Miércoles 08 de noviembre de 2006
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Economía
Ascensores con sello entrerriano fueron premiados por su exelencia
La empresa ganó el Premio a la Excelencia Exportadora LA NACION-TCA 2006, en julio pasado. En la categoría Mayor Valor Agregado. Estética y seguridad, su brújula
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En el taller de Entre Ríos terminarán fabricando más de cien elevadores

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atricia Popelka y Carlos María Ascúa son una muestra de entusiasmo empresarial. Hablan de los ascensores que fabrican y se les iluminan los ojos; explican cómo atravesaron la bruma espesa en la que estaba inmerso el país en 2002 para participar en Las Vegas de la exposición más importante del rubro, con un stand humildísimo, y se emocionan; cuentan que tras homologar el producto, sin presupuesto y con muchísimo esfuerzo, exportan a varios países por más de medio millón de dólares y sonríen, no lo pueden creer... En su relato de cómo empezó y creció la empresa Elevadores Neumáticos SA aparecen una y otra vez las expresiones "poner el hombro", "alimentar la cultura exportadora", "favorecer el espíritu emprendedor", "saber motivar", "el capital invalorable de los recursos humanos", "trabajar en equipo", todas lecciones que fueron aprendiendo con los años y que los condujeron a ganar en julio pasado el Premio a la Excelencia Exportadora LA NACION-TCA en la categoría Mayor Valor Agregado. Bajo los principios de la presión atmosférica y el vacío, esta empresa entrerriana fabrica y exporta innovadores elevadores neumáticos, desarrollados a partir de una patente argentina (alcanzada por el inventor Carlos Alberto Sors, de Paraná). Consisten en una estructura autoportante, liviana y resistente, de aluminio y policarbonato que no precisa ni de cables, poleas y pistones, así como tampoco se necesita para su instalación, que se hace en tres o cuatro horas, de excavación o sala de máquinas. Es más, puede apoyarse sobre cualquier piso existente y, al no ser una instalación fija, puede desmontarse y trasladarse con facilidad. Pero para llegar a ésto, el camino no fue ni corto ni sencillo. Reconocen que la idea esencial del emprendimiento, allá por 1992, fue mejorar el invento, estetizarlo, porque todavía era muy rudimentario y, paralelamente, incursionar en el mercado internacional para vender las patentes. "Estábamos convencidos de que era revolucionario y que para el mercado domiciliario de ascensores tenía un montón de ventajas comparativas -aseguró Popelka, gerenta de Producción-. Por eso, Carlos [presidente de la firma] viajó al extranjero a ofrecer esta patente y su desarrollo hasta donde se había logrado pero, para nuestra sorpresa, las empresas valoraban el producto pero no demostraban interés en adquirirlo, imponerlo y terminar de instalarlo en el mercado." Mientras, aquí, la pequeña estructura siguió mejorando partes, trabajando en lo funcional, en la mecánica, en los tamaños, en el diseño, y analizando el mejor acceso a las viviendas según los países. "Pero no se producía lo que nosotros creíamos que debía producirse, esto es, que en algún momento comenzara a dar vueltas la rueda", confió Popelka. La carpeta salvadora Cuando avanzaba la decepción, un contacto fortuito a través de un amigo trajo aires de esperanza. La carpeta institucional de la empresa, que viajaba con cuanto conocido se subiera a un avión, había llegado a manos de un especialista en desarrollo de mercado en Estados Unidos, que decidió venir a la Argentina a conocer el taller de elevadores y quedó "fascinado". "Nos propuso ir a una exposición internacional de elevadores que se hacía en Las Vegas, la NAEC (National Association of Elevator Contractors), para la gente del rubro. Y dijimos: ¡vamos a jugarnos! Terminamos siendo el patito feo de los stands pero el impacto que generó allí el producto fue muy grande", relató Popelka. Fue así como decidieron ser ellos mismos los fabricantes y buscar un convenio con alguien que esté dispuesto en Estados Unidos a posicionar este elevador allí con un contrato de exclusividad, y comenzó, entonces, un nuevo desafío: homologarlo. "Tuvimos la suerte de que el ingeniero jefe de UL ( Underwriters Laboratories) hablaba muy bien el español. Y cuando el primer presupuesto era tan fabuloso que no hubiéramos podido contratarlo terminamos logrando el sello de UL a un valor varias veces menor porque se hizo por partes. Y así salimos, del potrero a la cancha de River sin escalas", afirmó Ascúa. Hay que tener especialmente en cuenta que el estándar de calidad de un producto de este tipo en el exterior es muy alto y, al principio, no se pudo evitar que los tornillos llegaran oxidados, que las soldaduras no fueran las indicadas, que la pintura no fuera la mejor... "Fue una lucha con toda la línea, con los que nos hacían las piezas, las partes, con nuestro propio trabajo, fue realmente un gran esfuerzo llegar a la superación y en la medida que fuimos exigiendo encontramos también respuestas y hoy son nuestros proveedores los que hacen el análisis de calidad. El nivel de calidad siempre se puede mejorar, el tema es proponérselo con la suficiente energía", expresó Popelka. "No teníamos experiencia, había que seguir peleando los recursos escasos que teníamos y con una demanda de compra de insumos para aumentar la producción que de por sí era compleja. Pero aprendimos y hoy es increíble que podamos colaborar con nuestros empleados para que se integren y sean parte, para que se desarrollen; imaginate, hacían dos o tres ascensores por año y ahora estamos haciendo cien", dijo Ascúa. Ambos reconocen que los recursos humanos son un capital invalorable al que hay que saber motivar. Lo que Elevadores Neumáticos pone en marcha lo comparte con un equipo joven de 15 personas (pasantes de ingeniería, técnicos electromecánicos y electricistas, entre otros). "Aprender a trabajar en equipo es muy importante, hay que poner los incentivos en distintos lugares de la empresa para que todos se sientan parte del desarrollo", aseguró Popelka. En 2003 exportaron 25 elevadores por US$ 206.529; en 2004, 64 unidades por US$ 359.056; en 2005, 93 máquinas por US$ 467.583, y a fines de este año esperan alcanzar los 135, por US$ 788.374. Pero, aunque los resultados parecieran deducirlo, ellos no están tranquilos. Para ellos, hay una pregunta que impone una reflexión y el diseño de una urgente estrategia para todas las pequeñas y medianas empresas argentinas: ¿cuántos casos como el proyecto de Elevadores Neumáticos existen en el país y que por falta de oxígeno no pueden concretarse? "Nosotros contábamos con un equipo de chicos que colaboraban con energía, con mucha disposición al trabajo, con mucha camiseta puesta; nosotros, con toda la vocación, lo que teníamos lo reinvertíamos. Además, la idea era fantástica, la recepción era fantástica, el producto estaba habilitado, pero si no hubierámos tenido algún recurso propio para aportarle al proyecto no hubiésemos podido seguir adelante", destacó Popelka. Por eso, hace énfasis en el trabajo que desde las empresas, el Estado y el sector financiero debe impulsarse para apoyar estas iniciativas y alimentar una cultura exportadora que, a su vez, sea favorecida desde las mismas universidades para fomentar a todas luces el espíritu emprendedor. (La Nación)
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