Lunes 28 de mayo de 2007
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Economía
La fundación Proteger a favor de la pesca deportiva
Las importaciones de cañas subieron un 50%. Mucha gente se acerca por turismo y para desestresarse. PROTEGER dijo que el pescador deportivo es un aliado de la conservación siempre que haya controles.
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Clarín).- El consumo de pescado en la Argentina es ínfimo: cada habitante come menos de dos kilos por año. A lo que los argentinos parecen no ser nada reacios es a salir de pesca. Se calcula que en la actualidad más de 3 millones de personas practican con cierta regularidad esta actividad deportiva y recreativa, que se está volviendo cada vez más popular. Hoy, según autoridades nacionales y provinciales, se vive un verdadero boom de la pesca deportiva en todo el país. Un único dato lo demuestra: sólo en 2006 se importaron unas 680.000 cañas de pescar. En 2005, se habían traído alrededor de 450.000. Es decir, en apenas un año la importación de cañas aumentó un 50%. Hay más. En todas las provincias está creciendo sin parar la cantidad de permisos de pesca que se entregan. En Neuquén, para la temporada que se inició el pasado 1º de noviembre y finaliza este jueves, se otorgaron 65.000 permisos, casi el doble que en la temporada anterior, dijo Adalberto Urrutia, director general de Control de Recursos Naturales de esa provincia. En la provincia de Buenos Aires recién ahora, y debido en gran parte al boom de la pesca deportiva, están empezando a reordenar la actividad. “Se ha incrementado la cantidad de permisos, eso es seguro, pero desconocemos en qué porcentaje”, explicaron en la Dirección de Desarrollo Pesquero. Pero por diferentes datos se puede inferir cómo viene creciendo la pesca en el territorio bonaerense. Se calcula que hay alrededor de 300 pesqueros (como los cotos de caza, son sitios cerrados en los que hay que pagar para poder entrar a pescar), alrededor del doble que hace cinco años. Otro dato: en 2006, en la Estación de Piscicultura de Chascomús se produjeron 18 millones pejerreyes, con los que se sembraron los lagos y lagunas de toda la provincia. Hasta 2005 la producción anual de esa estación era de menos de 3 millones de peces. “Igual, la demanda está insatisfecha. Se necesitan sembrar unos 30 millones de pejerreyes por año para cubrir bien toda la provincia”, describió Mauricio Remes Lenicov, director de Desarrollo Pesquero provincial. Ni los torneos de pesca se quedaron afuera del boom. En el Concurso Nacional del Surubí, que se desarrolló a fines de abril en Goya, Corrientes, hubo “1.725 participantes, un récord absoluto”, recordó Samuel Canepa, presidente de la Comisión Municipal de Pesca de esa ciudad. En el Pejerrey de Oro ¿se llevo a cabo en General Madariaga, hace dos semanas¿ compitieron 1.075 personas, un 15% más que un año antes. “Hay una explosión en las ventas de artículos de pesca”, afirmó Guillermo Muttoni, director de la Asociación Industriales y Comerciantes de Artículos para Caza y Pesca (AICACyP). Como muestra debería bastar un botón. En Dolphin Pesca ¿es un negocio ubicado en la porteña calle Paraná que en 2004 tenía 4 empleados y ahora cuenta con 9¿, “en 2005 habíamos importado 800 cañas y este año ya trajimos 3.200, cuatro veces más. Y creo que nos quedamos cortos y terminaremos importando más”, detalló Pablo González, encargado de ventas mayoristas de la firma. De acuerdo a los registros de la AFIP-Aduana, en 2006 se importaron cañas de pescar por un total de 1.891.930 dólares. En 2002, en lo peor de la crisis, se habían importado cañas por un valor de 273.242 dólares. ¿A qué se debe el boom? “En parte a que después de la devaluación mucha gente dejo de irse al exterior. Ahora viaja por la Argentina y encontró en la pesca una buena manera de distraerse”, dijo a Clarín Jaime Ríos, coordinador del producto Pesca de la Secretaría de Turismo de Nación. Y agregó: “Creo que también se incrementó mucho la cantidad de pescadores porque los equipos están más baratos y se mejoraron mucho”. Luis Spandonari, secretario del Club de Pescadores, sumó otro motivo: “Es una actividad desestresante y de estar en contacto con la naturaleza”. Spandonari, quien viajó por toda la Argentina en busca de los mejores piques, nunca vio tantas personas como ahora dedicándose a la pesca. “Hasta se hizo más complejo llegar a ciertos lugares de tanta gente que te cru zas en los caminos”, contó. Diego B., un médico traumatólogo fanático de la pesca deportiva, no necesita contar personas para de medir la cantidad de gente que se volcó a la pesca. “En algunos lugares en los que se pesca con devolución cada vez que sacas un pez te encontrás con que tiene la boca destrozada de tantas veces que mordió un anzuelo”. Algunos temen que la explosión de este deporte termine perjudicando la riqueza ictícola. Pero según Jorge Cappato, director de la Fundación Proteger, una ONG ambientalista dedicada a la defensa de los ríos y la pesca fluvial, no existirían riesgos –siempre que haya control en cada una de las provincias. “El pescador deportivo es un aliado comprometido con la defensa del recurso porque comprende que si los peces merman, ellos se quedan sin actividad. Acá el peligro es la pesca industrial, que escapa a los controles del Estado”, afirmó Cappato.
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