A pesar de que las diferencian su actividad, su lógica y su servicio, la salud pública y la educación pública coinciden en Entre Ríos en la escasez de personal y el deterioro edilicio de cada uno de sus establecimientos. El causal de ello, denuncian docentes y trabajadores de la salud, radica en la desinversión en ambos sectores, que afecta considerablemente en la calidad y el desarrollo de sus áreas.
En Entre Ríos, desempeñarse en educación y en salud implica afrontar una carga horaria extensa para engrosar sus ingresos y no padecer hasta fin de mes.
En cuanto a la docencia, Sofía Cáceres Sforza, docente universitaria, señaló que “el piso salarial es de 150.000 pesos, cuando la canasta básica radica en los 230.000 pesos, lo que implica que los docentes se llenen de horas, corriendo de una escuela a otra”.
A su vez, la también secretaria del Sindicato de Docentes Universitarios detalló que “los profesores no se rigen por el convenio de las universidades nacionales, entonces no tienen la categoría de docente universitario y se los contrata por tres horas y seis horas, lo cual se traduce en salarios bajísimos”.
Respecto de la salud pública, Nadia Burgos, integrante del área de salud mental, reveló que “los salarios por debajo de la línea de pobreza”. Y agregó en ese sentido: “Por ejemplo, enfermeros con 16 años de antigüedad no llegan a ganar 300.000 pesos, por lo que deben trabajar en varios hospitales para poder subsistir. En mi caso, que percibo códigos por trabajar en salud mental, y haciendo 40 horas extras, llego a superar apenas los 200.000 pesos”.
A dicho revés salarial se le añade una por demás reducida plantilla de personal tanto en salud como en educación. Un déficit que, según Cáceres Sforza, se relaciona conque “la planta de los trabajadores estatales no se puede ampliar, porque sería incumplir con la política de déficit fiscal cero del gobierno provincial, entonces la forma de contratación es residual”.
El escenario se repite en la faz sanitaria, puesto que, según describió Burgos, “hay una planta transitoria muy grande, vinculada a la suplencia. Entonces muchos servicios no se pueden cumplir. Por ejemplo, no se garantizan los partos, hay muy pocos hospitales, y algunas especialidades se atienden cada 15 días o un mes”.
La infraestructura de los recintos educativos y sanitarios también constituye otro factor que acentúa la desinversión provincial. Cáceres Sforza reflejó que “durante la ola de calor se registraron concentraciones de alumnos porque era imposible estar en las aulas. Por eso, las clases fueron más cortas”.
Pero aún resulta más grave la cuestión edilicia en la educación superior, la cual “se caracteriza por tener una universidad provincial cuyo problema histórico radica en no tener un edificio propio. Por lo tanto, usa las aulas de la Escuela Normal y de la Nacional, de la Jauretche y de la Scalabrini Ortiz de Paraná”, añadió la docente universitaria.
Al mismo tiempo, Burgos enfatizó que en la salud pública han tenido lugar “muchas promesas de hospitales que quedan en la nada, como en Villaguay, que lleva décadas de falsos anuncios, e incluso se presentó oficialmente la licitación, y eso se repite en muchos lugares”.