
El tembladeral electoral dio paso a un período de sosiego para la economía. Solo las internas del Gobierno –tan vigentes como siempre– y los cambios de gabinete mantienen alterado a un oficialismo que tiene la posibilidad en los próximos meses de cosechar grandes logros. Aunque quedan pendientes todavía varias batallas.
En dos semanas, el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene en agenda reunirse informalmente para hacer un seguimiento del caso argentino. El esquema cambiario de bandas –que el presidente Javier Milei se encargó de reconfirmar esta semana en una entrevista con el Financial Times– sigue siendo un tema que inquieta a gran parte de los accionistas del organismo internacional de crédito.
“Seguramente se debatirá sobre la conveniencia de, al menos, ampliar las bandas”, adelanta una fuente con acceso a lo que sucede en directorio del FMI. El Fondo recién realizará la revisión del programa argentino en enero, pero siendo que el país es el principal deudor del organismo, con una concentración del 44,4% de su cartera total de créditos, es más que lógico que haga un seguimiento minucioso en el interín. ¿Lo que era un eterno dolor de cabeza para el ministro de Economía, Luis Caputo, le molestará menos ahora que cuenta con el respaldo del Tesoro de los Estados Unidos? ¿El apoyo de Trump y Bessent al gobierno de Milei impactará en los compromisos asumidos con el FMI? Solo el tiempo despejará esas incógnitas.
Entre tanto, el miércoles último el Gobierno se ocupó de mantenerse al día con sus vencimientos con el FMI: pagó US$865 millones (en rigor, se le transfirieron 585 millones de Derechos Especiales de Giro, como se conoce la canasta de monedas que usa el Fondo).
No es el único deudor al que el Gobierno le cumplió. También, según especulan en el mercado financiero, se ocupó de cumplirle parte del pacto al titular del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, que en lo peor de la crisis cambiaria salió en auxilio de la Argentina sin detenerse ante las críticas que la oposición a Donald Trump le formulaba en los Estados Unidos.
Bessent –que visitó en el pasado la Argentina un par de decenas de veces– habría dolarizado los casi US$2000 millones que había comprado de pesos en la corrida, gracias al Banco Central argentino. Desde el último viernes previo a la elección de medio término, el Tesoro de los Estados Unidos nunca más volvió a intervenir en el mercado cambiario, aun a pesar de que en las primeras ruedas del mes la oferta de dólares privada fue bien escasa. El BCRA habría activado el préstamo –swap, en la jerga– de US$20.000 millones que le dio el propio Tesoro para facilitar la dolarización de los pesos de Bessent. El gran trader de monedas, que hizo su fama por haber estado en el fondo de George Soros cuando ganó fortunas apostando a la devaluación de la libra esterlina, salió ganando. Una vez más.
Si hay algo que tiene en común toda la operación financiera del Tesoro de Estados Unidos con el préstamo que el BCRA –en diversas administraciones– selló con China, es la falta de transparencia. Bessent hace marketing por la red social X, pero no entra en detalles. Tampoco las autoridades argentinas se ocupan de refutar o confirmar las especulaciones que hace el mercado a partir de los datos que van surgiendo del propio balance de la autoridad monetaria. Inquietudes de los ñoños republicanos.
Para algunos en el mercado, el que el Tesoro ya no esté expuesto en pesos habilitaría al Gobierno a avanzar en un retoque del esquema cambiario. Si existe esa discusión en el seno del equipo económico, se mantiene bajo siete llaves. Lo cierto es que el reclamo más grande que le hacen los acreedores –incluido el FMI– al equipo de Caputo es que, eventualmente, debe empezar a recomponer el nivel de reservas internacionales. Hasta que la Argentina no acceda nuevamente a los mercados voluntarios de deuda, es la única garantía de repago que tienen. Las negociaciones con bancos privados y multilaterales por el préstamo de US$20.000 millones para recomprar bonos siguen en pie. Pero avanzan lento, confirman varios actores involucrados.
En el Gobierno, de todas formas, se ilusionan con ir acumulando dólares con las grandes inversiones comprometidas sobre todo en minería, petróleo y gas, pero también con las concesiones y privatizaciones que están en marcha, o por venir. El campo, en tanto, volverá a rendir por encima de lo esperado. Solo la suba del precio de la soja del último mes, estimó la consultora 1816 –una de las más reputadas del mercado– sumará US$1400 millones adicionales a los ingresos anuales previstos por exportaciones.
Para terminar de liberar las grandes inversiones mineras, la mayoría de ellas incluidas en el Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI), el Gobierno tendría previsto avanzar con la ley de Glaciares. La idea es avanzar rápido. Para hacerlo sin tener que dar otra pelea más en el Congreso, en el equipo del ministro Federico Sturzenegger tendrían previsto incorporar dos artículos en la Ley de Prespuesto, que desliguen a la Nación de la responsabilidad del impacto ambiental de las explotaciones. En tal caso, correría por cuenta de las provincias avanzar con la letra chica. Las multinacionales a cargo de los grandes proyectos de cobre vienen advirtiéndole al Gobierno que, más allá del RIGI, las inversiones no terminarán de avanzar sin una ley. Para algunas compañías, incluso, un decreto no sería un reemplazo sustituto aceptable. Otra batalla más, pero que el Gobierno se encamina a dar.
El equipo de Milei está aprovechando el momentum para moverse rápido. Lo que sucedió en los últimos meses es todo un aprendizaje. La buena racha puede extenderse más allá de lo esperado, como le sucedió al Gobierno aun aplicando un fuerte ajuste de la economía. Pero no avisa cuándo termina. Comenzaron ya las concesiones viales, este jueves se inició el proceso para la privatización del 45% de Nucleoeléctrica Argentina –empresa dueña de Atucha I, Atucha II y Embalse–, y se espera que los pliegos para la privatización del Belgrano Cargas estén listos antes de fin de año. “40 días, a más tardar”, afirman. Acá la gran apuesta es que mineras y empresas del agro se interesen en participar. Lo mismo los de la Hidrovía, el corredor fluvial por el que pasa el 80% de las exportaciones argentinas.
El interés por la Argentina de grandes jugadores internacionales se incrementó con fuerza después de conocerse el resultado del 26. En la Embajada en Washington se suceden las consultas. El encuentro organizado por el Council of the Americas, del que participó Milei en Nueva York, debió restringirse únicamente a CEO globales, para así acotar la cantidad de asistentes. “Después de la victoria electoral, Milei es más buscado que nunca”, afirma una fuente. Claro que, quienes siguen de cerca el humor inversor en el exterior, admiten que pese al extraordinario interés que suscita Milei, en privado, los empresarios admiten que la Argentina es todavía un país de altísimo riesgo.
Los cuatro meses de convulsión electoral no fueron gratis. No todo es adjudicable a los kukas comunistas. Todavía muchos también quieren ver si el cambio en el estilo del Gobierno, que parece más dispuesto a buscar consensos y bajar la agresión, se sostiene en el tiempo. Las cuatro leyes que el oficialismo espera poder debatir en el Congreso en extraordinarias –el Presupuesto, y las reformas penal, tributaria y laboral– serán grandes indicadores.
“La situación todavía tiene fragilidad y, sobre todo, en lo macro quedan muchos desafíos por delante. Las empresas van a hacer sus cálculos antes de hacer inversiones, mas allá del respeto que pueden tener de Milei y de su agenda”, reconoce una fuente desde Estados Unidos, con gran contacto en el mundo corporativo. “Haber salido mas fuerte de las elecciones resuelve en el corto y mediano plazo algunas dudas en cuanto a la sustentabilidad de la agenda política; su tono agresivo y su capacidad para desarrollar coaliciones despertaban más dudas. Si puede mantener este nuevo modo amigable, va a seguir despertando interés entre inversiones”, sentencia.
Más allá de las batallas económicas, que no son pocas pero que al menos parecen estar bien identificadas, y de las políticas que aguardan en el Congreso, hay una más, tal vez, la más complicada, que no termina de resolverse, y es la interna de poder que hay dentro del oficialismo y que mantiene algunos ministerios paralizados.
En el Gobierno algunos deslizan que, paulatinamente, Milei podría ir acotándole el poder al asesor Santiago Caputo. Pese a los videos con saludos y grandes abrazos que circulan por redes, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, podría avanzar sobre algunas áreas hasta ahora dominadas por Caputo. Con la llegada al país del embajador, Peter Lamelas, de gran vinculo con Trump –forma parte de su círculo en el club Mar al Lago–, la diplomacia paralela que supo ejercer –y con éxito– Caputo, pierde algo de relevancia.
Ya la relación con el gobierno norteamericano tiene una interlocución formal. El lobbista argentino Leonardo Scatturice y su socio americano Barry Bennet, previsores, ya ampliaron preventivamente su cartera de clientes, sumando a los gobiernos de Bosnia Herzegovina y Kirguistán, que además le pagan hasta 15 veces más por mes que la Argentina, según consta en registros del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Las relaciones son carnales, pero ahora también promiscuas.




