I
nviernos tan cálidos que agudizan sequías; mayor frecuencia de tormentas que lo inundan todo a su paso; cosechas que se pierden a causa de la caída de granizo; olas de calor con temperaturas récord El doctor Vicente Barros, experto en climatología e investigador del Conicet, enumera algunas de las particularidades del clima en la Argentina durante el último año. Todas ellas parecen salidas de los modelos climatológicos previstos para dentro de algunas décadas. Y aunque el especialista prefiere poner en duda la posibilidad de que el cambio climático tenga, además, el poder de burlar proyecciones científicas con tanta facilidad, de algo sí está seguro: "El año 2006 fue un anticipo de lo que se nos viene", alerta. Autor del libro El cambio climático global (Ediciones del Zorzal), Barros anticipa que el exceso de lluvias que hoy tenemos en ciertas zonas de nuestro país se volverá insuficiente para mitigar las altas temperaturas que nos deparan las próximas décadas. Y va más lejos aún al sentenciar que este siglo podría estar marcado no sólo por la escasez hídrica, sino también por la pérdida de biodiversidad. -¿Qué características de nuestro clima pueden relacionarse con el cambio climático? -En primer lugar, el aumento de la temperatura en la Patagonia. Si alguien tuviera dudas al respecto, hay otro signo evidente: el retroceso de los glaciares. En el hielo continental sur, compuesto por 50 glaciares, hay 48 que están retrocediendo. En el resto del país, las temperaturas mínimas subieron muchísimo. Las máximas, en cambio, bajaron porque aumentaron las precipitaciones, sobre todo en verano. También aumentó la frecuencia de las precipitaciones intensas. Al haber mayores temperaturas, hay más disponibilidad de agua en la atmósfera y, en consecuencia, las tormentas son más frecuentes e intensas. Luego tenemos síntomas indirectos en los caudales de los ríos. En general, si se trata de los caudales del sistema del Plata, aumentaron porque hay más lluvia. Pero los caudales de los ríos de la cordillera están disminuyendo porque está nevando mucho menos. Eso es grave porque toda la vida económica de Cuyo depende de los ríos. -¿Y cuáles son nuestras perspectivas futuras? -A futuro se agravará el problema de los deshielos, van a seguir retrocediendo los glaciares y van a seguir disminuyendo los caudales de los ríos en la zona de Cuyo. Los gobiernos de esa zona van a tener que tomar medidas de adaptación, e ingeniárselas para que la economía siga subsistiendo. Otra dificultad que se nos viene es el calentamiento en el norte del país: dos o tres grados más que ahora. En 2100 vamos a llegar a cinco grados más. -¿Y qué impacto tendría en la economía de esa zona? -En principio, va a haber que olvidarse de tener cultivos de invierno. La ganadería no va a tener pasturas en esa época... En general, toda la biodiversidad de la zona se va a ver amenazada. A futuro, las tierras que hoy se están deforestando para la agricultura se van a volver improductivas porque el ascenso de temperatura previsto no irá acompañado de mayores lluvias. -La película de Al Gore plantea serios interrogantes sobre el ascenso del nivel del mar. ¿Qué perspectivas, al respecto, tienen nuestras costas? - En nuestro país las costas son altas, pero eso no quiere decir que no haya afectación. El nivel del mar está subiendo a razón de cuatro centímetros por década. En 100 años serían cuarenta centímetros, pero este proceso va acelerándose, por lo que es probable que ese aumento no ocurra a fin de siglo, sino en 2050. -¿Se prevén pérdidas de territorio? -La costa sur de la Bahía de Samborombón podría tener problemas y las islas que están al sur de Bahía Blanca. En el resto, lo que vamos a tener es una mayor frecuencia de inundaciones en el Río de la Plata. Claro que a medida que el nivel del mar aumente, la onda de la inundación va a ser más profunda y va a tener mayor alcance. -¿Está de acuerdo con la manera en que se informa sobre el cambio climático? Hay quienes temen que se esté alentando cierta histeria colectiva -Yo no creo que haya histeria sino todo lo contrario, hay falta de conciencia. Entre los argentinos, la película de Al Gore no tuvo ningún impacto. Parecería que este tema no le llega al gran público. -¿Y qué responsabilidad le cabe al Gobierno al respecto? -Ninguna. El Estado viene trabajando bien el tema desde hace años. Hemos tenido una posición muy activa en la Convención del Cambio Climático. De doce reuniones que hubo, la Argentina organizó dos. En el frente interno se alentaron ciertos programas de estudio, hay en la Secretaría de Medio Ambiente una Unidad de Cambio Climático... -Pero, más allá del estudio y la difusión, ¿se llevan adelante políticas concretas para reducir las emisiones o desarrollar biocombustibles? -A largo plazo, la Argentina está planteándose esos temas. Ahí hay que ser un poco críticos: vamos muy despacio. Estados Unidos está consumiendo el doble de nuestra producción de maíz para producir etanol. Aquí, el proceso es muy lento, aunque el sector privado está respondiendo rápido. Muchas cooperativas de productores están generando biodiesel con girasol y con soja y hay inversiones de grandes empresas extranjeras. Tal vez este plazo sea importante para que las empresas inviertan en infraestructura. - A nivel global, ¿qué impacto tiene el comportamiento de un país en vías de desarrollo como el nuestro? -La Argentina no es un emisor menor. Tiene el 0,5 por ciento de la población mundial, aproximadamente, y, por ende, igual nivel de emisión. Estamos en el promedio mundial. Si se toman medidas en serio para reducir las emisiones en el planeta, la Argentina no puede estar exenta de compromiso. Firmó Kyoto, pero hoy no tiene compromiso formal. Después de 2012, cuando se replantee el protocolo de Kyoto, todo cambiará. -¿Y de qué modo afectarán al planeta esos cambios? -Hasta 2040, no importa lo que hagamos. Aún con reducciones razonables, o incluso exageradas, la aguja no se moverá mucho. La situación cambiará en la segunda mitad del siglo. Ahí tendrá mucho que ver lo que hagamos ahora. El futuro de la segunda mitad del siglo se juega en las próximas décadas. Amenazas en el país Temperaturas más altas En la Patagonia, las temperaturas medias aumentaron un grado y medio. En el resto del país, se elevaron las temperaturas mínimas. Para las próximas décadas, se espera un notable calentamiento en el norte argentino, que llegaría a un aumento de cinco grados en 2100. Lluvias más intensas A causa de las altas temperaturas, la mayor disponibilidad de agua en la atmósfera provoca precipitaciones más frecuentes e intensas. También aumentó la frecuencia de las inundaciones. Los modelos climáticos que proyectan el futuro prevén, sin embargo, un estancamiento en el nivel de caída de agua. Elevación del nivel del mar En nuestras costas el nivel del mar está creciendo a razón de cuatro centímetros por década, aunque los expertos pronostican una aceleración de este proceso. La costa sur de la Bahía de Samborombón, así como ciertas regiones al sur de Bahía Blanca, serían las más afectadas. Caudales variables Mientras que las intensas lluvias provocan mayores caudales -y consecuentes inundaciones- en los ríos de la cuenca del Plata, los de la zona de cordillerana están sufriendo notables reducciones, producto de nevadas más escasas. Retroceso de glaciares En el hielo continental sur, compuesto por cincuenta glaciares, 48 están en franco retroceso. Las proyecciones al respecto estiman un agravamiento del problema. (Fuente: La Nación)