Viernes, 19 de septiembre de 2025   |   Campo

La volatilidad cambiaria frena la decisión de los productores sobre la venta de granos

La volatilidad cambiaria frena la decisión de los productores sobre la venta de granos

La reciente volatilidad cambiaria y la proximidad de las elecciones del 26 de octubre sitúan al productor agrícola en un “punto de inflexión”. Según los expertos, este actor está vendiendo lo justo y necesario, capitalizando la mejora de los precios en pesos, pero evitando decisiones más arriesgadas ante el aumento del dólar y la incertidumbre política. Aún quedan por comercializar entre 15 y 16 millones de toneladas de soja y cerca de 14 millones de toneladas de maíz de la última cosecha, lo que representa un valor de exportación conjunto de US$9300 millones.

Lorena D’Angelo, analista de mercados de AZ Group, sostiene que el productor está adoptando una estrategia defensiva. “En la actualidad, tanto los productores de soja como de maíz venden lo necesario porque los precios en pesos, a medida que sube el tipo de cambio, les permiten obtener mayores ingresos para cubrir sus necesidades. Sin embargo, también están considerando qué hacer con lo que aún no han comercializado, prestando atención al precio en dólares que podría disminuir en el futuro”, afirmó. Sus estimaciones indican que aún hay casi 15 millones de toneladas de soja y unos 14 millones de maíz sin vender, volúmenes que contrastan con campañas anteriores, donde la colocación de soja fue más alta.

En relación con el maíz, D’Angelo añadió que una menor cosecha ha contribuido a la demora en las ventas. “Debido a la incertidumbre política y económica, y con el aumento del tipo de cambio, el productor se está limitando a vender lo justo y necesario”, insistió. Según D’Angelo, los precios actuales en dólares—“hoy una soja a 300 dólares para la posición de mayo del próximo año es un buen precio”—presentan una oportunidad, aunque el productor está más centrado en la siembra de la nueva campaña, favorecido por el clima, que en cerrar negocios en las semanas previas a las elecciones.

La tensión cambiaria impactó sobre las decisiones del sectorFreepik

“Ahora estamos en un punto de inflexión”, resumió Javier Preciado Patiño, analista de mercados. Hasta hace poco, la respuesta del productor había sido positiva en el mercado, gracias a un mejor precio en pesos. “Alcanzamos un precio de soja de $440.000 la tonelada, cuando en junio, por la baja temporal de retenciones y el dólar pisado, el precio promedio estaba alrededor de $320.000. Esto representa un aumento del 37/38% en pesos en dos meses y medio”, comentó.

Este diferencial se tradujo en un incremento en el flujo de negocios. “El productor comenzó a vender. En las últimas semanas, las ventas llegaron a unas 200.000 toneladas por día”, especificó.

Sin embargo, la situación actual de esta semana ha modificado el panorama, con el dólar oficial mayorista alcanzando el límite de la banda y el Banco Central interviniendo mediante fuertes ventas. La comercialización se ha enfriado. “El problema es que empieza a surgir una brecha en el dólar. ‘Si no necesito vender, prefiero esperar a ver qué ocurre con la economía’”, afirmó.

La proximidad de las elecciones, agregó, ha acentuado esa prudencia. “Sería razonable que el productor diga: ‘Estoy ingresando en la segunda quincena de septiembre, el 26 de octubre hay elecciones, esperaré a ver qué sucede después para vender’”, añadió Patiño.

Por otro lado, la necesidad de la industria aceitera podría funcionar como un contrapeso. El sector debe completar su programa de exportaciones de harina y aceite a partir de octubre. “La industria, normalmente, necesita procesar entre 12 y 14 millones de toneladas de soja de aquí a marzo. Actualmente tiene registradas más de un millón, por lo que debe salir a comprar unas 12 o 13 millones de toneladas”, explicó Patiño. Esta urgencia podría mantener los precios, incluso si el dólar oficial permanece estable.

Patiño indicó que, según cálculos privados, aún quedan entre 15 y 16 millones de toneladas de soja por comercializar hasta abril, una cifra crucial para determinar el ritmo del mercado en los próximos meses. “Estamos en un momento preciso donde la situación puede inclinarse hacia uno u otro lado. Por un lado, el productor podría decir ‘mejor espero hasta después de las elecciones’, y por el otro lado, la industria aceitera podría expresar ‘necesito soja para seguir procesando’. Ahí estará la clave”, sintetizó.

En este contexto, desde el sector exportador señalaron que “históricamente en Argentina, la volatilidad cambiaria provoca una reducción significativa en el mercado de granos. Naturalmente, nadie opera en un entorno de inestabilidad cambiaria en general alcista”. También advirtieron: “Frente a la inestabilidad cambiaria que estamos atravesando, la agroindustria es la principal perjudicada porque no logra obtener suficientes granos, tampoco se pueden establecer posiciones futuras de embarques que proporcionen estabilidad y previsibilidad al productor. Por eso, enfatizamos la necesidad urgente de alcanzar una estabilidad cambiaria lo antes posible”.

El sector exportador insistió en que se debe lograr una estabilidad cambiaria

Para Juan Manuel Uberti, analista de Grassi, la volatilidad actúa como un freno natural a las decisiones: “En términos generales, no hay una mayor intención de venta por parte de los productores o nuestros clientes. La volatilidad cambiaria tiende a inhibir las decisiones de venta, debido a la incertidumbre que representa para los precios en pesos.”

Añadió que también influye el ruido político y que, al no existir grandes necesidades financieras, no hay urgencia en vender granos. “Se espera que este comportamiento se mantenga al menos hasta las elecciones y que el escenario político se aclare”, señaló.

De acuerdo con datos de Grassi, al 10 de septiembre, la campaña 2024/25 ha comercializado el 63,4% de la soja (31,9 millones de toneladas) y el 55,8% del maíz (27,3 millones), lo que deja más de 40 millones de toneladas combinadas sin precio ni venta.

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