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osé Roberto Cóceres, de 30 años, actualmente imputado en el homicidio de una joven mujer paranaense, tras un hecho ocurrido en septiembre del año pasado, en el que la víctima, tras haber sido baleada, estuvo internada en terapia intensiva del Hospital San Martín durante casi 30 días hasta que la muerte logró vencerla, fue localizado ayer en Concordia, donde se estaba escondiendo. EL HECHO. Tras una penosa agonía de poco menos de un mes, falleció en horas de la madrugada del día 21 de octubre de 2006 la joven Tania Patricia Gabirondo, quien resultara baleada en el cuello en el marco de un confuso episodio que todavía era investigado por la policía paranaense. Ante el deceso de Gabirondo, tomó intervención el personal de la División Homicidios de la Dirección de Investigaciones quien comenzó a interrogar a las personas que, de alguna manera, estuvieron relacionadas con la víctima, al tiempo que el magistrado que investiga la causa dispuso el traslado de los restos de la joven a la Morgue Judicial de Oro Verde para la realización de la necropsia de ley y el secuestro de la historia clínica de la víctima. La joven había sido baleada en la noche del 24 de septiembre y fue un vecino de calle Alejo Peyret el que escuchó la detonación de un arma de fuego y, al asomarse a la ventana, encontró tirada en el piso a la mujer presentando una herida de bala en el cuello, lo que permitió la intervención inmediata de las autoridades. Llegó al lugar personal del Comando Radioeléctrico y de la Comisaría 2ª, quienes hicieron trasladar a la víctima al Hospital San Martín, donde los médicos de guardia comprobaron que la misma presentaba un disparo de arma de fuego con orificio de entrada y sin salida en el lado derecho del cuello. Luego de estabilizada, quedó internada en la UTI del hospital local donde fue intervenida quirúrgicamente pero, con el transcurrir de los días, su estado de salud se fue deteriorando paulatinamente hasta que en los primeros minutos del día 21 dejó de existir. Si bien en un primer momento se quiso inventar la historia de una bala perdida, con el correr de las horas se supo que la joven Gabirondo había empezado poco tiempo atrás del hecho a mantener una relación pasional con Cóceres, a quien se lo identificaba como una persona violenta e irascible. La propia madre de la víctima, en declaraciones realizadas en Canal 11, admitió en un crudo relato que “mi hija estaba enferma, y su enfermedad era la drogadependencia y se mezcló con un tipo tan enfermo como ella. Lo había conocido muchos años antes cuando ella era una buena piba que solía tener amigos en la zona de Paraná V y la vida la llevó a relacionarse con gente que la enfermó”. Reconoció que “esa noche estaban juntos, la policía lo sabe y él la agredió y le pegó ese tiro que le costó la vida”.