
El sonido metálico de una locomotora interrumpió la tranquilidad de la tarde en San Salvador. Eran aproximadamente las ocho de la noche de ayer cuando, en la avenida Entre Ríos, un tren diésel-eléctrico de la empresa “Trenes Argentinos” avanzaba con su pesada marcha. Entre el segundo y cuarto vagón, del lado izquierdo, una moto colisionó contra el tren, transformando la rutina ferroviaria en un episodio de emergencia y conmoción.
El alerta fue recibido por el Comando Radioeléctrico, y en cuestión de minutos, el personal policial se trasladó al lugar, acompañado por autoridades de la Jefatura Departamental y el fiscal de turno, quien dio inicio a las primeras medidas pertinentes. En el suelo, junto a la moto, se encontraban sus dos ocupantes: un joven de 18 años y una adolescente de 17.
El conductor, gravemente herido, fue atendido de inmediato en el hospital local por politraumatismos, que incluyeron la amputación traumática de su brazo derecho. La gravedad de sus lesiones hizo necesaria su urgente traslado al hospital Delicia Masvernat de Concordia, donde los equipos médicos continuarán con su atención crítica.
Su acompañante, en contraste, sufrió lesiones menores. La joven de 17 años fue atendida en el nosocomio de San Salvador y, tras las evaluaciones realizadas por los profesionales, recibió el alta a los pocos minutos.
El siniestro dejó, además de la evidencia material, una imagen difícil de olvidar: el contraste entre la imponente maquinaria del tren y la fragilidad de la moto, emblema de la vulnerabilidad de quienes transitan por las calles y rutas. Como si la ciudad hubiera quedado suspendida entre el estruendo del impacto y el silencio posterior, las actuaciones judiciales buscarán ahora determinar las circunstancias exactas del accidente.
En el centro de la crónica, más allá del expediente judicial, se marca la huella indeleble de una vida que cambió en segundos: la de un joven que enfrentará, desde la primera hora de su adultez, la larga batalla de la rehabilitación y la resiliencia.