Un nuevo tridente de poder quedó a cargo del andamiaje legislativo de Javier Milei. Bajo el paraguas de Karina Milei −revalidó su ascendencia interna tras las elecciones−, Martín Menem, Patricia Bullrich y Diego Santilli coordinarán la arquitectura política que buscará sostener la segunda etapa del Gobierno: del ajuste y el orden fiscal hacia la producción y el crecimiento.
Menem seguirá controlando Diputados. Bullrich, que asumirá como senadora, quedó al frente del bloque libertario en la Cámara alta. Y Santilli, desde el Ministerio del Interior, será el enlace con los gobernadores. Los tres coordinarán la estrategia legislativa y buscarán asegurar las mayorías necesarias.
Menem y Bullrich acordaron la semana pasada el diseño de las sesiones extraordinarias: primero se debatirá el presupuesto 2026 y el proyecto de “inocencia fiscal”; luego, la reforma laboral, la reforma tributaria y la ley de glaciares. Para ambos, será la hoja de ruta del verano legislativo.
Bullrich consolidó su lugar en el nuevo esquema después de romper el bloque Pro y trasladar a su tropa a La Libertad Avanza. Con esa movida redujo a Pro a 16 diputados y le quitó a Mauricio Macri margen para influir en el Congreso. Fue el gesto que terminó de alinearla con Karina Milei.

En el Senado, la llegada de Bullrich implica un cambio de mando. Hasta ahora, la Cámara alta había sido terreno de Santiago Caputo, que condujo la discusión por los pliegos de la Corte finalmente rechazados. Ese esquema quedó atrás: Karina Milei llevará personalmente la negociación por las vacantes judiciales, un proceso que hoy está en pausa. La situación de Victoria Villarruel no cambiará: permanecerá al margen.
Para Santilli, el desafío es distinto. Asumió el Ministerio del Interior con menos poder del esperado: Migraciones y Renaper quedaron bajo la órbita de Bullrich, que buscará sostener su injerencia en esa área a través de su discípula, Alejandra Monteoliva. En el oficialismo admiten que Santilli deberá dar una señal política para afianzar su lugar. En privado, algunos ya mencionan una condición: tomar distancia definitiva de Macri.
“Probablemente se le pida la afiliación”, deslizó un dirigente que conoce los pliegues de los Milei. “Se esperará el momento adecuado”, agregó otro referente libertario, que admite que, para presionar a Pro −y especialmente a Mauricio Macri−, el oficialismo suele desplegar su costado más creativo. La discusión por la coparticipación automática a la Ciudad, definida por la Corte, que surgirá durante el debate del presupuesto 2026, será uno de los primeros escenarios de esa tensión. Todos los ojos estarán puestos en los movimientos de Santilli, que proviene del semillero porteño de Macri.
Cada uno de estos movimientos reduce el margen de maniobra de Pro. El oficialismo busca apoyarse en gobernadores interesados en sostener un buen vínculo con Milei para sumar votos propios y depender cada vez menos de la buena voluntad del expresidente, que volvió a ubicarse como un opositor “razonable”. La cumbre amarilla del miércoles lo reflejó con nitidez: de los tres gobernadores Pro, solo Jorge Macri (CABA) asistió; Ignacio Torres (Chubut) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos) estuvieron ausentes.

“Pro es un partido muy relevante en la Argentina. Es imposible pensar que gran parte de las reformas de los últimos dos años se hubieran aprobado sin Pro en el Congreso, acompañando cada debate. Tenemos el desafío de construir una alternativa en los próximos dos años”, dijo María Eugenia Vidal, una de las voces que eligió Macri para explicar la reunión de la Mesa Nacional. Repitió la idea de llevar un candidato propio en 2027, en sintonía con Macri.
Pero Vidal dejará su banca en diciembre y el núcleo duro del macrismo en el Congreso se achica. Cristian Ritondo, jefe del bloque en Diputados, se mueve con cautela. Antes de las elecciones sonaba como posible reemplazante de Menem en la presidencia de la Cámara, impulsado por Santiago Caputo. Esa opción se desmoronó. “Apostó rojo y salió negro”, resumen en el entorno del riojano, que tras los comicios habló por teléfono con Ritondo para sellar una tregua. Ahora, el diputado recalibra su estrategia para evitar nuevas fugas en un bloque debilitado.





