La comunidad católica vivió ayer la fiesta más importante: el Domingo de Pascua o Resurrección. “Este es un día de alegría. Este es el verdadero día que hizo el Señor, porque con Jesús resucitado, comienza un hombre nuevo”, dijo monseñor Mario Maulión en la homilía central que celebró en la Catedral Metropolitana.El obispo oró porque la Pascua provoque un cambio de vida en los cristianos; una renovación. Llamó a los fieles a hacer nuevas todas las cosas: el corazón, la conducta y la familia. Habló de la necesidad del cambio. “Todos aquellos primeros creyentes somos pecadores. Queriendo ser buenos, los hombres con frecuencia somos lo contrario. Mentimos, envidiamos, hablamos mal, hacemos mal, dañamos, hacemos distintas cosas que son malas para otros y malas para nosotros”, dijo y agregó: “En todas estas cosas está la vida, que uno la va dañando”.Un modelo“Tenemos una vida que no la atendemos, la dañamos, la eliminamos. Una vida que en nosotros y en los demás no es la verdadera vida que esperamos ansiosamente llegar a tener”.Maulión comentó que Jesús estimula a un cambio de vida y para eso da fuerzas. “Él dice amen como yo amé. No está dando un ideal utópico sino un modo de vivir”.En este sentido explicó que la vida de Jesús es plena, es amor, esperanza, se traduce en solidaridad y se concreta “en cuidado y respeto a la vida, en descartar todas aquellas cosas que en la vida dañan. Lo malo de nuestro corazón, lo que lo daña de afuera”.Habló de violencias, drogas, envidias que vive el hombre en la actualidad. “Una promoción de vida fácil y divertida. Un olvido de que los otros necesitan de mí y que soy hombre plenamente cuando los amo y los sirvo, como Jesús”.Oró por modificar esa conducta. “Hacer nuevas las cosas es hacer nuevo mi corazón, como el de Jesús. Hacer nueva mi familia, con las actitudes de Jesús; hacer nuevas nuestras relaciones sociales, políticas y laborales. Ser nuevo, porque Jesús nos hace nuevos para que hagamos nuevas las cosas”, explicó.CalendarioLa Pascua es para los cristianos es la celebración de la resurrección de Jesús. Es la fiesta principal, corazón y punto álgido del calendario litúrgico, la llamada Fiesta de fiestas.Se celebra por 50 días. (UNO)
