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a meta del cuerpo perfecto ya terminó con la vida de muchas jóvenes obsesionadas por adelgazar. La muerte de una modelo brasileña puso el tema en el tapete. La joven, identificada como Ana Carolina Reston Macan, de 1,74 metros de altura murió con apenas 40 kilogramos de peso. Días después una joven argentina de 21 años que pesa 28 kilos y tiene la contextura física de una niña de 12 años ingresó al hospital con un grave cuadro de anorexia, lo que generó alarma en el país. Paraná no es ajena a esta realidad alarmante y preocupante. La Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba) local tiene en tratamiento a 40 jóvenes con anorexia. Todos ingresaron con un índice de masa corporal muy por debajo al necesario. Como ejemplos la psicóloga Rosana Lomagno, integrante de Aluba, mencionó dos casos. El primero, un joven con 1,70 y apenas 47 kilos que llegó luego de una internación coronaria en Santa Fe producto del bajo peso. El joven debía pesar 65 kilos. El otro caso fue el de una chica de 1,60 metros con 32 kilos. “Hoy están ambos en tratamiento en la institución. Aquí todos los casos que ingresan tienen el índice de masa corporal muy por debajo al que necesitarían”, dijo la profesional y aclaró que Aluba recibe pacientes que vienen “de alta en la parte clínica” o se derivan a internación. La psicóloga prefirió no dar más datos –por secreto profesional– pero indicó que todos los casos son preocupantes y cuesta mucho tiempo recuperar a la persona. Ahora, vigorexia Aluba recibe a diario una consulta nueva por un caso de bulimia o anorexia. Ambas afecciones se han constituido en los trastornos alimentarios más frecuentes y temibles de esta última década, con un común denominador claro y preciso: la búsqueda desenfrenada de la delgadez como medio para alcanzar el éxito y la aceptación social. Así como la anorexia puede llevar a la muerte, la bulimia también. “Hay chicas que vomitan más de 10 veces por día. Vomitan sangre, comen de la basura cuando aparece la compulsión o el atracón, toman un vaso de agua y vomitan o sólo tragan saliva por miedo a engordar”. En el último tiempo un trastorno relacionado con los hábitos alimenticios cobró auge y espacios en la institución. Se trata de la vigorexia, un desorden de la conducta que, a diferencia de la bulimia y la anorexia nerviosa –centradas en la cantidad de comida– conduce a una obsesión por el logro de una figura corporal musculosa y perfecta a través de la realización compulsiva de actividades deportivas. “Esto se observa más que nada en los gimnasios y a esta altura del año. Jóvenes interesados en sacar músculos, tener un cuerpo fibroso. Practican mucha gimnasia y la acompañan con amplios rituales con respecto a la comida e ingieren anabólicos”, dijo la profesional. Riesgos del bajo peso Tener un bajo peso indica el riesgo de sufrir un paro cardíaco, arritmias, hemorragias digestivas o lesiones estomacales graves que pueden llegar a la internación (ver índice de masa corporal). El bajo peso puede ser motivo de internación por deshidratación o por una desnutrición severa. “El cuerpo está tan debilitado que ante cualquier infección provoca la muerte del paciente”. Argentina es el segundo país que presenta mayores casos de patologías alimentarias. El primero es Japón. En Aluba existen 80 pacientes en tratamiento y “todos los días se realizan entrevistas de admisión”. En la institución trabaja un equipo de profesionales integrado por médicos, psiquiatras y psicólogos. “Primero se trata de resolver la parte clínica. Si es necesaria una internación se apela a la misma para después empezar a trabajar en la parte psicológica”, dijo. Qué es el índice de masa corporal El Índice de Masa Corporal (IMC) es el peso corporal dividido por la talla al cuadrado, el cual se asume como independiente de la estatura. El cálculo está basado en cifras sugeridas para peso corporal ideal, donde el IMC para hombres y mujeres normales deberían estar en el rango de 18,5 a 25 kg/m2. La familia no comprende Las patologías muchas veces no son consideradas enfermedades dentro de la familia. Se toma como un capricho. Es difícil que la familia acepte tener un hijo enfermo de anorexia, sobre todo porque es una enfermedad psicológica y una adicción. Justamente, como se trata de una adicción el chico tiende a manipular su entorno. “Ya comí, como después, a vos te parece, me cae mal, me descompongo si como más”, son frases comunes. El tratamiento y recuperación “lleva un tiempo prudencial. La evolución dependerá de la personalidad del paciente”.dependerá de la personalidad del paciente”. (Uno)