Por Sergio Daniel Urribarri
La normalización de relaciones alcanzada entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos representa una ventana de primer orden en el terreno de negocios para Argentina y una oportunidad para nuestro comercio exterior que debemos observar con detenimiento para obrar en consecuencia, en consonancia con la proactiva política de búsqueda de nuevos mercados planteada por el presidente Alberto Fernández y el canciller Felipe Solá.
Tanto Israel como los Emiratos son países inmensamente
prósperos, con un PBI de más de 370 mil millones de dólares en el primer caso y
más de 410 mil millones de dólares en el segundo.
Se trata, además, de economías altamente integradas al mundo, con una importante orientación/vocación hacia el comercio exterior. Los Emiratos poseen la segunda economía más importante del Golfo Pérsico y su PBI es apenas menor que el de la Argentina, aunque tiene menos de un cuarto de su población; Israel es uno de los principales líderes mundiales en patentes de alta tecnología, en innovación y cantidad y calidad de startups, con un territorio de tamaño comparable al de la provincia de Tucumán y una población que apenas supera los 9 millones.
En efecto, los Emiratos poseen un PBI per cápita que (medido en paridad de poder de compra, por el Banco Mundial) supera los 68 mil dólares, posicionando al país en el séptimo lugar a nivel mundial, mientras que el de Israel es cercano a los 40 mil dólares.
Por otra parte, tanto Israel como los Emiratos se encuentran
ubicados en sendos lugares estratégicos, el Mediterráneo Oriental y el Golfo
Pérsico, en la articulación de Asia y Europa, lo cual representa una ventaja
comercial.
Israel se destaca internacionalmente en el campo de la alta tecnología y la industria de la defensa, mientras que los Emiratos están viviendo hace años la transición de una economía basada en la exportación de petróleo a una focalizada en servicios, como el turismo y la actividad financiera. La economía de los EAU se basa principalmente en las exportaciones, que representan casi la mitad del PBI, y si bien se destaca el peso que siguen teniendo las ventas de hidrocarburos, también lo hace el fenómeno de las reexportaciones, las cuales rondan el 40% de las ventas al exterior.
Si bien aún resta conocer los alcances de los acuerdos entre
ambos países (a la fecha se han reunido los ministros de Agricultura y bancos),
sí es posible anticipar que la apertura de vinculaciones comerciales puede
significar para la Argentina una mejor amortización de costos de flete en las
exportaciones a la región (extremadamente relevantes dada la distancia de la
zona a nuestro país) y la utilización de uno de los países como foco de reexportaciones
hacia el otro.
Además, el hecho de que se trate de dos mercados de alta
capacidad consumidora significa, en particular, que se abre una oportunidad
para productos alimenticios de importante valor agregado, especialmente viables
en nuestro país dada la difusión de la certificación kosher, que cumple también
los requisitos de la halal.
En este sentido, creo que es clave entender que, ahora más
que nunca, Israel puede funcionar no sólo como destino final de exportaciones
argentinas, sino también como punto intermedio de éstas. ¿Por qué no hacer del
ímpetu israelí de concreción de negocios nuestro aliado a la hora de aumentar
la presencia de los productos argentinos en el mercado árabe?
Al igual que Israel, EAU es destino de exportaciones argentinas de alimentos. Si bien las importaciones emiratíes no se centran únicamente en este rubro, las condiciones climáticas adversas generan una necesidad de prácticamente toda variedad de alimentos. Desde ya, ello hace también que la competencia en el sector sea muy alta.
Según datos del INDEC, Argentina exporta a EAU, entre otros
productos, maíz, cebada, pellets de soja, fundiciones de acero, lácteos,
maníes, carnes, papeles, aparatos eléctricos y garbanzos. Muchos de estos
productos son también exportados por nuestro país a Israel. La posibilidad de
amortización de costos de flete resulta, en este caso, muy clara. A su vez,
productos como las peras y manzanas, los maníes, la merluza y los camarones
congelados, así como los jugos de cítricos nacionales, que hoy en día
exportamos a Israel, podrían ser reexportados desde aquí a dicho mercado.
El empresariado israelí ha comenzado a aprovechar la nueva
apertura del mercado de los Emiratos exportando o (en el caso de los alimentos)
reexportando. Podríamos en este contexto vislumbrar asociaciones entre nuestros
productores y los empresarios israelíes, favorecidos estos últimos por la
cercanía geográfica y cultural y por el apoyo de las instituciones locales en
el renovado escenario político, para penetrar conjuntamente el mercado árabe.
Tanto para israelíes como para argentinos, los EAU pueden funcionar como punto
de acceso a países cercanos (como India, Irán y Pakistán) y a los países del
Consejo de Cooperación del Golfo (unión política y económica integrada por seis
Estados árabes: Arabia Saudita, Bahréin, EAU, Kuwait, Omán y Qatar).
Con este nuevo escenario regional se abren posibilidades ingentes para la Argentina, que es el deber de quienes ocupamos funciones de gobierno capitalizar, identificando oportunidades y sinergias que la apertura de esta nueva relación puede significar.
(*) Embajador argentino en Israel.