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a capacidad de producción en construcción en la Argentina alcanza ya para abastecer el 5% que deberá ser agregado a los carburantes en 2010, lo cual plantea si el auge del sector sobre algunas bases cuestionadas no estará al servicio de una especulación con los futuros bonos de carbono. La semana pasada, en medio del 1° Congreso Americano de la actividad, empresarios y especialistas detallaron el futuro de los biocombustibles. Y también hubo llamados a la cordura, como el del ex vicepresidente de los EE.UU. Al Gore. El ex vicepresidente de los EE.UU. Al Gore, invitado a disertar en el 1°Congreso Americano de Biocombustibles que se realizó la semana pasada, puso el dedo en la llaga de empresarios y especialistas que escucharon su manifiesto conservacionista de la especie humana y el planeta. Inició su exposición hablando de los biocombustibles: “Si bien pueden ser parte de una solución, deben manejarse con mucho cuidado ya que también su producción tendrá un impacto en el medio ambiente, y podría afectar los precios internacionales de alimentos, y provocar la deforestación innecesaria de bosques”, advirtió. No fue la única voz crítica. En realidad, el desarrollo de la industria de los biocombustibles amenaza incurrir en cierta anarquía, al menos en la Argentina, que paradójicamente ostenta grandes oportunidades para captar inversiones. Durante el Congreso, organizado por Campo en Acción, que cuenta con la conducción de Julio Gutiérrez, y la Fundación Interamericana de Desarrollo, surgió, efectivamente, que podría ser una respuesta al calentamiento global y es parte de una solución práctica para reducir emisiones a través del reemplazo de hidrocarburo líquido por combustibles limpios. En el mundo, esta necesidad de cambio en la utilización de energías limpias impulsará en los próximos siete años el desarrollo de inversiones del orden de los US$ 200.000 millones. La pregunta clave será cuánto de esa cifra logrará la Argentina atraer a partir de políticas claras y marcos regulatorios confiables. Riesgos y oportunidades. En nuestro país, la Ley 26.093, que deberá ponerse en funcionamiento a partir de 2010, establece que la nafta y el diésel deberán sustituir un 5% de su componente por un biocombustible. Esto genera un encuadre legal que regula y a su vez promueve los biocombustibles en el país. De todas maneras, el desafío es tener en cuenta la dimensión del mercado para los biocombustibles y no caer en la tentación de sobredimensionar el mismo convirtiendo estas inversiones en una moda pasajera, que implicará no sólo un mal uso de los recursos económicos sino también un impacto negativo en el medio ambiente. sigue Para tener una referencia del mercado local, el consumo de gasoil en la Argentina en 2006 fue de 11.680.000 toneladas. Se estima que para el año 2010 el consumo estará alrededor de los 13.000.000 de toneladas de diésel. Esto significa que, por ley, deberán producirse en la Argentina unas 650.000 toneladas/año. Pero actualmente en nuestro país se están construyendo cuatro plantas importantes de biodiésel. Estas plantas, ubicadas principalmente en la zona de Santa Fe, cuentan con capacidad de producción de un piso de 200.000 toneladas/año y un techo de 400.000, lo que en principio permitiría pensar que el consumo interno exigido por ley estaría cubierto con esta producción. Por otra parte, al estar estas plantas en condiciones de producir biodiésel bajo las especificaciones requeridas debido a las tecnologías empleadas, los inversores tienen la expectativa de que sus plantas de biocombustibles califiquen para la obtención de Certificados de Reducción de Emisiones (CERs), comúnmente llamados bonos de carbono. Los CERs son un mecanismo financiero creado por la ONU como premio a la mitigación de emisiones. La obtención de bonos de carbono a través del biodiésel es una promesa, y si bien la ONU ha dado directivas acerca del tema, existe sólo una metodología aprobada que califica para los CERs, y se refiere a la producción de biodiésel a través del desecho de aceites de cocina (waste cooking oil). Hasta ahora, no pueden obtener bonos de carbono las plantas de países en vías de desarrollo, como la Argentina y Brasil, que exporten su biodiésel a países desarrollados, para evitar un doble conteo. Parecería, hasta el momento, que todavía está lejos el hecho de obtener bonos de carbono a través de la producción de biocombustibles. La no asignación de bonos de carbono no significa que la producción de biodiésel deje de ser una oportunidad para la Argentina tanto en la generación de nuevos empleos como en la posibilidad de comenzar una era de mayor concientización ecológica en la utilización de energías limpias y en la atracción de mayores inversiones para nuestro país. (Fuente: Perfil)