Tras una tregua que duró menos de 24 horas, 12 diputados aliados a Facundo Manes y Martín Lousteau definieron que abandonarán el bloque UCR para armar un espacio propio. Si bien no se formalizó el proceso a través de la nota de rigor, donde deberá constar el nombre y la persona que conducirá la nueva bancada, la ruptura ya es un hecho.
Se trata de un golpe para el cordobés Rodrigo de Loredo, jefe del radicalismo en la Cámara baja, quien quedará con una tropa de 21 legisladores. Esta definición se materializó tras la difusión de una nueva foto de seis radicales en la Casa Rosada junto a figuras del oficialismo, como el asesor presidencial, Santiago Caputo.
Para aquellos que se exhiben como férreos opositores al Gobierno, esta imagen representa un símbolo de guerra dado que lo que desencadenó la fractura en primera instancia fue la reunión, también inmortalizada en un retrato, entre el Presidente y cinco diputados de la UCR que terminaron apoyando los vetos que impuso Javier Milei a las leyes de jubilaciones y de presupuesto universitario.
“Conformamos un nuevo bloque. La ruptura la hizo De Loredo yendo a la reunión de los bloques oficialistas”, ratificó una referente del flamante armado. Desde el sector que se rehusó a expulsar a los cinco díscolos y ve con buenos ojos un acercamiento a los libertarios justificaron su asistencia a la Casa Rosada: “Fue una invitación institucional y enviamos una delegación”.
Participaron el jefe de la bancada, Lisandro Nieri (Mendoza), Roxana Reyes (Santa Cruz), Soledad Carrizo (Córdoba), Roberto Sánchez (Tucumán) y Luis Picat (Córdoba). Este último fue parte del puñado que se fotografió con el Presidente.
“Creemos que la política es diálogo, encontrar acuerdos, marcar las diferencias, pero fundamentalmente darle una respuesta a los argentinos hartos de las continuas grietas y peleas”, concluyó Reyes en el tuit a través del que explicó los detalles del encuentro y aprovechó para transmitir un metamensaje a sus excolegas de bloque.
“Irnos del bloque es una decisión tomada”, dictaminó el diputado Fernando Carbajal en diálogo con LA NACION. “Todos con la peluca puesta. Sobreactuando oficialismo”, sumó en X sobre la imagen que protagonizaron sus colegas de bloque con referentes de Pro, La Libertad Avanza y funcionarios del gabinete de Milei, como Caputo, Lisandro Catalán -secretario de Interior- y Federico Sturzenegger -ministro de Desregulación y Transformación del Estado-.
La visita a Balcarce 50 también fue objetada por el ala mediadora dentro del bloque, encarnada en Julio Cobos (Mendoza) y Mario Barletta (Santa Fe). Según trascendió, Cobos advirtió que ir a la reunión con el oficialismo en este marco era “tensar hasta romper”. “No es un encuentro solo con la UCR por presupuesto. Nadie es inocente y el Gobierno juega su juego”, sintetizaron cerca del mendocino.
Quienes pegarán portazo son, además de Manes y Carbajal, Pablo Juliano (Buenos Aires), Juan Carlos Polini (Chaco), Marcela Coli (La Pampa), Jorge Rizzotti (Jujuy) y Manuel Aguirre (Corrientes).
Se les sumaran los diputados de Evolución, la rama radical ligada a Lousteau y su socio político, Emiliano Yacobitti. Se trata de las porteñas Carla Carrizo y Mariela Coletta, así como Danya Tavela (Buenos Aires), Melina Giorgi (Santa Fe) y Marcela Antola (Entre Ríos).
Esta división afecta a los gobernadores del espacio. Giorgi responde al mandatario santafecino, Maximiliano Pullaro, que llegó al poder como referente de Evolución. Toma distancia así de Alfredo Cornejo (Mendoza), uno de los más cercanos al Poder Ejecutivo, vinculado con De Loredo.
A pesar que dentro del grupo de migrantes hay referentes de Jujuy y Chaco, donde mandan los radicales Carlos Sadir y Leandro Zdero, respectivamente, su decisión no podría vincularse con una definición de estos jefes provinciales dado que no existen vínculos políticos entre ellos, más allá de lo puramente territorial.
La cumbre que obturó la paz
El primer indicio de que las diferencias dentro de la UCR habían llegado a un punto de no retorno fue el fracaso, ayer por la mañana, de la mesa de diálogo pensada para bajar la tensión entre los distintos sectores que convergen en la bancada. Los roces comenzaron incluso antes de que se concrete la cumbre: no hubo acuerdo ni siquiera para elegir el lugar de encuentro.
Mientras un sector propuso que fuese en el despacho del presidente del bloque, otros se negaron por considerarlo un territorio carente de neutralidad. Se definió que fuera a las 11, en el quinto piso del Anexo de Diputados, y no contó con la presencia de De Loredo.
Según pudo saber LA NACION, la reunión fue breve. El diálogo se obturó inmediatamente después de que Pamela Verasay (Mendoza) y Karina Banfi (Buenos Aires) transmitieran a sus colegas que no estaba en discusión la asistencia de una porción del bloque a la reunión en la Casa Rosada. Tras ello, solo se escucharon gritos y pases de factura.
Si bien el sector cercano a Manes aseguró que no se llegó a tocar la posibilidad de reorganizar el bloque, los diputados en la vereda opuesta señalan que el grupo que se irá exigió lugares en las comisiones así como la secretaría parlamentaria de la bancada -cargo que actualmente detenta Soledad Carrizo- como condición para no irse. Esta solicitud fue ignorada.
En minoría, el grupo referenciado al neurocientífico no pudo imponer su voluntad y no le quedó más remedio que irse para evitar someterse a la decisión del resto.