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ada año, decenas de miles de fieles recorren caminando los 90 kilómetros que separan a Hasenkamp de Paraná, como símbolo de amor y devoción para con la virgen. Al igual que en 2004, las hostiles condiciones climáticas hicieron que la peregrinación quedara trunca; no así la fe de los caminantes. A pesar de las inclemencias del tiempo, algunos de ellos reanudaron la marcha: Gastón Cuestas, Carlos Barzola, Julián Sobrino, José Luis Pérez, Esteban Luis, Luciana y Lucio López siguieron su camino para cumplir con sus promesas a la Matter. A la medianoche de ayer, cuando arribaron a Cerrito, personal del Servicio Meteorológico de esa localidad advirtió a los organizadores sobre el alerta que regía para esa zona de la provincia. Una hora más tarde, los caminantes fueron informados: la peregrinación se suspendía. Los fieles quedaron varados durante varias horas en un club y un colegio, luego fueron llevados en colectivos a sus respectivas ciudades. Pero ocho de ellos no se dieron por vencidos, y media hora después reemprendieron la marcha rumbo al Santuario de La Loma. UNO dialogó con los voluntariosos peregrinos cuando les restaban unos pocos kilómetros para llegar al Parque Industrial. Sentados al costado de la ruta, reían animosos mientras saboreaban una modesta merienda. Ni el viento ni la lluvia ni los avatares ruteros lograron quebrantar su arrojo. Los pies hinchados y las botamangas embarradas daban señales de un largo trajinar, pero no eran motivo de queja para ninguno de ellos. Realizando paradas de no más de 15 minutos, cantando, rezando y comiendo cuando podían, los jóvenes llegaron hasta las cercanías de Paraná. Minutos más tarde reanudaron el viaje: “Todos tenemos motivos distintos para hacer la peregrinación. Yo vengo para agradecer por mi novia y mi nena; además, hace algunos años tuve un accidente grave, pero hoy estoy aquí, para darle las gracias al Gran Jefe, como lo llamamos los scouts. La verdad es que esto ha sido una experiencia muy linda, gracias a Dios ninguno de nosotros se dobló, resbaló ni acalambró fuerte como para no poder continuar”, expresó Gastón, quien vino desde Mar del Plata para concretar su novena Peregrinación a La Loma. Luciana, la única mujer del grupo, prosiguió su camino con la misma fortaleza de sus compañeros: “A pesar de todo, esta es una experiencia muy linda, quizás más hermosa que cuando se hace con miles de personas; porque en el camino nos hicimos amigos. Yo vengo a agradecer porque mi mamá tenía una enfermedad y se curó, y porque mi papá tiene trabajo. Es la fe lo que me da fuerzas para seguir caminando”. Luis, el mayor de los ocho, cuida celosamente al resto de los caminantes y no deja que nadie se arrime al asfalto: “Hago esta peregrinación por algo muy hermoso, que no lo puedo explicar. Caminando me acuerdo de mi madre, que falleció, de mi hija, mi señora, mis amigos, y rezo para que a todos ellos les vaya bien, estén donde estén. Yo trabajo en una escuela de deportes municipal y todos los días veo a chicos que sufren muchas necesidades; yo sé lo que se siente, porque también lo viví y no me olvido. Así que pido por ellos”. Esta es la 11ª vez que José Luis recorre los 90 kilómetros hacia La Loma: “Por algo Dios nos ayudó a continuar. Nos unimos los ocho, cantamos y oramos durante todo el camino para no decaer. Sé que vamos a llegar, así sean las 10 de la noche, porque lo prometimos”. Así, cantando alabanzas y cargando una cruz de madera improvisada por Luis, los ocho peregrinos continuaron su camino hacia el Santuario. (Uno)