Alcanzaría para entender el enojo ostensible que exhibió en
la conferencia de prensa que brindó el viernes con pensar que el Presidentese
pasó los últimos días aislado en la quinta de Olivos, recuperándose de un Covid
que insólitamente lo aquejó a pesar de haberse aplicado las dos vacunas hace ya
un buen tiempo. Pero no, no fue por eso, aunque conociendo su espíritu irascible
es de imaginar el fastidio que le debe haber generado sumarse al mínimo
porcentaje que los científicos rusos consideran puede contraer el virus a pesar
de la doble inoculación.
Como sea, no fue ese el motivo del enojo que mostró Alberto
Fernández en la presentación que hizo el día en que se pusieron en marcha las
nuevas restricciones que en principio se extenderán hasta fin de mes. Minutos
antes se había reunido con el jefe de Gobierno porteño, al que hasta hace menos
de un año llamaba "mi amigo Horacio". Tampoco hay que pensar que el
fastidio exhibido tuviera que ver con haber terminado de romper ese día la
relación con Rodríguez Larreta.
Habrá que atribuir el enojo presidencial a la convicción de
que nada de lo que imaginaba para su segundo año de mandato se está
concretando. El Presidente estaba seguro de que a esta altura el país estaría
dejando atrás la pandemia, embarcado en lo que pomposamente el equipo de
comunicación del gobierno denomina la "reconstrucción argentina",
gozando de una sucesión interminable de números positivos de la economía, con
el hándicap de que cualquier comparación con un año negativo como 2020 brinda
siempre una ventaja. No fue así. No pudo ser.
La razón habrá que encontrarla en la falta de vacunas. Las
previsiones oficiales auguraban una provisión suficiente, pero buena parte de
los anuncios que fueron haciéndose a lo largo de meses fracasaron. En esta
materia el gobierno exhibe lo que ya parece ser ya una marca indeleble: los
errores notorios en la gestión. Hay coincidencia bastante generalizada en que
este es un gobierno de buenas intenciones, que en los hechos falla
sistemáticamente. Y como si fuera consciente de ello, pareciera poner los
mayores esfuerzos en hacer anuncios, como si eso significara un fin en sí
mismo.
Botón de muestra fueron los esfuerzos denodados que se
tuvieron que hacer para lograr tener antes de fin de año el primer cargamento
de vacunas, cuestión de cumplir aunque fuera mínimamente con iniciar la campaña
de vacunación antes de terminar 2020. Pero los 20 millones de vacunas
prometidas para el mes de febrero al día de hoy no se concretaron, como le
recordó Larreta al Presidente el viernes en la conferencia de prensa que dio
para brindar la otra versión de lo que se había hablado en Olivos ese día.
Lo cierto es que este fin de semana la Ciudad de Buenos
Aires se quedó sin vacunas; provincia de Buenos Aires estiró la provisión unos
días más racionando los turnos. Para este domingo se esperaba la llegada de un
cargamento de vacunas de AstraZeneca correspondientes al Fondo Covax, que en
estas circunstancias terminó siendo un salvavidas. A propósito de ello, el
diputado de Juntos por el Cambio Luciano Laspina recordó un episodio que en su
momento pasó desapercibido y que marca un poco la imprevisión que ha imperado
en la materia. El diputado santafesino reveló que el 3 de febrero pasado,
cuando el todavía ministro Ginés González García se presentó ante la Comisión
de Salud de la Cámara baja, la diputada del PRO Carmen Polledo le preguntó
sobre el cronograma de 9 millones de dosis que nos corresponden de Covax, a lo
que el ministro respondió que solo reservarían "el mínimo que permite el
contrato". ¿Por qué? Porque "no se necesitaban tantas vacunas"
ya que Argentina tenía otros "contratos bilaterales" comprometidos.
Sin remate.
Ese mismo 3 de febrero el presidente Alberto Fernández le
enviaba una carta a Andrés Arauz, el candidato de Rafael Correa para la
presidencia de Ecuador, expresándole su compromiso para "interceder"
en favor del abastecimiento de vacunas para ese país. La aclaración venía a
cuento de que durante un debate presidencial Arauz afirmó que Fernández le
había prometido más de 4 millones de vacunas para el caso de que él ganara las
elecciones. Alberto podrá ahorrarse el esfuerzo, pues el delfín de Correa
perdió el domingo pasado ante el candidato de derecha Guillermo Lasso; otro
motivo de fastidio para Fernández, aunque para compensar debe haber celebrado
el jueves que la Corte Suprema brasileña confirmara la anulación de la condena
de Lula, con lo que éste podrá ser candidato presidencial en 2022.
Enfrentará entonces a Jair Bolsonaro, quien ese mismo jueves
arrancó el día con un irónico tuit sobre el supuesto "toque de queda"
en Argentina, con "el Ejército argentino en las calles para mantener a la
gente en casa". Molesto, Fernández le aclaró que no había declarado el
estado de sitio ni lo pensaba hacer.
La noche anterior, el presidente argentino había anunciado
nuevas restricciones entre las que sorpresivamente introdujo la decisión de
suspender por dos semanas las clases presenciales. En la previa de ese anuncio
había trascendido que se venía una vuelta a fase 1, aunque desde el entorno
presidencial se ocuparon de negarlo una y otra vez. Lo de las clases dejó
"pedaleando en el aire" a los ministros de Salud y Educación, que ese
mismo día habían negado una vuelta a la virtualidad. Nicolás Trotta no podía
menos que poner su renuncia a disposición del Presidente, quien previsiblemente
se la rechazó. Con todo, no quedó bien la relación.
Tan en sintonía con los deseos de la provincia de Buenos
Aires fueron las medidas anunciadas por Alberto Fernández, que nadie pudo dejar
de ver a Axel Kicillof detrás de los anuncios. Y a su mentora, Cristina
Kirchner. El Presidente ya venía molesto con los gobernadores, convencido de
que no hacían lo suficiente para reducir la circulación en pleno crecimiento de
los contagios. Desde el entorno presidencial dejaron traslucir ese enojo de AF
con los que al inicio de su gestión se decía que sería la fuerza en la que él
se recostaría para reforzar su poder. Hoy esa relación es la síntesis perfecta
que grafica la sensación de decepción por lo que se esperaba y no fue. Hoy los gobernadores Omar Perotti (Santa
Fe), Juan Schiaretti (Córdoba) y Gustavo Bordet (Entre Ríos) han comenzado a
conversar sobre el futuro, confió a este medio alguien que conoce a uno de
estos mandatarios, sin precisar si hablan de 2021 o 2023.
Solo dos gobernadores adhirieron a las nuevas restricciones
que, en definitiva, solo apuntan a provincia de Buenos Aires y CABA, siendo
esta última "el epicentro de la segunda ola" (Kicillof dixit). El
resto de los gobernadores decidió mantener las cosas como están, y sobre todo
los colegios abiertos. Las provincias tienen la potestad de hacerlo y es lo que
reclama Horacio Rodríguez Larreta para su distrito. Habrá que ver qué resuelve
la Corte Suprema; Fernández dijo el viernes que CABA "es una ciudad
autónoma, pero no es una provincia", aunque el Tribunal Superior hace 5
años le reconoció a la Ciudad el mismo estatus que a las provincias.
Si algún rédito pudo sacar el gobierno de esta enmarañada
situación, sin duda es que la polémica ocultó en gran medida el altísimo
porcentaje de inflación del mes de marzo: 4,8%. Y ya que hablamos del Area
Metropolitana como la bomba de tiempo en materia epidemiológica, no menos
peligroso es el AMBA en cuanto a inflación, pues allí escaló al 5,2%...
De gira por Europa y tras reunirse con el Papa, el ministro
Martín Guzmán preparó el terreno al anticiparle al gabinete económico que al
día siguiente el INDEC revelaría "la inflación más alta del año". A
través del Zoom, garantizó que a partir de ahora ese índice comenzaría a bajar,
no dijo cómo. Lo que ya resulta una entelequia es la previsión del Presupuesto
2021, que establecía una inflación del 29% para todo el año. Para alcanzar esa
cifra, hasta fin de año ningún índice debería pasar el 1,5%.
Precisamente ese porcentaje le asignaba ya una consultora a
la primera semana de abril. El aumento del 6% en los combustibles este fin de
semana hará su aporte a la escalada.
Ningún ministro de Economía sale indemne de las disparadas
inflacionarias. El actual, que fue muy elogiado por el acuerdo con los bonistas
alcanzado el año pasado, apostaba a cerrar a más tardar en mayo el acuerdo con
el FMI. Por órdenes "de arriba", debió levantar el pie del
acelerador. Ahora le mandaron a Moscú para avanzar con negociaciones para
producir la Sputnik V en nuestro país. Una misión extra, mientras el arreglo
con el Fondo se estira en el tiempo.
Está claro que si se llega a algún acuerdo será muy bienvenido, pero las vacunas tardarán un buen tiempo en producirse. Como sea, la consigna seguirá siendo: a falta de resultados, privilegiemos los anuncios.