
En el mapa de la grieta mediática, Carlos Stornelli ocupa un lugar que refleja la fragmentación de las audiencias. Los ejemplos más evidentes son C5N y LN+.
C5N se dirige a una audiencia kirchnerista, que percibe al fiscal como el emblema de una ofensiva judicial contra Cristina Kirchner. Por su parte, LN+ apunta a un público macrista o antikirchnerista, que interpreta la misma causa como el principal proceso contra la corrupción kirchnerista. El tratamiento varía según las expectativas de cada público.
En C5N lo mostraron perseguido por un cronista en la calle, con el zócalo “Fiscal en rebeldía” y la leyenda “El fiscal Stornelli escapa de la Justicia y de C5N”. La escena lo sitúa en una posición defensiva y sugiere que evita ofrecer explicaciones. El clima visual es de interpelación y denuncia: el periodista lo persigue, el micrófono apunta a su rostro y el texto en pantalla funciona como acusación. Stornelli queda planteado como un actor sospechoso que debe rendir cuentas.
En LN+ el tono es sensiblemente más amigable. Stornelli suele ser invitado con frecuencia, especialmente en el marco de la Causa Cuadernos. No hay persecución ni un tono inquisitorio: expone una investigación compleja y brinda su versión de los hechos.
C5N alimenta la desconfianza de su público respecto al lawfare y necesita presentar a Stornelli como una figura cuestionada. LN+ enfatiza que la Causa Cuadernos desenmascaró un sistema de corrupción kirchnerista. Esas imágenes son apenas una muestra de cómo la figura de Stornelli se amolda al sesgo de cada pantalla y termina funcionando como termómetro de la grieta mediática.
La Causa Cuadernos es un expediente que asoció a Stornelli con la imagen de un fiscal que investigaba un sistema de recaudación ilegal que, según su hipótesis, alcanzaba la cúspide del poder político. Para un sector, ese papel lo convirtió en garante de una de las investigaciones más relevantes de la democracia; para otro, en el operador que instrumentalizó expedientes sensibles para presionar al kirchnerismo. Esa lectura se agravó cuando, en paralelo a su acusación contra Cristina Fernández de Kirchner, su nombre apareció en escenas del caso D’Alessio, la causa que investigó el rol de un pseudoabogado y espía que extorsionaba personas actuando en nombre de Stornelli.
Ambas historias —la arquitectura acusatoria de Cuadernos y las sombras del expediente D’Alessio— se entrelazan para configurar un personaje que ya no se explica solo por su función como fiscal. Stornelli encarna tanto la forma en que la política interpreta y utiliza a la Justicia como el modo en que los servicios de inteligencia encuentran espacios para operar en esa zona gris. Por eso su biografía se volvió inseparable de la polarización: cada causa que lleva su firma alimenta, en ambos bandos, relatos contrapuestos sobre el poder. En ese cruce se plantea hoy la pregunta central: ¿es Stornelli un fiscal atrapado por la grieta o una pieza decisiva dentro de ese engranaje?





