Pablo Sors, encargado de Comunicación y Educación del CUCAIER (Centro Único Coordinador de Ablaciones e Implantes de Entre Ríos), aclaró que “no es que todos vamos a ser donantes a partir de ahora, sino que sólo pueden ser donantes quienes mueren en situaciones muy especiales: en una sala de terapia intensiva, llegan a la muerte a través de una muerte encefálica, y no pasan primero por un paro cardiorrespiratorio. Por eso, las posibilidades se acortan. En Entre Ríos sólo 1 de cada 100 personas fallecidas pueden transformarse en donante”.
Precisamente, muchas veces, la falta de información correcta sobre las condiciones necesarias para que una persona pueda ser donante traba e impide la donación de órganos. La duda más frecuente que pesa en los familiares es sobre cómo se resuelve la situación de una persona que está conectada a un respirador artificial. En este sentido, Sors aclaró: “Hay dos situaciones diferentes: Cuando una persona está conectada a un respirador porque está en un estado de coma y su cerebro momentáneamente no puede hacer la función de la respiración, pero todavía hay actividad en ese cerebro, en ese caso, desconectar el respirador sería eutanasia, y eso está prohibido. Cuando estamos hablando de donación es sobre una persona que ya ha fallecido. Y en ese caso, el respirador está cumpliendo la función de mantener la respiración mecánicamente que el cerebro nunca más va a poder recuperar porque ya está muerto. Se mantiene con el respirador con el único fin de la donación. Esto quiere decir que si la familia dice que sí a la donación, se va a desconectar el respirador y se va a hacer la práctica de ablación, y si dice que no a la donación, también se va a desconectar el respirador. En ese momento incluso ya está firmada el acta de defunción de esa persona”.
En ese marco subrayó: “nuestra legislación es muy estricta en cuanto al diagnóstico de muerte encefálica: prevé una serie muy importante de estudios para determinarla y además, establece -cosa que otras legislaciones no hacen- repetir toda esta serie de pruebas seis horas después de la primera constatación de muerte. Esta aclaración vale la pena, porque una vez entendido esto la gente se siente muy tranquila”.
Para Sors, esta ley significa “una inmensa posibilidad de volver a reconsiderar el tema de la donación, que había pasado a un segundo plano a pesar de que las listas de espera seguían en aumento. Y así como pasó en el congreso nacional, que hubo un debate profundo y prolongado sobre el proyecto y finalmente se llegó a una votación casi por unanimidad, también pasa que la gente, cuando se pone a discutir sobre este tema, los argumentos a favor son tan fuertes que termina, por propia voluntad, definiéndose como donante”.
Si bien la ley prevé que toda persona mayor de 18 años es donante presunto de órganos, el que así lo desee puede negarse. Hay diferentes maneras de oponerse: una de ellas es el envío de un telegrama gratuito indicando su negativa, al INCUCAI, a través del Correo Argentino. Otra forma, es presentarse al Registro Civil o a la Policía Federal y manifestar su oposición. También las jurisdicciones del INCUCAI en las provincias, que en Entre Ríos es el CUCAIER, reciben estas expresiones.
Las personas también pueden seguir expresándose a favor, como se realiza desde hace varios años a través de las actas de donación. “A pesar que la ley nos presuponga donantes, la expresión positiva también es una opción, por las mismas vías. Cuando la gente charla sobre este tema y le comenta a su familia lo que quiere después de su muerte y lo pone por escrito en un acta, es mucho más fácil después para los familiares aceptar esta posición. Porque después que perdemos a un familiar, tendemos a querer hacer valer su voluntad”, indicó el profesional.
La reciente ley prevé que la persona puede haber hecho una manifestación en positivo o en negativo en un momento de su vida, y después, sobre todo cuando hay procesos de enfermedad, puede cambiar su opinión y a lo mejor no tuvo oportunidad de dejarlo asentado por escrito. Por eso establece un rol diferente para la familia. Hasta ayer, los familiares debían autorizar la donación. Desde hoy, siempre serán consultados, pero en calidad de testigos, sobre la última voluntad de su ser querido al momento de decidir la ablación, ya que su testimonio es el más indicado para conocerla.
Ciertamente, lo que busca la ley es bajar la negativa familiar, que es la gran traba de la donación en la Argentina y en muchos otros países. Entre Ríos es la provincia que menos negativa familiar presentó; por ejemplo, en el 2005, sólo un 35 % se negó.
“Nuestra provincia está al tope de la lista de donación con 25.5 donantes por billón de habitantes el año pasado. Eso es más que la media de la Unión Europea y estuvimos a la altura de los Estados Unidos. Este año ya se han hecho 9 operativos multiorgánicos de ablación y otros operativos de procuración de córneas”, señaló el titular de Comunicación y Educación del CUCAIER.
Sors atribuye la mayor donación por parte de la población entrerriana fundamentalmente a dos razones: “hay una institución como el CUCAIER que viene trabajando desde hace muchísimo tiempo, muy fuerte y con mucha seriedad, que ha hecho posible que haya operativos de donación no solamente en el hospital público -como pasa en muchas provincias- sino que todas las clínicas del territorio provincial que tienen terapia intensiva están concientizadas que tienen que cumplir con la legislación, que cualquier persona que fallezca de muerte encefálica debe ser anunciada al INCUCAI. Y, a la vez, estamos hablando de un pueblo que tiene características más solidarias y que se presta a la donación en un acto absolutamente desinteresado”.