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a CGT de Hugo Moyano perdió ayer a la madrugada su primera batalla desde el inicio de la era kirchnerista. La reforma del PAMI que aprobó la Cámara de Diputados obligará a esa histórica central obrera a compartir por primera vez el directorio de la obra social de los jubilados con su competidora, la Central de Trabajadora Argentinos, que lidera Víctor de Gennaro. El amplio consenso que obtuvo el proyecto (se impuso por 128 votos contra 15), tras un debate a las apuradas, no alcanzó a disimular las intrigas tejidas durante el tratamiento de la iniciativa desde su aterrizaje en el Senado, hace casi dos años. De hecho, el texto estuvo a minutos de perder estado parlamentario: si los diputados no lo votaban antes de que hoy comiencen las sesiones ordinarias, quedaba en fojas cero. Ahora el proyecto vuelve a la Cámara alta, porque fue retocado: originalmente se le reservaba sólo un asiento a la CGT. Los senadores accederían a sancionar la ley con los cambios, producto de una difícil negociación entre funcionarios de distintas áreas. Las disputas por el control del PAMI tiene sus motivos: es la mayor obra social del país, reúne a más de 3 millones de afiliados y maneja casi 7 mil millones de pesos, superando el presupuesto de la mayor parte de las provincias. El Senado había avalado el proyecto del Poder Ejecutivo, donde se establecía que el nuevo directorio del PAMI estaría conformado por 5 miembros: tres designados por el Gobierno, uno por los jubilados y otro por la CGT. Los diputados lo extendieron a 8: cuatro del Ejecutivo (incluidos el presidente y el vice), dos de los jubilados (surgidos de elecciones directas) y dos de los trabajadores. Estos serán designados por el Poder Ejecutivo a propuesta de las confederaciones "con personería jurídica". Una forma implícita de darle cabida a la CTA. Como telón de fondo de los debates parlamentarios estallaron internas en dos escenarios. En un ring, el del oficialismo, la pelea se dio entre el ministro de Salud, Ginés González García, considerado el ideólogo del proyecto inicial, y la interventora del PAMI, Graciela Ocaña, promotora de los retoques que beneficiaron a la CTA. En la central alternativa también saltaron astillas. Allí la puja fue entre Edgardo Depetri, diputado por el kirchnerismo, y Claudio Lozano, diputado de oposición. El round entre los "pollos" de De Gennaro fue público: Lozano votó ayer en contra de la ley, mientras que Depetri festejó su sanción y ya tendría abrochado con el Gobierno la asignación del asiento de la CTA para uno de su tropa. Lozano basó su rechazo en la imposibilidad de que los trabajadores elijan a sus representantes por voto directo. Lo acompañó el bloque del ARI, que añadió como argumento de su oposición la virtual "estatización" del organismo. La vocera del partido de Elisa Carrió fue María América González, quien reveló que Ginés le confesó que "yo quiero manejar el PAMI porque es la única manera de que funcione". La ley vigente le da mayoría a los jubilados en el directorio, pero la tortuosa vida del organismo consistió en pasar de intervención en intervención. Los macristas también se opusieron. Al menos Paula Bertol, discípula de Francisco Manrique —fundador del PAMI en 1971—, se conformó con que le aceptaran una propuesta sobre el nombramiento del síndico. (Clarín)