Hay conflictos laborales de todo tipo, pero algunos
adquieren una dimensión peligrosa. Es lo que está sucediendo en Fademi, una
pyme familiar que fabrica baterías para vehículos en Larroque, en la provincia
de Entre Ríos, que arrastra desde mediados del año pasado un enfrentamiento
entre sus dueños y un sindicato, con medidas de fuerza y bloqueos que
terminaron en despidos, frenados por la Justicia, pero en las últimas horas se
sumó un capítulo inquietante: en el contexto de esa pelea, y como un claro mensaje
intimidatorio, a una de las dueñas de la empresa le dejaron en la puerta de su
casa un paquete que contenía dos balas y la leyenda “Familia Fademi”.
Tras la inmediata denuncia policial, intervino la Fiscalía
de Gualeguay y la sorpresa llegó cuando los autores de la amenaza fueron
identificados rápidamente porque quedaron filmados por una cámara ubicada en el
frente de la casa: se descubrió que eran dos empleados de Fademi que viven en
Larroque (un pueblo de 6.500 habitantes) y habían participado de las medidas de
fuerza en la empresa.
En el video se ve cómo uno de ellos se baja de un auto,
manejado por otra persona, y deja el paquete ante la puerta. La curiosidad es
que queda a la vista la patente del vehículo y se determinó que es el mismo con
el que uno de los trabajadores va a trabajar a la fábrica. Los dos agresores
fueron detenidos en una carpa del sindicato que está instalada ante la entrada
de Fademi.
En la Fiscalía, según trascendió, están evaluando la
posibilidad de encuadrar el hecho como una amenaza agravada para que alguien
abandone o no asista a su puesto de trabajo, al interpretar que el objetivo de
dejar las balas en su casa es que la empresaria no vaya más a la fábrica. Ese
delito tiene una pena dura: de 5 a 10 años de prisión.
El abogado de la empresa, Pablo Torres Barthe, publicó en su
cuenta de X que los dos detenidos son dirigentes del Sindicato de Químicos de
Zarate-Campana, pero no hay confirmación oficial al respecto.
En cambio, hubo otro grave episodio que dio lugar a una
denuncia judicial por amenazas presentada por la empresa: hay constancias de
que a los empleados les llegó por Whatsapp un sticker que utiliza un dirigente
sindical y en el que se lo ve a él con las cabezas sangrantes de dos de los
dueños de Fademi, como si hubieran sido degollados.
El conflicto en Fademi se remonta a junio de 2024, cuando el
Sindicato de Trabajadores Químicos y Petroquímicos de Zárate-Campana inició
protestas en reclamo de un aumento salarial que, argumentó la empresa, era
imposible de pagar. Entre abril de 2023 y abril de 2024, los empleados había
recibido una mejora del 400%, más de cien puntos por encima de la inflación
acumulada, que fue del 290%. El sueldo inicial neto del sector, según el
apoderado de Fademi, Emiliano Gietz, estaba hace 7 meses en $1,5 millones y el
sueldo promedio mensual de bolsillo que paga la empresa ascendía a $2 millones.
Como informó en su momento Infobae, los sindicalistas
adujeron como una de las razones para justificar su reclamo el incremento en
las cuotas de los colegios privados. “En Larroque no hay”, les respondió el
abogado, pero el razonamiento quedó sin respuesta. No hubo negociación posible
y de inmediato el sindicato comenzó con las medidas de acción directa.
Según Gietz, “primero hicieron asambleas: se retiraban del
lugar de trabajo por un tiempo que fue de una a cinco horas; después pasaron al
quite de colaboración y redujeron la producción a un 10%, por lo que de 1.200
unidades diarias programadas hacían unas 100, a veces menos”. Como consecuencia
de estas medidas sindicales, la pyme aseguró que dejó de producir 30 mil
baterías.
La tensión fue escalando hasta llegar el bloqueo de la
planta cuando, a comienzos de junio, un camión que debía cargar productos no
pudo ingresar al predio porque el sindicato se lo impidió. El gremio también
forzó el retiro de los empleados de la línea de producción en medio del
proceso. La medida puso en peligro la fabricación de 2 mil unidades abandonadas
sin terminar y con exposición de productos químicos de alto riesgo. Finalmente,
el lote pudo ser salvado.
Sin embargo, todo empeoró: el viernes 5 de julio arrancó el
cese total de actividades que dejó a la planta con producción en cero y sin
stock. La protesta llevó a que muchos clientes cancelaran sus pedidos ante el
incumplimiento de las entregas. La empresa entró en una situación dramática. Su
flujo de fondos estuvo cortado y no podía cumplir con las obligaciones con sus
proveedores.
El prejuicio no sólo fue económico: el sindicato, de acuerdo
con la empresa, impulsó agresiones contra los dueños de Fademi, que incluyeron
desde las pintadas en el frente de una de sus casas hasta las bombas de
estruendo arrojadas contra otro domicilio, pasando por la irrupción de
activistas con bombos en medio de un asado familiar.
Según el sindicato, Fademi no cumplía con las condiciones de
seguridad en la planta (algo que no verificaron las autoridades) y ejecutó
descuentos sin justificación en los salarios. Luego siguió el despido de 3
empleados, que derivó en una huelga en demanda de su reincorporación, mientras
que a continuación se concretaron 25 cesantías. El 20 de este mes, finalmente,
la Sala de Feria de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo dio lugar al
reclamo del sindicato y le ordenó a la empresa la reincorporación de los
despedidos por haber participado de una huelga.
El fallo será apelado por la empresa de los hermanos De
Miguel, pero lo graves es que el conflicto se tiñó nuevamente de violencia y
torna impredecible su evolución desde que apareció el mensaje mafioso, con dos
balas incluidas, en la casa de una de sus dueñas y circuló la amenaza en forma
de macabro sticker en el Whatsapp de los empleados.