E
s la única planta fabril que queda en la ciudad, ubicada en el centro de la provincia. Hace un mes que paralizó la molienda agobiada por problemas financieros de la firma. Los trabajadores del molino harinero El Americano, la única planta fabril de la ciudad de Rosario del Tala, resolvieron tomar las instalaciones de la firma en procura de exigir la intervención de las autoridades, que permita encontrar una vía de solución luego de que a fines de enero último dejara de producir a raíz de problemas financieros de la empresa. El jueves los responsables de la firma Viuda de Barbiero e Hijos SA mantuvieron una audiencia de conciliación con los trabajadores en el Ministerio de Trabajo, pero no pudieron alcanzar un acuerdo: los empleados exigían al menos que se saldara la deuda por los salarios de diciembre, pero la empresa ofreció pagar una ínfima parte. Así, y luego de una asamblea, resolvieron tomar las instalaciones desde el sábado, a las 4 de la mañana, rotándose en turnos de ocho horas. Según contó Jorge Carruego, secretario general de la seccional Rosario del Tala de la Unión Obrera Molinera Argentina (UOMA), los problemas aparecieron en 2006 y fueron agudizándose. “El mayor problema se generó en diciembre cuando la empresa no pudo pagar la totalidad de los sueldos. Esa vez nos comunicaron que el estado financiero era gravísimo, y entonces los trabajadores decidimos acompañar a los empresarios para realizar algunas gestiones que permitieran salir de esa situación. Pero no se consiguió nada, y el problema se agravó. Así, el 24 de enero el molino dejó de moler por falta de materia prima”, reseñó. La historia del Molino El Americano está atada a la evolución misma de la ciudad, hoy de 14 mil habitantes, ubicada en el centro de la provincia. Nació 85 años después de la fundación de Rosario del Tala, ocurrida el 7 de noviembre de 1799, y actualmente se constituye en la única planta fabril de la ciudad. En el año 1884, la familia Buffanti funda en esta ciudad una industria formada por un molino a piedra, pero faltos de experiencia se ven imposibilitados de hacerlo funcionar. Años más tarde toma las riendas de la fábrica la empresa Chapital y Cía, que adquiere el molino creado por los Buffanti e incorpora como socio industrial a un inmigrante italiano que había llegado al país para desempeñarse como peón en la actividad: Carlos Barbiero. Así, el molino sería entonces Chapital y Barbiero, aunque luego con las modificaciones societarias quedaría como único dueño Carlos Barbiero, quien se ubica al frente de la planta hasta el año 1909. En 1928 se construyeron silos para la recepción de cereal a granel y en 1930 se encara una nueva reforma de la maquinaria del molino que eleva su capacidad de elaboración a 30 toneladas diarias de trigo. Es en la década de 1950 cuando la razón social vuelve a cambiar y pasa a denominarse Viuda de Barbiero e Hijos SA, y la planta adquiere una capacidad de molienda de 42 toneladas diarias. Aunque el despegue encuentra un freno accidental: a mediados de la década de 1960 un incendio destruye casi por completo la planta industrial que ocupaba la manzana, delimitada por calles Misael J. Parodi, España, Colón y San José de Flores. El incidente obliga a reconstruir el molino reconvertido entonces en una moderna planta industrial destinada a la elaboración de harina de trigo, con una capacidad de molienda de entre 140 y 150 toneladas diarias. El Molino El Americano dejó de operar en medio de una fuerte crisis financiera de la empresa, y no sólo produjo el virtual despido de 40 trabajadores sino que afectó buena parte de la economía de Rosario del Tala, y dejó a la deriva un vasto mercado donde colocaba su producción, no sólo en la Mesopotamia, sino que su radio de acción se extendía a las provincias de Chaco, Formosa y Jujuy. Según el dirigente de UOMA, la debacle del molino se hizo fuerte producto de la desigual carga tributaria entre la harina y el pan, lo que se tradujo en un fuerte costo del insumo principal, el trigo, y un bajo costo de la harina en el mercado. “El Gobierno nacional instrumentó una serie de líneas de salvataje de los molinos, pero los resultados todavía no los vemos. No hay nada concreto todavía”, afirmó Carruego. Ahora, los trabajadores están al aguardo de la intervención de las autoridades de la provincia y de la Nación para encontrar una salida a la parálisis de la única planta fabril del a ciudad de Rosario del Tala. Mientras, mantendrán la toma pacífica de las instalaciones, fundamentalmente en resguardo “de la fuente de trabajo”, según afirmó Carruego. Un sector subsidiado. En el marco de su pulseada con los formadores de precios que inciden en el índice de inflación, el Gobierno nacional dispuso una serie de medidas en enero último que, entre otros sectores, benefició al de los molinos harineros, que se traduce en la inyección de unos 100 millones de dólares de ayuda. El manejo de ese fondo quedó en manos de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca), desde los despachos oficiales se empezaron a definir cómo se instrumentará el fondo. En primer lugar, se supo que el primer cultivo por subsidiar será el trigo. Los molinos habitualmente compran en el mercado interno unos 5 millones de toneladas de ese cereal para elaborar harina, y según estimaciones son una 200 plantas en todo el país. El subsidio opera así: el Gobierno fijó el precio de la tonelada de trigo en $ 370, pero como en el precio internacional del cereal llega a los $ 420, el Estado subsidia al molino la diferencia entre ese valor y la cotización internacional. Aunque la ayuda salió de una medida poco feliz, la suba de las retenciones a las exportaciones de soja, va a tono con la política oficial: contener la estampida de un insumo básico de la canasta, como es el pan.