El presidente Javier Milei, anunciado como figura destacada del festival ultraderechista Viva 25 de Vox en Madrid, terminó participando solo a través de videoconferencia. La imagen fue clara: Milei, frente a la cámara, sin escenografía ni despliegue, hablando de manera monocorde durante apenas cinco minutos. No hubo rastro del espectáculo que en otras ocasiones lo convirtió en atracción internacional.
En ese breve mensaje, volvió a demostrar un sello característico en sus discursos: la utilización de las Sagradas Escrituras como arma política para atacar a la izquierda. Sin ofrecer políticas ni diagnósticos concretos, su intervención se limitó a un combate moral entre el bien y el mal, entrelazando Biblia y política en un mismo plano.
“Como dicen las Sagradas Escrituras: ellos nos atacan, llenos de insolencia e impiedad, para exterminarnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y para apoderarse de nuestros despojos. Nosotros, en cambio, luchamos por nuestra vida y por nuestras costumbres. El cielo los aplastará delante de nosotros. No les tengan miedo, no les tenemos miedo”, leyó Milei, en alusión al comunismo.
Este detalle no pasó desapercibido: el presidente repitió el mismo pasaje bíblico que ya había publicado en X para responder a Nicolás Maduro. El mandatario venezolano lo había acusado, junto a Elon Musk, de integrar “círculos diabólicos y sectas satánicas”. Milei decidió refugiarse en la Biblia y ahora repitió esa respuesta en un escenario internacional.
Otro eje de su discurso fue el asesinato de Charlie Kirk, a quien definió como “mártir de la libertad”. El activista conservador estadounidense fue asesinado en un campus universitario, en un contexto de creciente polarización política. “Paradójicamente, este atentado fue perpetrado y celebrado por los mismos que nos acusan de violentos a nosotros, que lo único que hacemos es expresar con vehemencia la veracidad de nuestros argumentos”, expresó, endureciendo su discurso y aumentando la tensión en la confrontación ideológica.
Lo que se prometía como intervención estelar terminó siendo un mensaje breve y cargado de dramatismo religioso. Más que abrir un debate político, expuso a un presidente cada vez más inclinado a sostener su liderazgo en una clave mesiánica.
Galería de imágenes
