En las tierras de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, se está consolidando una técnica revolucionaria que promete transformar la producción avícola del país. El apilado sanitario de la cama de pollo, desarrollado y evaluado por un equipo del INTA, ha demostrado ser una herramienta eficiente para reducir microorganismos patógenos, mejorar la sanidad y aumentar la productividad en las granjas de engorde.
La clave para una crianza más saludable y eficiente
La cama de pollo, ese residuo generado tras la crianza de aves, es mucho más que un desecho. Rica en nutrientes, su correcto tratamiento puede convertirla en un fertilizante natural para cultivos. Sin embargo, antes de usarla, es fundamental someterla a procesos sanitarios que disminuyan el riesgo de contaminación, tanto en las propias granjas como en su entorno.
El apilado consiste en formar pilas de aproximadamente un metro de altura, permitiendo que, en un lapso de 10 a 15 días, los microorganismos presentes generen una temperatura lo suficientemente alta como para eliminar bacterias y virus patógenos. Esta práctica, promovida no solo reduce la carga biológica entre una crianza y otra, sino que mejora indicadores productivos como la conversión alimenticia y disminuye la mortalidad de los pollos.
Juan Martín Gange, investigador del INTA, explicó que esta
técnica tiene un impacto directo en la rentabilidad de los productores: “Pollos
más sanos implican mejores índices productivos, menos pérdidas y, al final del
ciclo, mayores ingresos”.
Entre Ríos: un epicentro avícola con visión ambiental
Entre Ríos, una de las cunas de la avicultura en Argentina,
cuenta con más de 250 granjas certificadas con aptitud ambiental desde 2017,
según la Secretaría de Ambiente provincial. Este certificado, exigido por los
mercados externos, garantiza que las granjas cumplen con normas ambientales,
incluyendo el tratamiento adecuado de la cama de pollo.
Juan Bordet, un productor de segunda generación avícola
trabaja con 17 galpones y maneja una impresionante cifra de 1,2 millones de
pollos al año. Bordet adoptó el apilado sanitario y ha sido testigo de sus
beneficios: “Antes reutilizábamos las camas sin tratamiento, lo que mantenía la
carga bacteriológica. Ahora, con el apilado, logramos una notable reducción de
la contaminación”.
Un sector con impacto nacional
La avicultura argentina es un pilar de la economía
agroindustrial, con cifras destacadas en 2024: más de 2,4 millones de toneladas
de carne de pollo producidas y 900 millones de aves faenadas, según datos del
Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA). Este sector no solo abastece
al mercado interno, sino que exporta más de 350.000 toneladas de carne de pollo
a mercados internacionales como China, Sudáfrica y Rusia.
En este contexto, técnicas como el apilado sanitario no solo
mejoran la competitividad de las granjas, sino que fortalecen la sostenibilidad
del sector. La capacidad de integrar soluciones ambientales con la producción
avícola posiciona a Argentina como un referente en prácticas responsables
dentro de la agroindustria.
Hacia un futuro sostenible
La implementación del apilado sanitario es una muestra de
cómo la innovación puede transformar desafíos en oportunidades. Con el respaldo
de instituciones como el INTA, los productores están adoptando prácticas que no
solo cuidan la salud de sus granjas, sino que también contribuyen a un
equilibrio ambiental.
La avicultura argentina, impulsada por su capacidad
productiva y su enfoque en la sostenibilidad, tiene todas las herramientas para
seguir creciendo. Y mientras lo hace, asegura que cada paso esté acompañado de
un compromiso con la eficiencia, la sanidad y el cuidado del medio ambiente.