
En un contexto de temperaturas en constante aumento, India ha rescatado una técnica ancestral para afrontar el calor: la terracota.
Este material, que cuenta con más de 3.000 años de historia, se presenta como una alternativa innovadora y sostenible para combatir el calor extremo, preservando alimentos y refrescando espacios sin depender de electricidad. El resurgimiento de la terracota responde a la urgencia climática y a la necesidad de alternativas accesibles para gran parte de la población.
La eficacia de la terracota radica en su superficie porosa. Cuando el agua penetra en los poros del material, se produce un fenómeno de evaporación que disipa el calor del entorno inmediato. Este sistema de refrigeración pasiva no requiere componentes mecánicos ni un consumo energético adicional, convirtiéndose en un recurso capaz de reducir la temperatura de manera sostenible y autónoma. Al filtrarse a través de la terracota y evaporarse lentamente, el agua retira el calor del aire circundante, generando un efecto de enfriamiento natural utilizado desde la antigüedad.
El uso de la terracota para enfriar espacios y conservar alimentos se remonta a la civilización Harappa, que floreció en el valle del Indo hace miles de años. Desde entonces, las viviendas indias han incorporado recipientes y estructuras de terracota por su capacidad de mantener tanto los alimentos como los ambientes internos a temperaturas adecuadas. A pesar de los avances tecnológicos, el principio básico todavía se mantiene y se adapta a las necesidades contemporáneas. Numerosas empresas y familias optan por estos métodos tradicionales debido a su eficacia probada, sostenibilidad y bajo costo.
MittiCool es uno de los casos más destacados en la reinvención moderna de la terracota. Esta empresa india produce heladeras completamente elaboradas con este material, ideales para áreas donde el suministro eléctrico es limitado o inexistente, ya que puede conservar los alimentos frescos y en buen estado entre tres y cinco días, sin necesidad de electricidad ni hielo.
Su funcionamiento es sencillo: una bandeja superior contiene agua, que se filtra a través de los poros de la terracota e induce el enfriamiento del compartimento interno, con una capacidad de hasta 50 litros. La alta demanda ha llevado incluso al agotamiento del producto, evidenciando su impacto y aceptación social.
La terracota no se limita únicamente a la conservación de alimentos, sino que también ofrece soluciones arquitectónicas que reemplazan los sistemas de aire acondicionado convencionales. Un principio importante en este ámbito es el efecto Venturi, que describe la aceleración y enfriamiento del aire al transitar de un espacio amplio a uno estrecho.
Durante siglos, las casas y terrazas indias han protegido del calor mediante pantallas de terracota denominadas “jaali”. Al permitir que el aire penetre a través de estos enrejados, se acelera el flujo, lo que provoca la evaporación del agua retenida en los poros del material. Este proceso reduce la temperatura del aire y favorece la ventilación cruzada, enfriando las áreas interiores de manera continua y sostenible.
El diseño contemporáneo también ha adoptado la terracota para desarrollar soluciones a mayor escala. El estudio CoolAnt utiliza materiales y estructuras de terracota para la envoltura de edificios y viviendas, con el objetivo de mitigar el impacto del intenso sol veraniego sobre grandes superficies. Aplicando el mismo principio de los “jaali” a toda la fachada de un edificio, se logra una disminución significativa de la temperatura interior.
“Hemos aprovechado sus propiedades hidrófilas y hemos observado caídas de temperatura promedio de hasta 14 grados Fahrenheit en más de 30 sitios en India”, afirmó el fundador del estudio CoolAnt, Monish Siripurapu, en una entrevista con Scientific American.
El acceso a sistemas de refrigeración eléctricos en India dista de ser universal. Según informes, solo el 20% de los hogares indios cuenta con aire acondicionado, mientras que apenas el 35% posee una heladera.
Esta situación representa un desafío considerable, especialmente cuando las temperaturas estivales superan frecuentemente los 38 °C en amplias regiones del país. El alto costo de los dispositivos eléctricos y la falta de infraestructura eléctrica estable obligan a muchos a buscar alternativas accesibles y eficientes, donde la terracota se destaca como un recurso democratizador y ecológico.
Las previsiones científicas indican que, como consecuencia del cambio climático, las temperaturas globales promedio podrían elevarse hasta 2 °C antes de finales de siglo. En este contexto, la adopción de soluciones ancestrales como la terracota no es solo una cuestión cultural, sino una necesidad estratégica.
Diversas civilizaciones han perfeccionado métodos efectivos para sobrevivir al calor extremo, y su integración en las políticas urbanas y de vivienda puede resultar crucial para enfrentar futuros escenarios climáticos adversos. La apuesta por la terracota refleja el potencial de las tecnologías tradicionales para ofrecer respuestas prácticas a los desafíos de la crisis ambiental actual, demostrando que los conocimientos del pasado siguen siendo de plena vigencia.