| Entre Ríos EN LOS MEDIOS NACIONALES |
Sábado 17 de octubre de 2020
Gustavo Posse: "A Mauricio Macri lo prestigia haber tenido a Rogelio Frigerio y Emilio Monzó"
Posse

—¿Cómo analizás el movimiento de fuerzas de la Policía Bonaerense de hace unas semanas?

—No nos sorprendió a ninguno de los intendentes que conozco. Entiendo que tenía un principio de información seguro el Ministerio de Seguridad y subestimó el problema, que luego se nacionalizó. Cuando, sobre todo los que vivimos en las cercanías, vimos que la residencia presidencial estaba rodeada por policías, que ellos mismos se llevaban los patrulleros de todos lados, usaban los megáfonos y las radios, supimos que nuestra presencia dentro de la residencia presidencial era necesaria, estaba justificada y teníamos que estar los de todos los partidos políticos.

—¿Cuál es tu balance de lo que pasó?

—El policía de la provincia de Buenos Aires tiene una calidad de vida horrenda. El de la Ciudad no trabaja más de seis días por semana, nunca más de ocho horas; tiene un muy buen sueldo y OSDE. El policía de la provincia de Buenos Aires trabaja las horas de base en la policía, las horas cores, que son las horas extras que le paga la Policía, las horas polad, que son más caras. Cabría preguntarse cuándo duermen, descansan y ven a la familia. T

—Una situación que seguramente preceda a la asunción de Alberto Fernández como presidente. ¿Por qué pasó ahora y no durante la gobernación de María Eugenia Vidal?

—Porque el sueldo se depreció mucho con la inflación. Además, no encontraron un interlocutor.

—¿No creés en las teorías conspirativas de y en contra de Sergio Berni?

—Berni tuvo desatención del problema como ministro de Seguridad, pero no algo conspirativo. Lo que sí creo es que hay una nueva generación de policías, que se distraen en muchos momentos con el tema del uso de redes. Así fue como se armaron los focos.

—¿Qué opinión tenés de Berni?

—Tiene fortísima personalidad. Soy una persona adulta y me dedico a la política. Berni es un formato de derecha dentro de la versión populista con terminal en Cristina. Es un producto que Cristina va a usar electoralmente si lo necesita.

—Tu deseo de presidir el radicalismo de la Provincia seguramente precede al de ser gobernador de la Provincia. ¿Berni puede ser un competidor?

—La interna radical es la prioridad número 400, porque estamos en pandemia y recesión. Tenemos otros problemas: los chicos no van a la escuela, la falta de seguridad, lo social que conlleva todo este conjunto y la demanda de acción social directa. Pero es cierto que somos seres políticos. El año que viene habrá elecciones. Hay que reequilibrar el sistema de partidos políticos. Nos votó a nivel nacional el 41% de la gente. Mucha de esa gente se manifestó en el Obelisco, en Olivos, en Córdoba, entre otros lugares. Hay que responderle a esa gente haciendo fuerte la coalición, ensanchando Juntos por el Cambio o como se llame en el futuro, sumar más voluntades. Para ello, se debe partir de la base de la responsabilidad de cada uno en su partido político. Mi partido es la Unión Cívica Radical. Por eso, hay que terminar con un radicalismo que hasta ahora fue mudo. Al radicalismo de la provincia de Buenos Aires no se le conocen sonidos, enojos o alegrías. En los últimos cinco años fue sumiso y servil. Así fue como, llegado el momento de la elección, no traccionó para la coalición. Es lo que nos pide ese 41%.

—El radicalismo debió cruzar la pérdida de peso relativo con la hiperinflación de Raúl Alfonsín y luego la explosión de la Alianza. Tu padre logra atravesar ese tránsito, vos lográs atravesar el tránsito de la Alianza cuando fracasa. En 2001 tu partido se llamó San Isidro Es Distinto. Luego, en 2011, en otra de las reelecciones, el partido era Unión para el Desarrollo Social.

—Hicimos la Udeso con Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez.

—En San Isidro son cuatro décadas ininterrumpidas de radicalismo y de gobierno de tu padre y tuyo. —A mi padre no lo llegué a ver en la primera gestión, que fue muy importante.

—¿Hay otro caso que sepas que del 83 a la fecha el radicalismo gane sin parar?

—Un tema es quiénes hicieron los municipios desde la democracia. O en las provincias. Hay una provincia muy cuestionada por la cultura política de quienes la dirigen, San Luis. 

—El San Isidro del peronismo sería San Luis.

—En una época no se podía negar que había una marca diferente, la que impusieron los Rodríguez Saá. Ahora trabajo para que haya una opción en determinado tiempo, porque además generacionalmente se vencerá la situación. Al inicio de la democracia, especialmente, muchos lugares fueron hechos por quienes gobernaron. Ante la falta de autonomías, la persona y el equipo de las personas y la relación cultural con sus vecinos construyeron una identidad. En definitiva, no es la flecha, sino el indio. La falta de institucionalidad puso el centro en las personas.

—Desde esa posición de rara avis te enfrentaste varias veces a la conducción de la Provincia. En 2012 te dividiste cuando había una línea que se orientaba hacia Leopoldo Moreau en la Provincia. Recientemente con Emilio Monzó también construiste una línea que se llama Cambio Federal.

—Hay un bloque que se llama Cambio Federal. Nuestros legisladores están reunidos ahí. Mientras que en el sistema nacional, en el Congreso de la Nación, hay interbloques, muchos bloques, y todos nos juntamos en Juntos por el Cambio, eso se impidió en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires.

—¿Qué te sucedió cuando viste a Mauricio Macri atribuirle su fracaso a no haberse dedicado él en lugar de haber delegado en Monzó la discusión política?

—“Al no haberse dedicado él” lo dijiste vos. Tanto Rogelio Frigerio como Emilio Monzó cumplieron una gran labor. De todos modos, es un problema del PRO. A Mauricio lo prestigia haber tenido a Rogelio Frigerio como ministro del Interior y de Infraestructura y haber tenido a Emilio como presidente de la Cámara de Diputados de la Nación. Así que hay que buscar la manera de reunir, no separar. El 41% que nos votó no quiere que nos enfrentemos. Nos votó para que nos reencontremos y seamos más.

—Hablaste de servilismo, ¿quién lo llevó a cabo en tu partido?

—La conducción del radicalismo. En la provincia de Buenos Aires se llega a la gobernación casi de manera aleatoria, aunque todos luchamos por ello. Era radical el vicegobernador, un cargo electivo; la mitad de los municipios, de los legisladores, de los legisladores nacionales. Y se llevó adelante un gobierno que tuvo cosas buenas pero que al final fracasó. Entre otras cosas, perdió la elección. Y con todos los cuadros del radicalismo para incorporar al gobierno, como por ejemplo los muy buenos intendentes que terminaban su mandato y que perfectamente podían integrar el gabinete, sucedió algo dantesco. El PRO, que era un partido diminuto al momento del año 2015, ocupaba todos los cargos. Los que no podía ocupar, se fijaba si pasaba un peronista por la vereda de enfrente, le hacía un guiño y lo incorporaba. Pudo haber hecho muchísimo mejor gobierno María Eugenia Vidal con el aporte del radicalismo. Que le dijera claramente que hizo gran parte del esfuerzo y que disponemos de todos estos cuadros en materia de educación, de economía provincial, de infraestructura, en materia social. Especialmente en el Conurbano.

—¿Es responsabilidad de Vidal o de Macri?

—Es responsabilidad de Daniel Salvador y de ese sistema de conducción.

—¿Solo de Salvador?

—Es como ir a un casamiento y esperar que venga la novia a saludarte. El radicalismo estaba dirigido por personas que nunca habían gobernado y que además nunca habían dirigido movimientos.

—No parece que Salvador sea el actor principal de esta historia. ¿La responsabilidad se circunscribe a la provincia de Buenos Aires?

—Lo único que tuvo el radicalismo fue el secretario de Ciencia y Técnica de la Provincia (N de R: se refiere a Jorge Elustondo). La Provincia es la Dirección General de Escuelas, la obra pública para la prevención de las inundaciones, es colaborar con la cuestión de la seguridad. Referentes del radicalismo.

—¿El radicalismo a nivel nacional fue servil del PRO?

—No, hubo gente más ligada a Mauricio Macri que accedía a los cargos y participaba. Globalmente, Cambiemos no fue gobierno, fue el gobierno del PRO. La Convención Nacional de Gualeguaychú en el año 2015 hizo algo inédito, que fue dejar de encerrarse, buscar un presidente extrapartidario. Sacamos el dictamen que de Mauricio Macri precandidato a presidente extrapartidario en exclusiva. Hicimos lo más difícil. Las convenciones nacionales son los viernes a la noche, terminan a las once o doce de la noche. Al otro día, a las nueve de la mañana, el equipo de comunicación del PRO nos decía: “Muchas gracias por haber apoyado a Mauricio Macri para que sea candidato por la Unión Cívica Radical. Queremos dejar aclarado que en caso de ser gobierno…”. Todavía nos faltaban dos vidas para soñar con ser gobierno y ya decían que “en caso de ser gobierno, aclaramos que va a ser gobierno partidario del PRO”. En toda relación de dominio tiene que haber un dominado y un dominante. Aquí no se cumplieron los códigos.

—¿Qué fue aceptar eso: servilismo o ingenuidad?

—A nivel nacional hubo vivos. Y gente que lo planteó y luchó para que no fuera así. Nunca hubo una crítica, salvo cuando se daba el tema de las tarifas. Alfredo Cornejo y el radicalismo tenían que decir que lo de las tarifas con la velocidad que tenía la actualización frenaba la economía, postergaba los trabajos, dejaba a la gente sin trabajo y que además nos iba a hacer perder las elecciones, que fue lo que ocurrió. En el caso de la provincia de Buenos Aires la situación, vuelvo, era dantesca. Con todo el peso del partido, no se pudo plantear ningún disenso. Cambiemos fue una coalición parlamentaria que apoyó hasta el final tanto a Mauricio como a María Eugenia. El gobierno fue del PRO, con mucha seducción por encontrar peronistas. Trabajo con peronismos desde antes de nacer y conozco cómo es esto. El gobierno de San Isidro es un gobierno multipartidario de base radical. “

—¿Ante un radical y un peronista con igual capacidad y credenciales para ocupar una función, en el PRO preferían peronistas?

—Hubo discriminación. Radicales consolidados como los muy buenos intendentes que habían terminado mandato. Contaban con equipos y experiencia. Sin embargo, no fueron elegidos. Discriminaban al radical para encontrar un peronista.

—¿Cuánto hay de responsabilidad en las autoridades nacionales del partido?

—La mitad del radicalismo está en Buenos Aires, con lo cual la base del problema está en la falta de conducción. Por eso hablo de sumisión.

—Los líderes más importantes aparecen entre los gobernadores. De Gualeguaychú, se recuerda a Gerardo Morales por un lado y a Ernesto Sanz por el otro.

—Pero Morales no era gobernador y Sanz después no tuvo actuación.

—Morales había sido candidato a vicepresidente.

—No quiero dar vueltas, mi referencia en el radicalismo nacional es Enrique Nosiglia. Hizo todo lo posible para que el radicalismo siguiese conectado, vigente. En el caso de lo de Sanz, que es una personalidad muy importante de ese momento, no se puede negar que quedó desconectado del resto del radicalismo y del gobierno.

—¿Pero en Gualeguaychú tu posición fue la de Ernesto?

—Mi posición fue la que se votó. La más difícil de todas, con Ernesto y junto con Coti y otros muchos.

—En ese momento que vos compartías con Sanz, Morales era el que tenía una posición más crítica.

—De hecho, Morales llega a la gobernación con las dos boletas, la de Sergio Massa y la de Mauricio Macri.

—Mendoza también tuvo la boleta de Sergio Massa.

—Sí, también, es verdad. Si hablamos tanto de la interna radical, seguramente nos encierren por locos. A vos por dirigir el medio y a mí por tener responsabilidades públicas.

—No, no creo. Las elecciones de 2021 están ahí y definirán el futuro. —Están ahí, sí, pero hoy no es el tema prioritario. Cuando pase la pandemia, habrá elecciones en la interna del radicalismo. Nosotros somos renovación con interna, porque ya están hechas las listas desde el 11 de septiembre. Pedimos que se pasara la elección para después de la pandemia. Somos renovación a partir de hacernos cargo de esto del llamado a la unidad, amnistía para todos los radicales que no están adentro del partido. Se debe ser grandes, el radicalismo es la casa. El país tiene dos entidades político-culturales muy fuertes. Una es el Partido Justicialista; la otra es el radicalismo. Llamamos a que todos puedan volver a la casa y confirmar Juntos por el Cambio. 

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