Desde hace décadas, las teorías logísticas y portuarias han
avanzado de forma acelerada, posicionando a los puertos como actores económicos
claves que pueden ser mucho más que simples espacios de carga y descarga. Entre
Ríos, una provincia situada en la región mesopotámica de Argentina, emerge como
una joya logística sin pulir, con el potencial de redefinir su rol en el
comercio exterior si juega bien sus cartas. Sin embargo, como suele ocurrir en
este país de promesas, todavía se debate entre su potencial y la inacción
política.
El panorama portuario global ha sido delineado por la visión
de expertos como Richard Oliver Goss, quien dejó claro que los puertos son
actores económicos con un impacto profundo en el comercio y el desarrollo
regional.
Entre Ríos, con sus ríos Paraná y Paraná Guazú y Uruguay,
encaja perfectamente en esta perspectiva, pero ¿por qué aún no ha alcanzado ese
estatus de centro logístico por excelencia? La respuesta no solo reside en las
decisiones políticas, sino en cómo se ha administrado y explotado (o sub
explotado) su geografía privilegiada.
La provincia está rodeada de una riqueza hidrológica que,
según las teorías de Goss, es esencial para reducir los costos operativos de
transporte. Sus ríos, que naturalmente permiten la navegación, reducen la
necesidad de intervenciones costosas como el dragado intensivo. Pero,
paradójicamente, mientras algunas regiones del mundo sueñan con tener esta
ventaja, Entre Ríos sigue esperando que su infraestructura alcance su potencial
máximo, navegando en la carencia de una estratégica política portuaria seria
sobre todo en el sur de la provincia que reserva ventajas comparativas y
competitivas desperdiciadas hasta ahora.
Teoría vs. realidad
Tomando en cuenta a Theo Notteboom y el mencionado Goss, los
puertos no deben limitarse a ser puntos de conexión de mercancías. Son piezas
de una cadena compleja que debe integrar ferrocarriles, carreteras y vías
fluviales para maximizar el desarrollo regional. En Entre Ríos, estos puertos
podrían transformarse en catalizadores para la agroindustria y las
exportaciones de productos como cereales, frutas, alimentos cárnicos y
procesados. Sin embargo, la falta de infraestructura adecuada y las condiciones
de las conexiones terrestres ha impedido que se establezca un estándar de
eficiencia logística.
La implementación de políticas económicas claras y la
atracción y promoción de la inversión privada se presentan como requisitos
ineludibles. Experiencias exitosas en otros países sugieren que las
asociaciones público-privadas, si son bien gestionadas, pueden convertir
regiones enteras en hubs logísticos. Pero surge la duda: ¿Tendrá Entre Ríos el
coraje para actuar decisivamente, o se limitará a medidas paliativas que sólo
postergan su desarrollo?
Gestión sostenible
La sostenibilidad no puede quedar relegada. Entre Ríos,
hogar de humedales ricos y biodiversidad excepcional, debe equilibrar su
desarrollo económico con la protección del medio ambiente. Las teorías de
políticas portuarias sostenibles sugieren que la incorporación de tecnologías
ecológicas, como el manejo eléctrico de la carga y prácticas de mitigación
ambiental, podrían ser no solo un gesto hacia la ecología, sino un factor
diferenciador clave en su competitividad global.
Los proyectos sostenibles que limitan las emisiones de
carbono son una oportunidad para convertir la sostenibilidad en una ventaja.
Pero aquí está la ironía: mientras el mundo entero avanza hacia prácticas más
ecológicas, Entre Ríos parece debatirse todavía sobre si quiere liderar o seguir
en la sombra. De nuevo, el progreso está al alcance, pero solo si hay voluntad
de cambiar.
Futuro prometedor
Las teorías portuarias modernas coinciden en que la
tecnología es el futuro. Con avances como la digitalización, los sistemas
automatizados y las soluciones basadas en inteligencia artificial, los puertos
de Entre Ríos podrían redefinir su competitividad. Goss y Notteboom destacan la
necesidad de tener puertos resilientes al cambio climático, un concepto
esencial en estos tiempos. No invertir en infraestructura robusta sería un
error costoso, y la modernización no es una opción, sino una urgencia.
Y aquí reside la paradoja: Entre Ríos tiene todo lo
necesario para triunfar, pero sigue atrapada en debates sobre cómo lograrlo.
¿Será una cuestión de tiempo o de la famosa inercia política argentina? El
sueño de un centro logístico de clase mundial está a un paso, pero el éxito
dependerá de la capacidad de la provincia para evitar errores.
En un mundo cada vez más globalizado, Entre Ríos tiene el
potencial para liderar en comercio exterior y desarrollo portuario. Y, quizás,
en un toque de esperanza irónica, es posible que dentro de algunos años la
provincia no solo sea un estudio de caso para teorías portuarias, sino el
ejemplo perfecto de cómo una planificación estratégica puede transformar una
región. Pero claro, solo si no se equivoca.