Madagascar inicia la conformación de un nuevo gobierno en una transición política acelerada, una semana después del golpe de Estado militar y de la investidura del líder golpista, el coronel Michael Randrianirina, como presidente. Mientras tanto, la juventud malgache sigue el proceso con cautela y se dispone a actuar como contrapeso frente a cualquier deriva autoritaria.
“Estamos en una etapa en la que no podemos hacer gran cosa, salvo observar. Es demasiado pronto para juzgar su competencia (de Randrianirina). Es crucial darles tiempo para trabajar”, declaró Randrianantoanina Ny Aina, asesor de la plataforma Gen X-Y-Z Madagascar, que agrupa a los principales actores de las movilizaciones que precipitaron la caída del anterior Ejecutivo.
El coronel Randrianirina juró el pasado viernes como “presidente para la refundación de la República de Madagascar” y prometió impulsar una “reconstrucción nacional” en este país insular del sudeste africano.
Randrianirina, al mando del Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra (CAPSAT) —la poderosa unidad de élite que lideró el golpe del 14 de octubre—, asume la presidencia en medio de una grave crisis política y económica. Por su parte, el derrocado mandatario, Andry Rajoelina, ha huido del país.
“En lo que a nosotros respecta, el coronel siempre ha escuchado nuestra voz como jóvenes, como portadores del grito de la población malgache ante la crisis, y esperamos que conserve esa cualidad. El tiempo lo dirá”, añadió Ny Aina, uno de los jóvenes que encabezó las protestas.
El lunes, Randrianirina nombró primer ministro al empresario Herintsalama Rajaonarivelo, presidente del consejo de administración del principal banco del país, BNI Madagascar, decisión que desató una ola de críticas. Poco después empezaron a circular en redes sociales fotografías de Rajaonarivelo junto a Mamy Ravatomanga, poderoso empresario y estrecho aliado del derrocado presidente, conocido por sus vastas conexiones e influencia. Durante las protestas, los manifestantes clamaban tanto por la dimisión de Rajoelina como por el arresto del magnate, apodado “Piedra Azul” (traducción de su apellido).
Ny Aina lamentó que el nombramiento del primer ministro se haya transformado en el argumento central de quienes buscan desacreditar o dividir al movimiento juvenil. “Difundimos el mensaje de que ‘la lucha continúa’, pero no hay que tomarlo al pie de la letra. Tras la destitución de Andry Rajoelina, ya mencionamos que es a partir de ahora cuando comienza la verdadera batalla. Y esta batalla la libramos contra las malas prácticas políticas y la corrupción. Seguiremos en esa línea”, explicó.
Para la generación Z malgache, las prioridades siguen siendo el acceso al agua y a la electricidad, así como la reducción de la inflación: los mismos problemas que originaron las protestas masivas del pasado 25 de septiembre. Según la ONU, la represión de esas movilizaciones dejó al menos 22 muertos.
Las manifestaciones se transformaron con rapidez en un movimiento antigubernamental que exigía la renuncia de Rajoelina, acusado de corrupción, nepotismo y malversación de fondos públicos, y que se aferraba al poder pese a la creciente presión social.
Antes de esta asonada, Madagascar ya había sufrido tres golpes de Estado desde su independencia de Francia: en 1972, 1975 y 2009. El CAPSAT, la misma unidad militar que hoy respalda a Randrianirina, participó también en el golpe de 2009 que derrocó a Marc Ravalomanana y llevó por primera vez al poder al propio Rajoelina.
(Con información de EFE)