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Lunes 05 de junio de 2023
(Mención a Bordet) Los gobernadores del PJ quedaron en el centro de la disputa, entre la incertidumbre interna y la revuelta de la oposición
gobernaores pj

Juran en su entorno que todavía seguía en territorio bonaerense, un rato después de confirmar a Victoria Tolosa Paz como su precandidata a gobernadora tras una recorrida conjunta por Tres de Febrero, cuando Daniel Scioli recibió en su teléfono, uno detrás de otro, el llamado de tres gobernadores del PJ con un mensaje de “apoyo” para que siga adelante.

El embajador en Brasil está muy movedizo, a pesar de los intentos de un sector de la coalición por menospreciarlo: “Es él solo con un WhatsApp”, dijo alguien. En verdad, es mucho más que eso. Lo cierto es que Scioli va al frente.

No fueron solo tres gobernadores: en el interior del país aseguran que el ex gobernador ya se ocupó de hablar en los últimos días con muchos de sus ex colegas para avisarles que, por ahora, no tiene pensado dar un paso al costado. Que quiere el apoyo de ellos o que, al menos, existan reglas claras.

Será parte del menú de la discusión que el próximo miércoles mantendrán los gobernadores del PJ y aliados en el edificio de San Martín y Tres Sargentos -se debate, en la previa, un documento alusivo-, en el Retiro porteño, en el Consejo Federal de Inversiones que encabeza Ignacio Lamothe, un funcionario del riñón de Eduardo “Wado” de Pedro, el otro precandidato que trabaja a tiempo completo para la instalación de su figura a la espera de que Cristina Kirchner defina si es o no el elegido.

En las oficinas del ministro trabajan como si la decisión ya se hubiera tomado. Los gobernadores están inquietos. Algunos, como en aquella película de Pedro Almodóvar de fines de los ‘80, protagonizada por Carmen Maura, incluso al borde de un ataque de nervios, por un contexto particular que en los últimos meses bajó a muchos de ellos al terreno de los mortales: nunca antes se vieron tan amenazados. En este caso, por una Corte Suprema que todavía promete novedades.

A Juan Manzur y a Sergio Uñac, por ejemplo, el máximo tribunal les impidió con un fallo buscar la reelección -en el caso del tucumano, debajo de Osvaldo Jaldo-.

El caso Tucumán está plagado de trascendidos. El más osado da cuenta de negociaciones previas entre el gobernador y un sector del tribunal que alguien incumplió.

Más allá de las versiones, Manzur esperaba un triunfo holgado para proyectarse a nivel nacional. Eterno, Gildo Insfrán ahora espera desafiante: no vaya a ser que a la Corte también se le ocurra impedirle competir tras la presentación que llegó desde Formosa al tribunal. El formoseño es habilidoso, y sus abogados en Buenos Aires son muy pragmáticos. Puede dar fe el expediente Ciccone-The Old Found.

En Entre Ríos, Gustavo Bordet tuvo que unificar los comicios ante la única posibilidad de que el PRO, de la mano de Rogelio Frigerio, no termine con el reinado del peronismo: con una ayuda de los votos de Javier Milei.

En Santa Fe, con Omar Perotti impedido de buscar la reelección -así lo establece la constitución provincial-, el PJ corre muy serios riesgos de ser derrotado en manos del frente de frentes del PRO, la UCR y el socialismo. Para colmo, el cierre de listas del oficialismo -el gobernador y el kirchnerismo-La Cámpora van separados- dejó heridas sin saldar.

Jorge Capitanich está ansioso y expectante. Hay quienes creen que también está cansado. “Siempre tuvo un objetivo nacional”, explican desde el Chaco. Muy cercano a Axel Kicillof, cerca de “Coqui” resaltan que el gobernador espera una señal de Buenos Aires desde hace más de una década.

El 20 de octubre del 2010, siete días antes de morir, en su último acto público, Néstor Kirchner lo señaló como “uno de los grandes políticos de la Argentina”. Desde ese momento, el gobernador aguarda una bendición que por ahora no llegó. El próximo domingo 18 buscará la reelección provincial, en unas PASO que llevan, por separado, sin internas, cuatro listas del peronismo.

Capitanich todavía espera un triunfo que lo posicione en el sprint final del cronograma de cierre de listas, antes del 24, como un actor de peso en la mesa de negociaciones. Su participación el próximo miércoles en el CFI aún no está definida justamente por los comicios locales.

El caso de Alberto Rodríguez Saá, de San Luis, es más que llamativo: de un día para el otro, después de defender en la puerta del CFI reiteradas veces en estos años al kirchnerismo y posicionarse como uno de los voceros de la pelea con la Corte, bajó el perfil y se abrió de esa liga de gobernadores. Son solo algunos ejemplos.

Los mandatarios quieren saber si tendrán algún lugar en las fórmulas. Pero antes que nada, los gobernadores tienen previsto priorizar -muchos ya lo hicieron-, como siempre, sus territorios, para después sí consensuar una estrategia nacional que este miércoles tendrá una primera señal del termómetro con el que miden el escenario de cara a las PASO de agosto.

Cristina Kirchner tiene vínculo fluido con casi todos. Llamó la atención que solo Ricardo Quintela, de La Rioja, se dejara ver sobre el escenario en el acto del 25 de mayo, en la Plaza, al lado de Alicia Kirchner y Kicillof. Quintela ya revalidó holgadamente su reelección y fue el primero de los mandatarios en postular a De Pedro como el candidato del peronismo.

El encuentro del miércoles será revelador en ese sentido, y una evidencia de los trascendidos que dan cuenta de que la ex Presidenta ya habló con varios de ellos para blanquearles su estrategia. Las PASO y el armado de las listas figuran al tope del temario previo.

“El planteo de algunos gobernadores será que en el tramo de legisladores vayan los mismos en las dos listas”, explicaron desde un sector del PJ. Es decir, que las listas de senadores y diputados nacionales sean compartidas si es que finalmente hay competencia interna. Se espera, en ese sentido, una larga discusión.

En el interior hay una verdad revelada: el ministro del Interior fue generoso con todos. “Es cumplidor”, aseguran. El sindicalista Luis Barrionuevo, un entusiasta impulsor de su candidatura, usa el mismo calificativo para referirse al funcionario. También se refieren así de Lamothe, el gerente del CFI, que cuenta con un presupuesto que fascina a los gobernadores. Lamothe recorre el país con esa billetera. Le saca jugo.

Entre el 2016 y el 2020, estuvo contratado por el gobierno de La Rioja y por la municipalidad de Ushuaia. Por esos años del macrismo fundó Atlas Smart Cities, una consultora que intentó vender por los municipios. De Pedro sigue todavía en fase de prueba. Los gobernadores aprueban el ensayo, y esperaban este domingo las novedades políticas y económicas que Sergio Massa y Máximo Kirchner traían desde la República Popular China.

“Todavía no descarten a Sergio”, subrayó una fuente sindical que conoce bien los entretelones de las decisiones del Frente de Todos.

El ministro de Economía también cumplió con los jefes provinciales en estos meses. Y tiene con varios de ellos un vínculo bien aceitado, entre ellos Gustavo Sáenz, Rolando Figueroa -asume a fin de año en Neuquén- y Gustavo Melella, por mencionar algunos.

La cumbre del CFI arrastra intrigas que, frente a un panorama electoral desconcertante, también se presentan en el campamento de Juntos por el Cambio. Cuarenta y ocho horas antes, en la tarde de este lunes, los líderes de Juntos por el Cambio tendrán una reunión urgente para discutir las negociaciones que Horacio Rodríguez Larreta mantiene desde hace algunos meses con Juan Schiaretti y sus satélites.

En esta columna se confirmó, en los últimos dos domingos, que el acuerdo entre ambos estaba muy avanzado. Casi cerrado. “El público de Juntos no creo que esté muy contento. A Horacio es lo único que le queda”, bramó en estas horas un gerente de la campaña de la ex ministra de Seguridad. Las próximas dos semanas serán, según pudo recabar Infobae, de altísima conflictividad interna en la coalición opositora.

Para el jefe de Gobierno porteño, el problema es político: debe sortear unas PASO hiper competitivas frente a una candidata que hace un año atrás se subestimaba. Por eso se aferra al acuerdo con el peronismo del centro, una alianza que, en realidad, el precandidato del PRO proyectaba para después de las primarias. Los tiempos se aceleraron.

Los gobernadores del PJ observan incrédulos esa guerra opositora. Se debaten, en ese contexto, entre la razón y la conveniencia: están convencidos de que, si la suerte no acompaña al peronismo, Rodríguez Larreta es el mejor garante de un sistema que los contiene, pero necesitan, como cree la propia Cristina Kirchner, que Bullrich gane la interna para que las chances del oficialismo se acrecienten de cara a un eventual ballotage.

Por las dudas, aparecen, incipientes, mensajes cruzados. Según trascendió, Raúl Jalil, de Catamarca, ya buscó interlocutores con el entorno del jefe de Gobierno.

También el ex gobernador Carlos Rovira, el dirigente más importante de Misiones. Con Sáenz, de Salta, dicen que Rodríguez Larreta podría verse próximamente. En el vínculo con las provincias tallan su hermano Augusto, Diego Santilli y Carlos Pedrini.

El jefe de Gobierno necesita dar vuelta una sensación que se esparce cada vez más: que el fenómeno Bullrich ya no tiene vuelta atrás. Por eso el acuerdo con Schiaretti -¿tiene destino de canciller si gana el jefe de la Ciudad?-, empujado este sábado por Diego Bossio y Florencio Randazzo. Rodríguez Larreta tiene previsto, en ese sentido, lanzar a partir del 24 una imponente campaña publicitaria. A suerte o verdad. Debe sortear, primero, la apatía de la sociedad: según los encuestadores más serios, buena parte de los electores ya no tiene interés por la política.

Un sector de la clase media siente además que el presente le da una cachetada: se sienten “pobres” a pesar de que, por ingresos, no lo son. Es la pecera en la que debe pescar el jefe porteño.

El precandidato del PRO sabe, en tanto, que tiene enfrente a una contrincante, Bullrich, que el círculo rojo empezó a tomar hace rato muy en serio. Pero sabe, antes que nada, que enfrente lo tiene a Mauricio Macri, sindicado por el larretismo lisa y llanamente como un enemigo declarado. A esta altura, es recíproco.

En privado, el ex presidente dejó de llamarlo “Horacio” al jefe de Gobierno. Hace tiempo que lo menciona como “Larreta”, a secas.

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