U
n comunicado, sin firma pero con el sello de la Municipalidad, que el coordinador de Asuntos Administrativos, Martín Ramírez, puso en manos del subsecretario de Cultura de la provincia, Roberto Romani, dejó en claro que fue el propio Lara quien ordenó el descarte de esos ejemplares, muchos de notable valor histórico. El razonamiento oficial fue que “por su grado de deterioro, resultaban absolutamente ilegibles e irrecuperables”, y que por eso se procedió a “su desplazamiento y baja”. El comunicado argumenta que producto de “las tareas de limpieza” en la Biblioteca Pública “se tomaron los recaudos necesarios con todos y cada uno de los ejemplares que se encuentran a disposición de los lectores, centrando los trabajos en sectores que no son de acceso publico, y donde la falta de limpieza, mantenimiento y acondicionamiento, producido durante años, había favorecido la acumulación de gran número de revistas, diarios y libros que además de no estar a disposición del público por su grado de deterioro, resultaban absolutamente ilegibles e irrecuperables”. Aunque en la tarea de selección y descarte no actuó ningún especialista, por una razón: la Biblioteca no tiene bibliotecario. Pero entre los libros que se enviaron para su destrucción en el basural de la ciudad, de donde los vecinos rescataron alrededor de 400, había centenares en perfectas condiciones, muchos de gran valor histórico, como una colección de Julio Verne, de la década de 1920, por lo que la decisión del gobierno de Lara, a juicio del subsecretario de Cultura de la provincia demostró “negligencia o falta de idoneidad de quien realizó el trabajo”. Romani, quien estuvo en María Grande aunque no pudo dar con el Intendente y sí se encontró con los miembros de la Comisión Popular de Defensa de la Cultura, dijo que pudo observar los ejemplares rescatados por los vecinos, los cuales “estaban en perfecto estado”. De todos modos, sostuvo que “esto me ha dolido mucho, porque no importa la cantidad, sino el hecho en sí mismo”. En ese marco, el funcionario adelantó su voluntad de mediar entre los vecinos y el Intendente, y para eso procurará entrevistarse con Lara. “A la brevedad, (el jefe comunal) tiene que sentarse con los vecinos. Esto tiene que solucionarse por la vía del diálogo, pero hay que tener presente una cosa: la decisión de descartar o destruir libros la debe adoptar un especialista, y hoy a cargo de la Biblioteca Pública está una persona que no es idónea, que es beneficiaria de un Plan Trabajar”, observó. La explicación oficial en María Grande sostuvo que la remodelación de la Biblioteca Pública se llevó adelante para dotar al lugar de “las mayores comodidades posibles en favor del uso que la comunidad toda brinda a estas instalaciones, habiéndose recuperado y mejorado notablemente no sólo el edificio en general sino también todo el mobiliario y equipamiento existente que se encontraba en condiciones inapropiadas”. Y que cantidad de ejemplares existentes “no fue alterada, reubicada ni reemplazada en absoluto en las refacciones y remodelaciones edilicias realizadas”. Y cuestionó el hecho de que “la malicia de intereses políticos mediocres y mezquinos que la comunidad unánimemente rechaza, utilicen inescrupulosamente la sensibilidad de nuestros vecinos desinformando y faltando a la verdad en cada oportunidad que se les presenta”. E invitó a la pronta reinauguración de la Biblioteca Pública, aún sin fecha, por cuanto el estado actual en que se encuentra el edificio “los llenará de satisfacción y orgullo por los resultados logrados”. Analizan rescindir la donación del edificio EL médico Carlos Castaldo, ex intendente radical de María Grande, y sobrino de Renata Hortensia Castaldo, a quien perteneció la propiedad donde ahora funciona la Casa de la Cultura y la Biblioteca Pública Facundo Arce, dijo que su familia analizará la posibilidad de introducir algunos “cambios” en el legado familiar. Y no descartó quitar el edificio de la órbita de la Municipalidad y dejarlo al cuidado de la Comisión Popular en Defensa de la Cultura. “Si a la Municipalidad no le interesa su cuidado, entonces que la propiedad vuelva a los herederos, y se lo dedicaremos a alguna comisión que realmente se interese por la cultura”, señaló. Castaldo, nieto de Francisco Castaldo, primer médico de la ciudad, cuyo nombre se impuso al hospital de María Grande, recordó que su tía fue “una mujer muy culta, que hablaba ocho idiomas, y que se jubiló como directora de la Escuela Normal de Colón. Precisamente, ella donó 5.000 volúmenes de su colección privada para que formara parte de la Biblioteca Pública”. Castaldo consideró la destrucción de libros como “una barbaridad” y un “ataque a la cultura”. Y este fin de semana, anticipó, se reunirá con sus siete hermanos para evaluar si el legado de donación continúa en pie, o se toma otra determinación ante la destrucción de cientos de libros que pertenecían a la Biblioteca Pública.