E

l aspecto general de la propuesta del Gobierno no se modificó: con los 3,8 millones de pesos que se piensan destinar al aumento de la masa salarial se produciría un retoque al básico (con descuentos) y otro más al haber de bolsillo, mediante el código 06, remunerativo, para que no se vea tan severamente afectada la capacidad adquisitiva. Originalmente, el gremio pretendía que todo fuera al básico, para que la propuesta tuviera una mejor calidad. Y es cierto, tanto como que el impacto sobre el haber de bolsillo iba a ser mínimo. Lo dicho es absolutamente real para los maestros, el sector más postergado; y, en verdad, relativo para los pisos superiores de la escala y sus cumbres. Así, para que la mejora del básico moviera la aguja del poder adquisitivo (sin recurrir a ningún código especial), se debió haber tenido a disposición unos 7 millones cuando, en rigor, el Gobierno asegura no tener más que 3,8 millones. La propuesta oficial tiene otro condimento: ya no sería una pauta semestral sino trimestral. Es decir, la idea es que para octubre el código 256 pase al básico. El código 256 es un monto remunerativo, incorporado desde la época de Montiel. En efecto, hacia octubre de 2003 se blanquearon dos códigos y, para que no se afecte el salario de bolsillo, se incorporó el 256 casi como un factor anti-distorsiones que, de hecho, representaba la ‘pérdida’ que se producía con los descuentos de ley que ahora se pasaban a liquidar. Con diferentes actualizaciones, algunos fueron perdiendo el código 256, otros lo siguen cobrando y a un tercer grupo se lo fagocitó el código para llegar al mínimo. Por lo expuesto en la reunión de ayer, la intención es que todos cobren el código 256, que se universalice, y, a su vez, que sea pasado al básico. Siempre conforme lo conversado ayer, también el adicional por zona desfavorable quedaría fuera del complemento para llegar al mínimo, el denominado código 172. Lo que ocurría acá era que cada vez que se producía una actualización, se compensaba, se terminaba neutralizando porque debía ser menor el plus para alcanzar el mínimo que fuere. Algo similar puede pasar en octubre con el código de prolongación de jornada, absorbido también en el código 172. Si fuera exacto lo poco que ha trascendido, los dirigentes sindicales insistieron en que en octubre debiera reabrirse la discusión. Sus interlocutores gubernamentales no dijeron ni sí ni no; sólo se ciñeron a plantear algunos criterios de actualización para ese cuarto trimestre, el último del año. Los gremialistas intentaron entonces comprimir aún más los plazos de aplicación de la pauta, para que rija ya desde el primero de julio lo que el Gobierno anuncia aplicar a partir de octubre. Pero tampoco en esta ocasión hubo reacción oficial específica. Y así se estrecharon las manos y quedaron en seguir discutiendo. En lo concreto, el CGE transmitirá los números finales de la propuesta a las autoridades de Agmer que, a su vez, los trasladarán a las escuelas. En las asambleas de base irá tomando forma el mandato de las seccionales que confluirán el viernes, en el congreso de Chajarí.