La “chicharrita” parecía “controlada”, pero su reaparición
en lotes de maíz de diversas localidades de Entre Ríos despertó nuevamente las
alertas, según advirtió el ingeniero agrónomo Gerónimo Cerini, uno de los
propietarios de la empresa familiar El Hinojo, dedicada a la agricultura, en
60.000 hectáreas sembradas durante esta campaña en diferentes áreas de la
provincia, integrado a la producción de cerdos (2000 madres) y una red de 10
carnicerías.
“Vemos con preocupación la aparición de chicharrita en lotes
de la provincia. La semana pasada apareció en el norte y hoy ya la vemos en
lotes en la zona sur (Victoria y Gualeguay). Tenemos la sensación que el sector
está todavía pensando que no hay chicharrita y creemos que hay que actuar
rápido para amortiguar su impacto”, señaló el empresario.
Cerini afirmó que, en línea con lo ocurrido en el resto de
la provincia, la firma decidió en esta campaña disminuir sensiblemente la
siembra de maíz.
Al respecto, ejemplificó que en el ciclo 2023/24 habían
implantado 12.000 de 47.000 hectáreas con el cereal. Mientras que en la campaña
2024/25 decidieron sembrar 10.000 sobre un total de 60.000. A su vez, de ese
total, 6000 son de siembra temprana y 4000 de tardía, las cuales decidieron
sumar al no detectarse presencia de la plaga durante noviembre y diciembre, una
situación que ahora empieza a revertirse y preocupa.
“Ante la ausencia de chicharrita, decidimos hacer más maíz
porque la verdad que es un cultivo más rentable, con una rotación más
sostenible y sirve además para el consumo de los cerdos. Pero esta semana
empezamos a detectarla nuevamente por medio de lupas que compramos entre varios
productores. Primero, fue en el norte de Entre Ríos y hoy ya se expandió hasta
la localidad de Victoria, que es la zona de excelencia para la actividad
agrícola en la provincia”, advirtió.
Si bien el productor aclaró que hay una población
sustancialmente menor que el año pasado, su resurgimiento genera preocupación y
aconsejó no bajar la guardia con el monitoreo.
Sobre eso, comentó: “La particularidad, que nos llamó la
atención, es que el insecto prefiere ir primero al maíz y no a las trampas
pegajosas de color amarillo que pusimos en los lotes para detectarla. De hecho,
en todos los lotes no la encontramos en la trampa, sino en la planta. Por eso,
transmitimos la precaución a todos los productores de no quedarse tranquilos
porque no aparezcan ejemplares en las trampas”.
Cerini indicó que comenzaron con las aplicaciones de
fitosanitarios ni bien comenzaron a encontrar al insecto. “Buscamos bajar la
población, porque estamos dentro de la ventana donde, si la chicharrita le
contagia spiroplasma al maíz, puede mermar muy fuerte su rendimiento. De hecho,
el año pasado teníamos presupuestado un rinde de 6000 kilos, pero terminamos
cosechando entre 2200 y 2300 por hectárea. O sea, es muy importante la
capacidad de daño de la chicharrita infectada con spiroplasma hasta el estadío
V8 o V9 del maíz”.
En ese sentido, dijo que es mejor realizar los controles en
las primeras horas de la mañana o al atardecer, cuando el calor no es tan
fuerte, y la chicharrita sale de adentro de la planta para buscar fresco y
humedad.
Recordó que “la chicharra puede volar hasta 30 kilómetros de
distancia de cada individuo. Si no hay una toma de conciencia general sobre el
alerta temprana, es muy difícil que cada uno pueda cubrirse. Por lo que hemos
aprendido de lo sucedido en Brasil, se necesita de un manejo y de prácticas en
conjunto para poder mitigar el efecto y gestionarlo de la mejor forma. Por eso,
por medio de las redes de monitoreo de INTA, Aapresid y CREA buscamos hacer un
poco de fuerza entre todos”.