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legaron las lluvias, aunque desparejas, y empieza a recuperar el suelo la humedad necesaria para que en algunos lugares el trigo logre recomponer su estado y avance la siembra de girasol y maíz. La seca deja de ser un riesgo presente y se vuelve motivo de reflexión acerca de la propia capacidad de modificar el manejo agrícola o ganadero para evitar un impacto mayor. Según César Rebella, jefe del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, es posible anticipar que en un futuro inmediato la región pampeana será barrida por abundantes lluvias, al punto que algunas áreas tendrán aportes de hasta cien milímetros. "Las condiciones climáticas mejorarán hacia fin de año. Según nuestros pronósticos, habrá lluvias de normales a superiores a los niveles históricos", señaló Rebella. Sin embargo, el enfriamiento del océano Pacífico a comienzos de 2007 podría complicar el desarrollo de los cultivos de verano, de manera que habrá que tomar previsiones para ese momento. El técnico explica que la sequía reciente, crítica para el centro-norte del país, es un fenómeno típico de la transición hacia la primavera, sobre todo cuando anteceden escasos aportes de agua en otoño-invierno y además fracasa la tormenta de Santa Rosa, que, en general, compensa la mayor demanda de agua de los cultivos y ayuda a la preparación del suelo para la siembra de los granos gruesos. Para Emilio Satorre, técnico de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícla (Aacrea), "lo más sorprendente de este año fue la baja recarga de agua durante el otoño en la mayor parte de la región pampeana, aunque también se había observado en años anteriores", y advierte que, por la demora en la llegada de las lluvias, en algunos lugares la respuesta de los cultivos a la tecnología fue muy acotada. Por su parte, Eduardo Sierra, de la consultora Climagro, coincide en que, reactivadas las lluvias primaverales, será normal el desarrollo de la actual estación e incluso del verano, aunque acotó que hay riesgo de tormentas de granizo y de heladas tardías, que podrían perjudicar al trigo y al maíz recién sembrado. Para principios de enero anticipa "una ola de calor intensa", pero estima que ya en febrero y marzo vendrán las lluvias necesarias para que "cierre bien la cosecha gruesa". Evaluación de campaña Según un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el retraso de las lluvias en el centro y norte del país (Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) jugó en contra de los rindes potenciales de trigo y de la expansión triguera de esta campaña. En el sudoeste bonaerense y el sur pampeano el arrastre de la falta de humedad y la antelación de las etapas de desarrollo del trigo provocaron una evidente desmejora en la condición del cereal. En el norte, centro y sudeste de Buenos Aires y en el norte de La Pampa, en cambio, donde se concentran los cultivos con mejores expectativas de rendimiento, no sufrieron modificaciones en su calificación. Hasta el momento se calcula que una tercera parte de los 5,43 millones de hectáreas sembradas con trigo "tendría lotes con elevada pérdida de rendimiento potencial". En girasol, a comienzos de esta semana, el progreso de la siembra rondaba el 17,6% de la superficie, recortada a 2,38 millones de hectáreas (unas 80.000 menos que las previstas). En el nivel nacional, la implantación está retrasada en cinco puntos respecto del año anterior. En cuanto al maíz, a comienzos de esta semana la Bolsa de Cereales señalaba que la siembra lleva un atraso de diez puntos respecto de la campaña precedente y que la falta de agua postergó las siembras tempranas en Córdoba, en el centro-sur de Santa Fe y en Entre Ríos. "Con mejor humedad las coberturas avanzaron en el oeste y centro de Buenos Aires y en el sudoeste de Entre Ríos, regiones que impulsaron el avance de las coberturas en el nivel nacional a un 12 por ciento del área, todavía estimada en 2,47 millones de hectáreas", indica el informe.