
El gobierno libanés manifestó este sábado una enérgica protesta ante las declaraciones de Ali Akbar Velayati, asesor del líder supremo iraní Ali Khamenei, quien criticó los planes de las autoridades de Beirut para desarmar a las milicias de Hezbollah, el principal aliado de Irán en la política y la seguridad del país árabe. A través de un comunicado oficial difundido por diversas agencias de noticias, el Ejecutivo libanés condenó las palabras de Velayati y reafirmó la soberanía del Estado sobre sus decisiones.
Según el Ministerio de Exteriores del Líbano, los comentarios de Velayati constituyen “una injerencia flagrante e inaceptable en los asuntos internos del país”. En su comunicado, la Cancillería puntualizó que “no es la primera vez que responsables iraníes se extralimitan con declaraciones injustificables” e hizo un llamado a las autoridades de Teherán para que “se concentren en las necesidades y aspiraciones de su propio pueblo”, en vez de intervenir en asuntos que afectan únicamente a la población libanesa.
La crisis diplomática se produce en el contexto de un debate interno sobre el plan para desarmar al grupo terrorista Hezbollah, una de las fuerzas más influyentes en la política y la seguridad libanesa. Las autoridades han estado elaborando, con el apoyo de Estados Unidos, una estrategia destinada a disminuir la presencia armada de actores no estatales en todo el país, con el fin de consolidar el alto el fuego con Israel vigente desde finales del año anterior, tras meses de enfrentamientos relacionados con la guerra en Gaza.
El martes pasado, el Gabinete libanés aprobó encargar al ejército la formulación de un plan que garantice que solo las instituciones del Estado posean armas al finalizar el presente año. Según el ministro de Información Paul Morcos, el objetivo es poner fin progresivamente a la “presencia armada de todos los actores no estatales, incluido Hezbollah, en todo el territorio libanés”. La hoja de ruta también incluye la retirada de las fuerzas israelíes del sur del país, el cese de los ataques aéreos y la liberación de prisioneros libaneses en Israel, además de la demarcación de la frontera pendiente entre ambos países.
La votación estuvo marcada por tensiones. Ministros chiítas, incluidos miembros del bloque parlamentario de Hezbollah y del partido aliado Amal, así como el parlamentario independiente Fadi Makki, se retiraron antes de la decisión en señal de rechazo a la propuesta, mientras el grupo paramilitar reiteró su negativa a entregar su arsenal. Makki expresó en la red social X que no podía “asumir la responsabilidad de tomar una decisión tan significativa en ausencia de un componente clave de la discusión”.
El Gobierno apuntó directamente a la presión internacional, en particular la ejercida por Estados Unidos e Israel, al señalar que el plan cuenta con el respaldo de Washington. Hezbollah acusó al Ejecutivo de ceder ante presiones externas y afirmó que “considerará esta decisión como si no existiera”, subrayando que no participará en ningún debate sobre la entrega de sus armas mientras Israel no se retire de las posiciones que ocupa en territorio libanés ni se detengan los ataques aéreos, que, según el grupo, han cobrado cientos de vidas, especialmente entre sus propias filas.
En abril, el Ministerio de Exteriores ya había convocado al embajador iraní Mojtaba Amani para solicitar explicaciones después de que el diplomático calificara en la red social X el plan de desarme como un “complot contra algunos Estados”, sin mencionar explícitamente a Hezbollah. La posición de Teherán se reafirmó este sábado por parte de Velayati, quien manifestó su “firme oposición” al desarme e indicó que “Irán siempre ha apoyado al pueblo y la resistencia del Líbano y continúa haciéndolo”.
La situación interna se ha visto agravada por la retirada parcial del Gabinete en plena negociación y por la continua inseguridad en la frontera sur. Mientras el Consejo de Ministros debatía el plan, un ataque israelí sobre la carretera que conecta el principal cruce fronterizo de Líbano con Siria resultó en la muerte de cinco personas y dejó diez heridos, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud libanés. Israel aún no ha emitido un comunicado oficial sobre el incidente.
En el ámbito internacional, el congresista estadounidense Darrell Issa visitó Beirut y aseguró que Washington presionará a Israel para que se retire del sur de Líbano si el ejército libanés asume el control total de la nación. “Presionaremos fuertemente” para que la retirada se lleve a cabo a cambio de que las Fuerzas Armadas Libanesas demuestren su capacidad para controlar el territorio, declaró tras reunirse con el presidente Joseph Aoun.
Mientras tanto, la misión de paz de la ONU en Líbano informó sobre el descubrimiento de una “amplia red de túneles fortificados”, junto a búnkeres, sistemas de artillería, lanzacohetes y minas antitanque en el sur del país, aunque sin atribuir estos arsenales a un grupo específico.
El futuro de Hezbollah y su arsenal sigue siendo el centro del debate político en Líbano, en medio de crecientes presiones internas y externas, así como de incidentes armados que continúan tensionando la frágil pausa en la frontera sur.
(Con información de AFP, AP y EP)