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Sábado, 25 de octubre de 2025

Los cambios del día después. Máxima tensión por el nuevo esquema de poder

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Los cambios del día después. Máxima tensión por el nuevo esquema de poder

Se podría parodiar la obra más famosa de Luigi Pirandello, Seis personajes en busca de un autor, para decir que la de hoy es una elección en busca de un ganador. Si en el texto del escritor italiano los protagonistas reclamaban que los dejaran existir, en la disputa política hay un vencedor que quiere darse a conocer pero no encuentra quién lo encarne. Como si ningún candidato o ninguna agrupación hubiera hecho demasiados esfuerzos o méritos para ocupar ese papel.

Por un lado, hace cuentas un gobierno que necesita imperiosamente mantenerse con vida, pero que ha cometido una serie de errores que comprometieron su victoria. Y por el otro, emerge el desafío de un peronismo que intenta demostrar que recuperó vigor pero que no puede ocultar todas sus limitaciones e internas. Si fuera un concurso literario, el premio quedaría vacante.

Luigi Pirandello
Luigi Pirandello

Pese a ello, la elección de hoy carga con una alta dosis de dramatismo, como viene ocurriendo en la Argentina con cada cita a las urnas. No es un momento dentro de un proceso; es un punto de quiebre, es la definición del futuro, siempre en términos absolutos. Es como si en cada elección hubiera una gran muralla que impide ver lo que hay detrás, qué asoma el día después. Es un síndrome agudo que podría sintetizarse en la frase: “Hablemos el lunes”. Es decir, cuando amanezcamos en la nueva realidad.

Es parte de la trampa del zigzag político que viene sufriendo el país en las últimas décadas, con sus constantes stop and go económicos. Desde hace 18 años, con la sola excepción de 2017, los argentinos cambian el sentido de su voto cada dos años. Como consecuencia natural, en tres de las últimas cuatro elecciones de medio término perdió el oficialismo del momento (2009, 2013 y 2021). Estadísticas del desconcierto.

Sobre este telón de fondo aparecen los contornos de la definición de este domingo. La percepción social, el clima en la calle, lucen adversas para el Gobierno y parecen presagiar una derrota dura. Es el termómetro que se nutre del consumo, el poder adquisitivo, el ánimo general. Sin embargo, cuando se desglosan los resultados posibles provincia por provincia la suma nacional arroja un escenario de paridad entre La Libertad Avanza (LLA) y Fuerza Patria (FP). Es una mirada más técnica que emocional. Incluso en los últimos días los trackings de algunas consultoras detectaron un leve desplazamiento de votantes en favor del oficialismo, que alimentó las ilusiones en la Casa Rosada.

Javier Milei en el cierre de campaña en Rosario
Javier Milei en el cierre de campaña en RosarioLUIS ROBAYO – AFP

Curiosamente, en el laboratorio oficialista, atribuyen esta supuesta recuperación a la consolidación de su voto núcleo, que había sido muy elusivo en las elecciones provinciales. Sería una reacción de temor ante las consecuencias de un gobierno débil frente a una derrota electoral. Imaginan una paridad a nivel nacional con el peronismo en torno de los 34-37 puntos, una victoria violeta en al menos cinco distritos (Mendoza, Capital, Salta, Tierra del Fuego y Entre Ríos), recortar la diferencia en la provincia de Buenos Aires, y ser competitivos en Córdoba, Santa Fe, Chaco, Chubut y San Juan.

En el peronismo, en cambio, hay menos barreras inhibitorias. Imaginan un gran triunfo que no sólo “le ponga un freno a Milei”, sino que los reposicione en la carrera para recuperar el poder en 2027. En el bunker de Fuerza Patria se apoyan en la percepción emocional de que la gente “no aguanta más el ajuste”, y de que ellos han sido investidos como el instrumento para castigar al Gobierno. Es un postulado que le permite recobrar sentido tras la derrota de 2023 y eludir, por ahora, un debate más profundo sobre cuál es el proyecto alternativo que podrían representar.

Cumbres borrascosas

El resultado electoral será muy gravitante para las decisiones que deberá tomar Milei en tres planos: el rearmado de su esquema de poder, el esquema de alianzas políticas, y las redefiniciones en materia económica.

Si el Presidente tenía alguna ilusión de poder eludir esas decisiones en caso de éxito, la realidad le acaba de demostrar que se impondrá de todos modos. El portazo de Gerardo Werthein fue la señal de anticipo. El canciller volvió disgustado de Estados Unidos por entender que los gladiadores digitales de Santiago Caputo habían operado en su contra y que no lo había protegido en Olivos. Le dolió que le hayan atribuido los malentendidos con las frases de Donald Trump, como si él hubiera podido influir sobre semejante personaje.

Javier Milei visita a Donald Trump en Estados Unidos, conla presencia de Gerardo Werthein
Javier Milei visita a Donald Trump en Estados Unidos, conla presencia de Gerardo WertheinPresidencia

A principio de la semana dejó trascender que estaba pensando en dejar su cargo y esa advertencia no fue bien recibida. Cuando se juntó con el Presidente, percibió poco respaldo y resolvió renunciar en sus términos, intempestivamente a cuatro días de la elección. Dio a entender que no estaba para ese tipo de internas a esta altura de su carrera.

La decisión sorprendió a varios en la Casa Rosada. Habló con Santiago Caputo y lo responsabilizó de haberlo esmerilado a través de sus tuiteros y de instalar la idea de una diplomacia paralela a través de sus vínculos con el lobbista Barry Bennett (quien a partir de mañana volverá a estar en Buenos Aires para seguir de cerca el escenario post electoral, supuestamente como emisario informal de la Casa Blanca).

Gerardo Werthein llegó a la Cancillería con el aval de Karina Milei
Gerardo Werthein llegó a la Cancillería con el aval de Karina MileiDANIEL DUARTE – AFP

Milei entendió que debía mover rápido las piezas para cubrir el lugar, preocupado especialmente por la relación con EE.UU. No quería ruidos en un momento en el que se está terminando de definir el acuerdo comercial. Nunca pensó en delegar ese lugar a un referente de Pro.

Luis Caputo propuso a Pablo Quirno, como una figura que además garantizaba total sintonía no sólo con Washington, sino también con el Economía, algo que no había ocurrido con Werthein. Hubo un diálogo con su sobrino Santiago, y al Presidente le gustó la idea, por la valoración que tiene del funcionario. Dicen que también su hermana Karina acompañó. En cambio no participó de la decisión Guillermo Francos. La Cancillería era una de sus posibles puertas de salida.

Milei en un encuentro organizado por JP Morgan, junto con Pablo Quirno y Luis Caputo
Milei en un encuentro organizado por JP Morgan, junto con Pablo Quirno y Luis Caputo

El jefe de Gabinete parece por momentos estar con la vista puesta afuera del Gobierno. Ayer por la tarde se iba a reunir a solas con el Presidente en Olivos para definir su futuro. Finalmente la cumbre no se concretó.

Quienes lo frecuentan confirman que está cansado de las internas y de las gestiones paralelas que atribuye a Santiago Caputo. Ya lo había dejado entrever en público, en declaraciones que disgustaron a Milei. Pero esta vez, Francos no está dispuesto a retroceder hasta recibir una señal del Presidente sobre su continuidad o sobre los cambios que vienen. “Él no sabe qué está pasando, pero sabe que así no funciona. Si no hay un replanteo serio, no ve sentido para seguir en el cargo. Está dispuesto a irse sin problemas”, afirman cerca suyo.

Guillermo Francos, jefe de gabinete, se retira de la Casa Rosada a donde fue convocado por la reunión de Gabinete
Guillermo Francos, jefe de gabinete, se retira de la Casa Rosada a donde fue convocado por la reunión de GabineteRodrigo Néspolo

Francos reclama una definición del diseño del gabinete, pero no parece ser el mismo que el que tiene Milei en mente. Sería un esquema donde no haya “una segunda revisión” sobre su gestión, y en un gabinete que sume a figuras principalmente de Pro, más alguna intervención de los gobernadores, y con Karina como garante. Algo parecido a lo que se intuyó en la reunión de hace un mes con Mauricio Macri. Aquí no tendría incidencia Santiago Caputo. La relación entre el jefe de Gabinete y el asesor parece hoy irreversible.

El asesor también entiende que las cosas no pueden continuar como hasta ahora. Así lo planteó en una cruda reunión que mantuvo hace unos diez días a solas con Milei y con su hermana. Aunque parezca extraño, el triángulo de hierro pocas veces se junta.

Allí Santiago Caputo transmitió que estaba dispuesto a sumarse formalmente con un cargo, pero que para eso era imprescindible definir cuál iba a ser la hoja de ruta. “No estamos haciendo lo que vinimos a hacer. En algún momento hay que ordenar esto”, expresó.

Santiago Caputo hizo pasar a Gustavo Sáenz tras reclamar por la obra pública
Santiago Caputo hizo pasar a Gustavo Sáenz tras reclamar por la obra pública

En su diseño del poder, él debería tener el rol central del gabinete y los gobernadores actuarían como aliados estratégicos, con una incidencia marginal de Pro. Allí habría poco lugar para Francos, ninguno para los Menem, y un cúmulo de dudas respecto del papel de Karina. El clima en la Casa Rosada esta semana estuvo teñido por la percepción de un empoderamiento inminente de Santiago Caputo.

Sin embargo, esa sensación también podría inducir a error. Hay quienes no descartan que Milei no elija ninguno de los dos diseños y que opte por un híbrido que no deje demasiados heridos en ningún campamento. Un modo de prolongar el vertedero interminable de internas que paralizó la gestión durante buena parte de este año.

Estas definiciones políticas vendrán acompañadas de una resolución crucial en el plano económico: qué pasa con el esquema cambiario. La hipótesis de Luis Caputo, de la que convenció a Scott Bessent, es que toda la turbulencia en los mercados es producto de la política. En esa convicción, EE.UU. intervino en el mercado y avanzó con el swap. Nunca una elección argentina fue seguida con tanta atención desde Washington.

Scott Bessent, el secretario del Tesoro de EE.UU.
Scott Bessent, el secretario del Tesoro de EE.UU.JIM WATSON – AFP

Si mañana el resultado electoral calma a los compradores, el ministro habrá despejado una incógnita vital. Pero si el apetito dolarizador no se atenúa, estará en problemas, porque difícilmente Bessent tenga demasiados argumentos para seguir ofreciendo partidas del Tesoro si no hay un horizonte claro.

En EE.UU. están sorprendidos por la ferocidad de los argentinos a la hora de comprar dólares y por el desparpajo para desafiar al mismísimo administrador de esa moneda. La explicación de Milei y de Caputo de que no habría pesos suficientes para empujar su cotización hacia el techo de la banda se probaría irreal, al menos que después de la elección esa dinámica exhiba un límite.

El “síndrome del tercer año”

Las elecciones legislativas son complejas y engañosas, porque no dejan un resultado tan nítido como una presidencial, y porque requieren de varias capas de lectura. Una interpretación errónea puede ser la antesala del declive, como les ocurrió a las últimas administraciones, que quedaron presa del “síndrome del tercer año”, ese punto de inflexión en el que los gobiernos empiezan a correr la realidad desde atrás y no se recuperan más.

Lo sufrió Cristina Kirchner tras la derrota en 2013 contra Sergio Massa: a principio de 2014, su tercer año, devaluó la moneda con Axel Kicillof de ministro de Economía, e ingresó en un plano inclinado del que no se pudo recomponer. Mauricio Macri ganó en 2017, se negó a ampliar su gobierno, y en abril del año siguiente terminó en el FMI en medio de una fuerte crisis cambiaria y nunca más pudo reponerse. Y Alberto Fernández padeció la derrota de 2021, y en julio de 2022 terminó su gobierno con la salida de Martín Guzmán, el desequilibrio económico y la seguidilla de parches de Massa para llegar al final del mandato.

Cristina Kirchner y Axel Kicillof, cuando era su ministro
Cristina Kirchner y Axel Kicillof, cuando era su ministroTelam

La conclusión sería: se puede ganar o perder la elección de medio término, pero lo que no se puede hacer es ignorar el sentido profundo de las señales de las urnas para resetear la segunda mitad del mandato. El “síndrome del tercer año” es la condena que le espera al que no interpreta la historia reciente.

Por eso es importante concentrarse en tres interrogantes conceptuales que van a ponerse en juego hoy, más allá de los números de distribución de las bancas. El primero: ¿El Gobierno queda en pie tras la elección de hoy? La hipótesis de una amplia victoria no es considerada ni en la Casa Rosada, así que el gran objetivo del oficialismo es lograr un resultado “digno”. Milei habló de conseguir un tercio de las bancas de Diputados. En cualquier caso, podría interpretarse como quedar en pie, no haber sido arrasado en las urnas, demostrar que quedó con margen de competitividad para 2027.

Esto le permitiría al Gobierno gestionar la segunda etapa con algún atributo; convocar a otras fuerzas desde algún punto de apoyo; proyectar gobernabilidad con algún sentido de la realidad. Si por el contrario, el resultado es claramente adverso para LLA (más de cinco puntos de diferencia a nivel nacional con el peronismo, dos dígitos en la provincia de Buenos Aires, y derrotas claras en Córdoba y Santa Fe), Milei no se enfrentará a un desafío sino a una amenaza.

Javier Milei durante el acto de cierre de campaña
Javier Milei durante el acto de cierre de campañaLUIS ROBAYO – AFP

El segundo interrogante sería: ¿surge un mandato social claro tras la elección? La gente elige candidatos, pero a través de ellos transmite mensajes más hondos. Si el oficialismo pierde claramente, la demanda de cambio en el rumbo será evidente, pero generará una dislocación con el tipo de gestión que lidera Milei. Habrá un gobierno libertario con un mandato de reparación social. Anidaría allí un conflicto de objetivos de compleja resolución.

Si por el contrario, el resultado arroja cierta paridad, o incluso una victoria de LLA, el riesgo residirá en la tentación de la inercia, es decir, el impulso natural a mantener todo como está, subestimando el desgaste inocultable de la gestión y de que las segundas partes siempre requieren de un reseteo. El Gobierno llegó a esta elección con dificultades económicas (tensión cambiaria, caída del consumo) y políticas (derrotas en el Congreso y pérdida de aliados). La utopía de que todo se ordenará en forma espontánea después de hoy, sólo resulta aceptable como parte del discurso preelectoral. Mañana la realidad probablemente sea más árida.

Martín Menem en la Cámara de Diputados
Martín Menem en la Cámara de DiputadosRicardo Pristupluk

La tercera pregunta medular gira en torno de cuál será el nuevo escenario político que surgirá de los comicios. Y aquí hay dos modos de evaluación. Uno, basado puramente en el escrutinio y la cantidad de votos de cada fuerza; el otro, con la vista puesta en la conformación del nuevo Congreso, lo que supone sumar el resultado de hoy con los legisladores que continúan en sus bancas (se renueva la mitad de Diputados y un tercio del Senado).

En la comprensión del resultado de hoy será importante determinar si vuelve a imponerse la lógica de la polarización, y si ésta tiene el vigor de otras épocas. En las semanas previas los sondeos parecían anticipar una polarización diluida, con LLA y Fuerza Patria despegadas del resto, pero con una sumatoria apenas por encima de los 70 puntos.

Si esto resulta así, quiere decir que hay un tercer sector, de mucho menor peso, que entrará en juego. Será el representado por Provincias Unidas, los cinco gobernadores sin referencia nacional, fuerzas locales y la izquierda. Es decir, un conglomerado fragmentado e ideológicamente heterogéneo.

Acto de Provincias Unidas en el estadio de Obras Sanitarias.
Acto de Provincias Unidas en el estadio de Obras Sanitarias.Soledad Aznarez – LA NACION

El mayor desafío lo tienen los seis mandatarios de Provincias Unidas, que debutan hoy como espacio común, y que tienen un escenario complicado. Si no ganan en al menos cuatro de esas provincias (además tienen candidatos en otras ocho distritos, con escasas chances de triunfo), el proyecto nacerá abortado y en el Congreso serán presas fáciles.

Ahora, cuando se proyecta el resultado electoral sobre la futura conformación parlamentaria, el escenario arroja un dato clave que deberá ser interpretado por el Gobierno. Se sabe que el oficialismo será la fuerza que sume más bancas en ambas cámaras, pero que no tendrá mayoría aún con un gran resultado. Sin embargo, superará el tercio en Diputados con aliados cercanos, como Pro y un sector radical. También se asume que el peronismo se mantendrá como la primera minoría, con una representación cercana al centenar. Junto con la izquierda, conformarán el núcleo de oposición dura.

Miguel Angel Pichetto. Diputados trata los recortes al gobierno por  los decretos de necesidad y urgencia (DNU).
Miguel Angel Pichetto. Diputados trata los recortes al gobierno por los decretos de necesidad y urgencia (DNU).Soledad Aznarez

La clave estará entonces en el lote de los legisladores del medio, que son quienes definirán el quorum y la suerte de los proyectos. Según un interesante trabajo de la consultora La Sastrería, de Raúl Timerman y Juan Carlos Malagoli, de los 104 diputados que votaron en forma oscilante los proyectos más sensibles para el Gobierno, renuevan 60. Es el lote que más arriesga hoy, en comparación con los oficialistas y los opositores duros.

Allí hay representantes de gobernadores “recuperables” para el Gobierno, como los de Salta, Misiones, Tucumán o Río Negro (hoy repartidos entre los bloques Innovación Federal e Independencia), y otros que serán más difíciles de convocar, que son los que responden a los referentes de Provincias Unidas y a lo que quede del Encuentro Federal que conduce Miguel Ángel Pichetto.

El corazón de la gobernabilidad de Milei en los próximos dos años se juega en este lote que no tendrá más de 30 diputados y que, a priori, podría ser más difícil de doblegar que lo que resultó hasta ahora.

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