El 1 de marzo Javier Milei abrió un nuevo período de sesiones ordinarias en el Congreso. Tras un verano agitado, donde los agravios y el fuego cruzado con los gobernadores fueron la norma, el Presidente pisó el freno y sorprendió con la convocatoria al Pacto de Mayo. Poco más de 20 días después, desde la ciudad de Córdoba, Milei anunció que, a la par de esa iniciativa, se constituiría el Consejo de Mayo, un órgano destinado a impulsar reformas estructurales para el país.
Dicho cuerpo fue establecido por decreto y, en los papeles, constaría de la designación de un representante por sector -del Gobierno, de Diputados, del Senado, de las provincias, de los gremios y de los empresarios-, con el objetivo de redactar proyectos de ley consensuados por los principales actores políticos y económicos del país. Hoy, poco más de tres meses después de su creación -ocurrida a mediados de julio vía Boletín Oficial-, su actualidad está en el limbo y su futuro es una incógnita.
Consejo de Mayo: parálisis y escepticismo de los
gobernadores
De momento, el Consejo de Mayo no es más que un rótulo. En
la Casa Rosada dan cuenta de que sus dos representantes ya fueron
seleccionados. Por un lado, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, oficia como
presidente del mismo; por el otro, Nación designó al ministro de Desregulación,
Federico Sturzenegger, en la silla que le corresponde al Estado nacional.
"El Gobierno presentó a sus dos personas. El resto de
las entidades también deben presentar las suyas", señalaron a Ámbito
fuentes oficiales. En efecto, la última gran noticia al respecto fue el
nombramiento de Sturzenegger, ocurrido a principios de agosto. De esa manera,
en Balcarce 50 le pasaron la pelota a los demás involucrados, que no acusan
recibo ante la parálisis del espacio.
Dentro de los puestos vacantes, ocupa especial atención la
silla designada a uno de los 24 gobernadores. Sucede que, al calor del plan
motosierra y de los constantes chispazos entre la administración libertaria y
las provincias, el elegido deberá llevar la voz cantante de un sinfín de
reclamos variopintos, que incluyen merma de fondos, parálisis de obra pública,
mantenimiento de rutas y quita de subsidios al transporte, entre otros.
Ese jefe provincial, además, tendrá que mediar en un mapa donde cohabitan líderes de Juntos por el Cambio (JxC), del peronismo y de los provincialismos, cada uno de ellos con sus particularidades a cuestas. "¿Cómo hacés para que vaya un representante y hable en nombre de todos los gobernadores, con las diferencias que tiene cada región, con las necesidades y demás? No hay forma", se quejaron ante este medio desde la orbita de un cacique amarillo. "Mucho enunciado y poca acción", sumó la voz.
El escepticismo se repite en cada uno de los distritos
consultados por este medio. "Está muy frío ese tema", indicaron desde
una jurisdicción patagónica, donde consideraron que la conformación del Consejo
de Mayo podría quedar atada a las negociaciones por el Presupuesto 2025, que ya
comenzaron con chispazos importantes en el Gobierno y los gestiones
subnacionales. "La verdad es que a nadie le interesó", sumó descreído
otro funcionario provincial.
Ese espíritu, que surca transversalmente a las gobernadores
de JxC y a los provincialismos dialoguistas, no es compartido por el peronismo
más opositor, donde ni siquiera mostraron interés tanto por el Pacto de Mayo
como por el consecuente órgano. "No sabemos ni qué es eso", habían
declarado con sorna desde despachos platenses durante la danza de nombres para
elegir un representante federal. "Nadie sabe muy bien para qué serviría
tampoco", agregó el entorno de un jefe provincial celeste.
Lo cierto es que, aunque en el Gobierno se desentienden de
la elección de los demás representantes, algunos nombres generan mayores
simpatías que otros. Como contó Ámbito, entre los favoritos de la Casa Rosada
figuraba el entrerriano Rogelio Frigerio, uno de los que mostró mejor sintonía
con Javier Milei desde la hora cero. Por su pasado como ministro del Interior,
el dirigente del PRO es un conocedor de la arquitectura de las provincias y es
bien ponderado tanto por opositores como por aliados. Mantiene, además, línea
directa con Mauricio Macri.
Otro nombre "amigable" para la tropa libertaria es
el del radical Alfredo Cornejo, de Mendoza, provincia que el Presidente visitó
hace apenas semanas. Más allá de los encontronazos generales, el líder cuyano
cosechó un vínculo aceptable con La Libertad Avanza (LLA) y comanda su segundo
mandato (no consecutivo) al frente de un importante distrito. También es una
conexión directa entre la UCR "con peluca", dispuesta a estrechar
lazos con el campamento oficialista.
Dentro del bolillero no cambiemita destacan algunas figuras.
El peronista Osvaldo Jaldo (Tucumán), por caso, rompió con Unión por la Patria
(UP) en el Congreso para apoyar la ley Bases y desde entonces se pintó de violeta
en el tablero nacional. El provincialista Gustavo Sáenz (Salta) también se
alejó de la liga UP para sostener una relación autónoma con el Gobierno
nacional y no protagonizó grandes choques frontales con Nación.
Turbulencias con las provincias
En las últimas semanas, Milei se metió de lleno en el barro
de la política y comandó en primera personas las negociaciones con fuerzas
aliadas a fin de evitar reveses en el Congreso. Así, las reuniones con
legisladores radicales y del PRO, principalmente, se convirtieron en una postal
recurrente en la oficina presidencial. En ese ida y vuelta se inscribió,
también, el asado de la polémica en la Quinta de Olivos.
La dilatación de los tiempos no fue buena para LLA. Tras el
"veranito" por la aprobación de la ley Bases y el Paquete Fiscal, y
con una foto robusta en el Pacto de Mayo, la conformación del Consejo se
postergó y ahora los mandatarios muestran los dientes en pleno toma y daca por
el Presupuesto. El pedido de un ajuste de u$s60 mil millones a las provincias
despertó la bronca. "El chiste de que es todo tema de los gobernadores se
va a acabar", confiaron desde el Norte Grande.
Los 30 días de plazo para que el cuerpo se constituya ya
vencieron y en todos los campamentos se aguardan gestos de la otra parte. Mismo
escenario se repite entre las filas de la Confederación General del Trabajo
(CGT), del empresariado y también del Congreso, donde, lejos de elegir a sus
representantes, los menesteres son otros por estas horas.