
Clarín Rural conversó con representantes de algunas de lasprincipales economías regionales del país para entender qué se puede esperardel 2019 y encontró más preguntas que respuestas.
La producción de maní, un emblema del centro del país, esuna de las que dependen en gran medida de la exportación -el 95% se vendeafuera- y que con el esquema actual no tienen demasiados incentivos paraapostar en grande. Según explica el productor cordobés Guillermo Cavigliasso,2018 no fue un buen año para el cultivo porque la sequía generó una merma depor lo menos el 30 por ciento en rendimiento y problemas de calidad. Estacampaña, la cosecha promete buenos rindes, pero el área sembrada cayó un 25 porciento. Mientras tanto, “afuera el maní se sigue vendiendo bien, pero loscompradores están stockeados y los precios están planchados con tendencia a unaposible baja si se confirma la buena cosecha en la región”, comentaCavigliasso.
Además de exportar parte de su producción a granel,Cavigliasso exporta maní envasado con su propia marca a Uruguay, Paraguay,Bolivia y República Dominicana. “Pero hoy, mientras más valor agregado ponés,más impuesto pagás. Es una lástima que el país esté pasando por este momento,casi no te conviene agregar valor”, advierte al respecto, y explica: “Los 3pesos por dólar que paga la exportación se suman a la quita de reintegros y ala ausencia de convenios de libre comercio”. Ante este panorama, el productorafirma que para los maniceros es muy importante empezar a volcarse al mercadointerno, que es muy chico pero está creciendo.
El esquema de retenciones impuesto desde octubre pasado, de4 pesos por dólar para productos primarios y de 3 pesos por dólar para los quetienen valor agregado, también les hace ruido a los productores de peras ymanzanas del alto valle de Río Negro, quienes consideran que su producción, apesar de embarcarse como fruta fresca, contiene un alto grado de valoragregado.
“La fruticultura muchas veces tiene más valor agregado quemuchas industrias, por lo que se pide bajar las retenciones de 4 a 3 pesos pordólar. La fruta en sí es alrededor del 30 por ciento del valor de la cajapuesta en el puerto, y si las retenciones son del 12 por ciento, casi que hayque multiplicar por tres la incidencia de las retenciones en la fruta”, explicael productor Pablo Cervi.
Entre las frutas de pepita, las peras son las que másdependen de la exportación ya que alrededor de un 80 por ciento se embarca,mientras que con las manzanas ocurre lo contrario, el 80 por ciento se vuelcaal mercado interno. “Hay que ver qué pasa con los mercados”, dice Cervi, yrecuerda que cuando llegó la devaluación del año pasado, el 85 por ciento delas exportaciones de la región ya habían salido. “Lo que generó es, básicamente,mejores expectativas”, dice, pero enseguida remarca que los costos estándolarizados, que los reintegros por exportaciones bajaron del 8,5 por ciento al4,75 y que con los aumentos de sueldo, en una actividad en la que la mano deobra incide mucho- es alrededor del 40 por ciento-, gran parte de ladevaluación queda licuada. Y trae a colación otro punto en el que se venafectadas muchas economías regionales, si no todas: “En Argentina, lo que sepaga en materia de aportes patronales es mucho en comparación con lo que paganpaíses competidores como Chile. En este país está castigado el que da empleo”,afirma.
Corriendo el foco hacia el este del país, concretamente enla localidad entrerriana de Concordia, la producción que motoriza la economíaes el citrus, con unas 7.000 hectáreas sembradas de naranjas y mandarinas.
“El negocio citrícola de nuestra zona cerró un 2018 bastantecomplejo, con poco volumen exportado -apenas se llegó al 6%, contra el 11habitual-. La Unión Europea nos castiga bastante con lo que son barreras paraarancelarias del orden del 13 por ciento, mientras que nuestros competidores notienen. Y a esto se suman las retenciones locales de 4 pesos por dólar”,explica Juan Verliac, coordinador técnico de Asociación de Citricultores deConcordia.
Pero el grueso del negocio para esta región está en elmercado interno, donde el panorama tampoco es demasiado alentador. “Los costosaumentaron mucho más del 30 por ciento. La mano de obra, más los insumos queestán en dólares… Y el consumo de frutos cayó por la falta de recursos de lademanda para absorber la oferta -dice Verliac-. Lamentablemente, el escenariopara 2019 no muestra factores que permitan imaginar una rentabilidad distinta.Ya veníamos con un problema de financiamiento, algo que ni existe hoy para elsector productivo”.
Además, Verliac afirma que la pérdida de rentabilidad delos últimos años le quita al productor recursos propios, por lo que se estáconsumiendo la inversión hecha en los árboles. “El árbol es fiel siempre ycuando uno reinvierta cada tanto en fertilización y sanidad. Se puede estartres años haciendo minería, pero al cuarto año el árbol se va a manifestar”,explica.
Transversal a este panorama está la amenaza de HLB, laprincipal enfermedad de los cítricos que de ingresar masivamente en la regiónsignificaría un golpe letal para la actividad citrícola, tanto en el este comoen el norte del país.
La situación de las empresas y de los sectores productivoses tan variada como las zonas geográficas de la Argentina. Está claro que losnúmeros son finos para todos, pero vale la pena cerrar el paneo con elparticular caso de la yerba mate, que en 2018 vio crecer meteóricamente susembarques y que sueña con un 2019 similar. Así lo resume el productor HéctorBiale, de la cooperativa Liebig: “La exportación creció mucho principalmentepor la demanda de Siria, donde la gente toma cada vez más mate y, como nocomparten sino que cada uno tiene el suyo, consumen mucha más yerba. Este añoesperamos una buena cosecha y seguimos con expectativas de crecimiento en lasventas”.



