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extual del comunicado enviado a INFORME DIGITAL Ante las declaraciones de la diputada Lucy Grimalt, de apoyo a la postura de los estudiantes que protagonizan la toma del Rectorado de la UADER en oposición a la aprobación en Consejo Superior del sistema de Concursos de Evaluación de Desempeño para los docentes que fuimos transferidos a la Universidad; creemos necesario dar a conocer a la toda la sociedad, cuyos intereses –según los dichos de la legisladora- interpreta este grupo, lo siguiente. La Diputada se manifiesta en relación con la problemática de la UADER, habiendo mantenido el silencio cómplice mientras docentes y estudiantes sufrimos atropellos y manoseos desde la transferencia. Otra sería la historia de este proyecto educativo si los representantes del pueblo se manifestaran oportunamente cuando se designan profesores sin concurso o cuando el viejo sistema de conducción de los Terciarios era reemplazado por “Coordinadores”, en muchos casos también nombrados “a dedo”. Otra sería la historia si algunos dirigentes políticos –sin desmerecer la militancia social de muchos de ellos- se ocuparan de pensar y construir una Universidad sin otro interés que el del pueblo entrerriano; sin embargo, según el rol que les toque ocupar –opositores u oficialistas (ayer varisquista, hoy solanista en el caso de la diputada Grimalt)- incentivan o aquietan e ignoran injusticias e irregularidades de las que venimos siendo víctimas docentes y alumnos y por ende también la sociedad a la que la señora diputada dice expresar. Construir una mejor universidad, sólo es posible con la verdad y el respeto; en lugar de engañar a la opinión pública atando los concursos ordinarios a la estabilidad de la UADER, o a la validez de los títulos (cuya aprobación no está en juego). Como también es mentiroso hacer creer que la “necesidad de seleccionar a los mejores docentes para la universidad” implica que sean otros profesores y no los transferidos quienes deben estar al frente de las cátedras. Las expresiones de Grimalt son claramente despectivas y discriminatorias. Desconocen la trayectoria de la mayoría de los más de 700 docentes transferidos que nos ajustamos a la legislación cuando ingresamos a trabajar a los institutos, concursando por antecedentes y oposición; que inconsultamente fuimos transferidos y a pesar del atropello generosamente redactamos los planes de estudio y permanentemente –pero desde aquel momento con mayor urgencia- continuamos y profundizamos nuestra formación académica. Nuestra Universidad es joven, pero la memoria de esa corta historia indica que muchos de los que hoy hablan o “mandan” a hablar y a hacer, deberían llamarse al silencio y a la reflexión.