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a Conferencia Episcopal, que nuclea a los cien obispos del país, guardó ayer silencio acerca de la posibilidad de que el sacerdote Christian Von Wernich sea sancionado por la Iglesia si es condenado en el juicio que se le sigue por graves violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura. El obispo de Nueve de Julio, Martín de Elizalde, a cuya diócesis pertenece Von Wernich, había dicho a Clarín que esperará la sentencia para resolver acerca de la situación eclesiástica del sacerdote. "No vamos a hacer ningún comentario. La situación eclesiástica de un sacerdote es un asunto de estricta competencia del obispo en cuya diócesis está incardinado", dijeron a este diario fuentes del Episcopado. De todas formas, el presidente de la de Pastoral Social, el obispo Jorge Casaretto, había manifestado hace unos días el respeto de los obispos a la acción de la Justicia. "Como anhelamos que se fortalezcan las instituciones, queremos que se haga justicia", dijo. El código de derecho canónico contempla una serie de sanciones a un sacerdote por su actuación, que pueden llegar hasta la suspensión de por vida en el ejercicio de su ministerio sacerdotal -la "expulsión del estado clerical"-, lo cual le impide celebrar la misa y administrar sacramentos como el bautismo. Actualmente, Von Wernich puede ejercer su ministerio, aunque -de hecho- está acotado por estar privado de la libertad. Sin embargo, no parece tan fácil que pueda ser suspendido. Ocurre que, si el sacerdote confiesa sus pecados, manifiesta arrepentimiento y muestra un propósito de enmendar en lo que sea posible el mal causado, puede zafar, porque la Iglesia siempre busca la conversión y privilegia el perdón. Con todo, puede repudiar los hechos y tomar medidas prudenciales como circunscribir la actividad de un sacerdote para no confundir a los fieles. Lo que nunca perderá Von Wernich es su condición de sacerdote porque, para la Iglesia, la ordenación es para siempre, se ejerza o no el ministerio, o se haya cometido algún delito. El sacerdote -quien era capellán de la Policía bonaerense- está acusado de ser el responsable de siete homicidios, 31 casos de torturas y 42 secuestros. Algunos testimonios dan cuenta de que en los centros clandestinos de detención usaba la tortura para sacarles información a los detenidos.