pretender que sea una enfermedad física libera a la sociedad del compromiso y responsabilidad de ser parte de la enfermedad". En términos técnicos, incluso tomándose licencia para inventar palabras, se habla de "desmanicomialización" o "externación". ¿Qué significa? En Luján, contesta el doctor Jorge Rodríguez, jefe de Unidad Salud Mental de la Organización Panamericana de la Salud, quien aparecía como uno de los referentes: "Sentarse en un parque 'normal', cuidar el dinero, cosas que parecen sencillas pero que se pierden luego de años de vivir de un modo casi carcelario. Lo que no quiere decir que si tiene una crisis, no pueda estar internado 5, 15 días. Insertar es el gran lema, pero es muy complejo, tiene muchas aristas: vivienda, empleo, aceptación social, lucha contra el estigma". Y termina: "Usted sólo se puede rehabilitar si imita comportamientos 'normales', es tan simple como eso". Por lo que se vio en el Foro, hay consenso conceptual, pero diversas respuestas prácticas. La idea es muy fuerte en Brasil. Sandra Fagundes, a cargo de la articulación de Salud Mental de los países del Mercosur del Ministerio de Salud de Brasil, contó que luego de un cambio en el sistema de salud, con el apoyo cívico de un Movimiento Antimanicomial, "hubo una política pública de reforma sanitaria en el país, en la que el dispositivo único que era el hospital fue sustituido por un conjunto de servicios; se invirtió en la creación de Caps (Centro de Atención Psicosocial, servicios ambulatorios comunitarios), y hoy hay más de 1.100". Si antes de la reforma, apunta Fagundes, el 93% de los recursos de Salud Mental era para hospitales psiquiátricos, desde el 95 esta asignación bajó al 48%. Flavio Resmini, coordinador del Programa de Salud Mental de San Lorenzo do Sul, Rio Grande do Sul, aportó una experiencia concreta: "La ciudad tiene tres 'Caps' y hace mucho tiempo que no se usa el dispositivo de internación en el hospital psiquiátrico: se puede vivir sin hospital psiquiátrico". Desde esta perspectiva, la internación, cuando no hay otra alternativa, debe hacerse en hospitales generales. "En San Lorenzo do Sul proponemos la internación conjunta del paciente junto con los familiares: con esto el tiempo de permanencia es de 7 a 10 días. Es un proceso de rehabilitación psicosocial". No es fácil. Mate planteó el límite que impone la Justicia. "Si como ministro de Salud decidiera hacer una política de desmanicomialización tendría que pedir permiso cuatro mil veces a la Justicia, y eso es una pérdida grave de autonomía y de impacto de las discusiones que tengamos en salud mental. La salud mental tiene que recuperar autonomía en sus decisiones y en la definición de cómo se quiere abordar el problema y cuál es la respuesta". (Clarín)