El juez federal de Concepción del Uruguay Pablo Seró, muerto en la mañana de este jueves tras caer de la terraza de un edificio en esa ciudad entrerriana, enfrentaba, desde el año pasado, un sumario en el Consejo de la Magistratura.
No estaba relacionado con su actuación funcional en el tribunal o por irregularidades en alguna causa en trámite, sino por un hecho que tuvo como protagonista a su hijo Ramiro Seró Frattini, que el 24 de marzo del año pasado chocó un auto, una vivienda y un local comercial en el centro de aquella ciudad entrerriana cuando iba al volante de una camioneta Volkswagen Amarok inscripta a nombre de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y asignada al uso exclusivo del juzgado.
Uno de los damnificados denunció, en abril, que el joven conducía en estado de ebriedad y que a través de sus letrados habría ofrecido dinero para resolver la cuestión y cubrir los daños a cambio de que el tema quedara fuera del escrutinio público.
Con posterioridad, la Cámara Federal de Paraná elevó al Consejo de la Magistratura una “actuación administrativa” para informar de lo ocurrido con la camioneta, sujeta al uso exclusivo para actividades oficiales y no para el uso particular de un juez o de sus familiares o allegados.
Se supo, además, que el vehículo acumulaba deudas por 1,3 millones de pesos por infracciones de tránsito. El tema, obviamente, causó preocupación en el magistrado, aunque en los últimos meses, según personas de su entorno, consideraba la cuestión como algo resuelto y encaminado a una solución que no implicaría alguna sanción en su contra.
“Me robó el auto y chocó, es obvio que me denuncien”, repetía entre sus allegados, según pudo saber LA NACION.