Los márgenes de todos los cultivos mejoran respecto de la
campaña anterior, pero se verifica un fuerte aumento de costos que incrementa
significativamente el riesgo empresario en una campaña con muchos interrogantes
climáticos
El ciclo de granos gruesos 2021/22 se empieza a planificar
con muy buenas proyecciones. A nivel nacional, los márgenes netos se muestran
atractivos, principalmente por los altos precios que se ofrecen a cosecha.
Estas satisfactorias cotizaciones de arranque, históricas para los tres
principales cultivos -soja, maíz y girasol-, han generado niveles récord de ventas
anticipadas de granos. Sucede que los empresarios ya quieren ir asegurando un
buen negocio, aunque también advierten que cada vez se les requiere mayor
inversión.
Si se considera un modelo agrícola corriente del oeste de
Buenos Aires, con datos arrojados por la plataforma AgBI.com.ar, el maíz
encabeza el ranking de márgenes netos con 382 dólares por hectárea, seguido por
trigo/soja, con US$320 por hectárea.
Según cálculos realizados por Jeremías Battistoni, de la
consultora AZ- Group, más atrás se ubican la soja de primera, con US$137 por
hectárea, y el girasol, con US$107 por hectárea. A misma fecha del año pasado,
la s proyecciones daban US$153 por hectárea para maíz, US$236 por hectárea para
trigo/soja y US$89 por hectárea para soja de primera, muy similar esta última a
las proyecciones de girasol.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Cuando se analizan
los costos, se observa un importante incremento en la inversión necesaria para
llevar adelante los cultivos. Si se comparan con el mismo período para la
campaña pasada, el salto en los requerimientos económicos y financieros es
evidente. “Para implantar y proteger el cultivo de maíz en esta nueva campaña, el
costo total, incluyendo alquiler y gastos de cosecha, asciende a US$/ha 950. El
mismo gasto, un año atrás, era de US$/ha 738, lo que representa un incremento
de 28 por ciento. En la soja de primera el salto de costos es superior, con un
aumento entre campañas de 39% en dólares, al pasar de 541 a US$/ha753”,
distingue Battistoni.
En el aumento de costos, la principal variable de ajuste ha
sido el costo de la tierra, con un incremento en los valores de los
arrendamientos nominados en quintales de soja por hectárea, combinado con un
aumento en dólares del valor del grano. En el modelo reflejado en el gráfico,
el salto en el costo de los alquileres para el oeste de Buenos Aires es del
67%, al pasar de US$/ha 199 en 2020 a US$/ha 332 en la nueva campaña.
Los costos directos no han sido ajenos al aumento general de
los costos. “Los valores de los principales insumos muestran un incremento o
inflación en dólares muy significativo. Al estar atados principalmente al valor
real de los granos en el mercado internacional, del cual hoy la Argentina está
desacoplado por estacionalidad y presión tributaria, muestran un importante
encarecimiento”, alerta el técnico.
Así, el costo de la urea pasó de 360 a 620 dólares por
tonelada, con un incremento del 72% interanual. En los herbicidas, si se toma
como referencia el glifosato, el incremento interanual es del 40 por ciento. De
esta forma, las principales variables de los costos de los cultivos explican el
gasto incremental que enfrentan los planteos productivos. Cuando se suman todos
los costos de implantación de maíz nominados en dólares se observa un
incremento interanual del 15%. Por su parte, los de protección aumentaron 18%.
Para el caso de la soja los incrementos son del 16% y 27%, respectivamente.
Por otro lado, “los rendimientos necesarios para afrontar
los costos son una variable importante a tener en cuenta”, afirma Jeremías.
Hoy, el rinde de indiferencia del maíz se ubica, para el modelo del oeste de
Buenos Aires, en 64,2qq/ha; el mismo indicador, a igual fecha del año pasado,
era de 75qq/ha. El impacto del precio de venta en este índice ha sido clave
para el recorte de 10,8qq/ha: los productores pasaron de proyectar la campaña
2020/21 con un precio del cereal de US$134 a US$188 en el actual ciclo.
Para soja la situación es algo más compleja: el rinde de
equilibrio actual es de 28,8qq/ha, cuando a misma fecha del año pasado era de
29qq/ha. El salto proporcionalmente mayor en los costos productivos ha
compensado casi al 100% la mejora en el precio de venta del grano. La
referencia de precio a cosecha (mayo de cada año) pasó de US$ 221 en julio de
2020 a US$302 en la actualidad.
Riesgos
Obligatoriamente, los datos presentados más arriba deben
vincularse con una perspectiva climática no carente de riesgos. Por el momento,
los pronósticos estiman un evento entre neutro y La Niña para la primavera y
verano próximos. Esta condición suele correlacionar con rindes por debajo de la
tendencia.
En la práctica, los productores están cerrando la campaña
2020/21 y avanzan, con distintos grados, en la definición de las compras
necesarias para encarar un nuevo ciclo estival con costos incrementados. En la
actualidad, nada asegura que dentro un año los precios percibidos mantengan los
márgenes positivos que hoy promete el negocio agrícola. Así, “surge un
incremento de riesgo en esta campaña de la mano de los montos inmovilizados,
que será una variable por considerar, aún más que un año atrás”, advierte
Battistoni.
Según el consultor Julio Lieutier, que asesora productores
del norte de Buenos Aires, en la planificación de la nueva campaña hay dos
variables principales que definirán el resultado económico: precios y clima.
Por un lado, las cotizaciones ofrecidas a cosecha permitirían alcanzar una
satisfactoria rentabilidad si se obtienen rindes de tendencia. “A principios de
semana se podían asegurar US$300 por tonelada para soja mayo de 2022 y 190 para
el maíz temprano. Son muy buenos precios en términos históricos y habría que
arbitrar los medios para capturarlos”, recomienda Lieutier.
El aumento comenzó en octubre de 2020 y se mantiene con
oscilaciones hasta hoy, “pero nadie puede asegurar hasta cuándo se van a sostener”,
advierte el técnico.
La otra variable por considerar es el clima. Las lluvias de
las últimas semanas en el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe han sido
justas. “Hay suficiente humedad en el primer metro del suelo, pero desaparece
en el segundo metro”, observa Lieutier. Entonces, hay que ver qué desempeño
tiene el clima. “Si se desarrolla un evento La Niña en la primavera y verano
como el del año pasado, habrá buenos trigos, sojas de segunda al límite y
muchos interrogantes sobre el maíz y soja de primera”, vaticina el técnico.
Hacia el sur bonaerense, en el partido de Tres Arroyos, se
espera gran superficie sembrada con girasol y maíz de primera. Esa
circunstancia se revela por la dificultad para conseguir semilla del primero,
pese a que faltan varios meses para la siembra en la zona. También escasea la
fluorocoridona. Las ventas de semilla de maíz muestran ritmo acelerado.
En cambio, hay poco interés por sembrar soja de primera en
la zona. “El área implantada está en caída libre en los últimos años en Tres
Arroyos y en otros partidos del sur bonaerense por los magros rendimientos
obtenidos en las últimas campañas”, observa Alejandro Vejrup, gerente de la
cooperativa Alfa, con sede en la ciudad de Tres Arroyos.
“Puede haber mayor interés para la siembra de segunda, pero
deberá disputar el lugar con el girasol de segunda, que produjo 15 a 17
quintales por hectárea en el ciclo 2020/21, y con maíz de segunda, que da la
posibilidad del doble propósito en campos mixtos”, distingue Vejrup.
Interrogantes con los
cultivos de segunda
“En la provincia de
Entre Ríos se estima un área de maíz igual o superior a la del ciclo previo,
que ya había aumentado”, vaticina Federico Vouillod, coordinador de los
CREA de la zona Litoral Sur. La superficie implantada de soja de primera se
mantendrá y podría aumentar un poco la de segunda, fogoneada por el auge de los
cultivos de servicio.
En el sur de Córdoba, muchos productores ya compraron el
fertilizante y las semillas para la siembra de granos gruesos a precios más
bajos que los actuales. Quedaron pendientes los agroquímicos, a la espera de la
evolución de la campaña.
Para esas compras futuras “hay distintos comportamientos entre los agricultores”, advierte Miguel García Fuentes, un productor que trabaja con los en el sur y sudeste de la provincia. “Quienes tienen liquidez porque les fue bien en la campaña 2020/21 y no pueden pasarse a moneda dura, comprarán los insumos que faltan al contado pagando un dólar oficial de alrededor de 100 pesos. Otros postergan el pago a cosecha con un interés en pesos, para licuar ese costo con una eventual devaluación. Quienes buscan estabilidad en el negocio, cierran canjes aprovechando los buenos precios de los granos que se ofrecen para la época de cosecha en 2022”, diferencia el empresario.
García Fuentes ya tiene definida la asignación de superficie para los cultivos estivales de primera, que seguirán con la rotación histórica y pocos cambios. “Lo que aún no está decididos son los cultivos de segunda. Ante la gran variación de precios, puede ser soja o maíz. En la decisión también influirá la evolución climática; si se va viendo que aumentan las chances de La Niña en primavera, se reducirá la superficie de los cultivos con mayor demanda hídrica”, proyecta.
Las claves
Los alquileres agrícolas mostraron gran movimiento en 2021. “Se concretaron temprano en el sur de Córdoba, porque hubo mucha demanda. Quienes tenían contratos de la campaña anterior, los pudieron renovar a los mismos valores o un poco más, pero quienes quisieron aumentar superficie debieron ofrecer 15% o más que en 2020”, diferencia Miguel García Fuentes.
Hay una cuestión por resolver en la forma de pago de los arrendamientos. “Casi todos los alquileres se pactan sobre la base de quintales de soja por hectárea y muchos arrendatarios sembrarán maíz o girasol en el sur bonaerense”, diferencia Alejandro Vejrup
“Habría que pensar en otras formas de valuar los arrendamientos, porque si caen los precios del maíz o del girasol a cosecha, y los de soja se mantienen, los arrendatarios que pactaron quintales de soja quedarían descalzados y terminarían pagando muy caro el arrendamiento. Si no consiguen modificar eso, por lo menos deberían tomar coberturas con opciones de soja”, propone Vejrup.
Sorgo en retirada
Tras un momento de buenos precios durante 2020, el sorgo va perdiendo terreno en la superficie agrícola de los campos, excepto en algunas áreas de Chaco y Santiago del Estero donde se destaca por su rusticidad. En Entre Ríos se sembraba mucho sorgo años atrás, pero el área se va reduciendo en favor del maíz. Lo mismo pasa en el oeste de Buenos Aires.
Sucede que “algunos aspectos tecnológicos del sorgo avanzaron menos que los del maíz y además deja un rastrojo complicado para sembrar el cultivo siguiente; también enfrenta problemas no resueltos por el ataque de plagas, como el pulgón del sorgo, una especie que mostró gran agresividad en 2020 e hizo mucho daño a los cultivos”, advierte Federico Vouillod.