Domingo, 8 de octubre de 2006   |   Municipales

Maulión hizo un llamado a la reconciliación social

En la homilía que pronunció en la Catedral, el Arzobispo habló de “reconstrucción del corazón del hombre” y “reconciliar” a la sociedad.
El arzobispo de Paraná, Mario Maulión, pidió ayer seguir el “camino de una reconciliación”, que alcance a la familia pero también “a cada una de nuestras comunidades” y además a “nuestra patria”.Durante la homilía que pronunció en la misa con la que la Iglesia celebró el 275º aniversario de la llegada a Paraná de la primera imagen de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la ciudad y que contó con la presencia de una multitud, el prelado trazó un paralelismo entre la realidad de las primeras comunidades cristianas y los días actuales. Y reiteró en varios pasajes de su sermón la palabra “reconciliación”, justo en el momento en que la tensión ha pasado a dominar las relaciones entre los obispos argentinos y el presidente Néstor Kirchner (“Dios es de todos. Pero el diablo también llega a todos, a los que usamos pantalones y a los que usan sotanas”, dijo este viernes el primer mandatario), durante el mensaje que pronunció en el atrio de la Iglesia Catedral. Maulión aludió a la historia: recordó la conformación de la primera parroquia en Paraná, por determinación del Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, el 23 de octubre de 1730, fecha que además se toma como fundación de la ciudad. Y trajo a la memoria también la llegada de la imagen de la Virgen del Rosario, el 27 de agosto de 1731, que ayer por segundo año consecutivo salió a la calle –habitualmente se utiliza alguna de las dos réplicas que hay en la Catedral– para participar de la concurridísima procesión que se realizó por las adyacencias a Plaza 1º de Mayo. “Esta imagen es testigo de nuestra historia como ciudad y como provincia. Junto a ella fue surgiendo y desarrollándose nuestra historia. Pero es también ella protagonista de esa historia”, subrayó.Junto a la Virgen, apuntó, se superaron “rivalidades y enfrentamientos” en procura de “consolidar una generosa solidaridad en busca de un auténtico bien común”. Y eso fue antes y ahora porque, añadió, “la palabra de Dios es siempre actual, siempre está dirigida a cada hombre, a cada uno de nosotros”.Luego insistió con la reparación de las divisiones que hay en la sociedad, y pidió imitar a Jesús y restañar heridas y olvidar rencores, de modo que se dé la “reconstrucción del corazón del hombre, que desde la dureza de la piedra se transforme en carne palpitante, que desde la frialdad endurecida y egoísta dé paso a un corazón que une y reúne”.También, “que desde la indiferencia, el descuido y la violencia con el abuso, dé paso hacia una cordial, saludable y fraternal convivencia”. Pero resaltó a la vez que si bien “el corazón humano es maravilloso”, es a la vez, “tenebroso y oscuro, y es capaz de brutales atrocidades”.Y comparó los momentos posteriores a la muerte del hijo de Dios, “una comunidad que a raíz de la muerte de Jesús quedó quebrada, con dolores, incluso con reproches y divisiones”, pero que después pudo recomponerse, y pudo “reconciliar a los divididos”, con los días actuales. “El amor fuerte se alcanza en esa reconciliación difícil”, subrayó. E instó a los católicos a comprometerse “en el camino de una reconciliación, de una reconciliación de nuestro corazón, reconciliación con nosotros mismos, pero de una reconciliación en cada familia, en cada una de nuestras comunidades, en nuestra patria”. (El Diario)

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