Lunes, 6 de octubre de 2025   |   Campo

La soja sigue estancada, pero podría despegar de inmediato si mejora la situación

La soja sigue estancada, pero podría despegar de inmediato si mejora la situación

Hace pocos días se celebró el Seminario Acsoja 2025 de la cadena de la soja argentina. Bajo el lema “cuando la soja tiene la palabra”, los distintos eslabones compartieron sus opiniones y visiones sobre la coyuntura, sus propuestas, aspiraciones y proyecciones de crecimiento, siempre que exista un marco de incentivos que permita desplegar el potencial productivo con un impacto social favorable.

Sin duda, el evento estuvo marcado por la emisión simultánea del decreto 682/25, que llevó los Derechos de Exportación (DEX) de los granos y subproductos a cero, y por la presencia de autoridades del Poder Ejecutivo, que explicaron la medida.

Fue evidente la sorpresa por la magnitud de la medida, soñada durante años; sin embargo, observamos que no se trataba de una intervención de fondo y que, por sus términos, era de muy corto plazo. Para planificar pasos futuros era necesario brindar previsibilidad al sector con medidas de mediano plazo, más aún ante la nueva caída en las intenciones de siembra de soja para la campaña que se inicia.

Quedó claro que, si los productores podían aprovechar esta oportunidad de mejores precios, los efectos positivos se derramarían a toda la cadena. Luego de la súbita finalización de la medida, al cumplirse sus plazos y restablecerse el nivel de retenciones anterior, se generó una gran decepción entre los productores y la cadena comercial, afectando el mercado de granos.

Nuestra misión fue y es volver a comunicar y poner de manifiesto los perjuicios que generan las limitantes que condicionan a la cadena, con el fin de promover las políticas necesarias que la favorezcan.

El campo requiere de políticas equilibradas marcelo-manera-7533

Hemos culminado una campaña con una producción de 50 millones de toneladas y un incremento de superficie que, como señalamos oportunamente con el lema “retomando la curva”, se produjo por razones ajenas a la cadena.

Durante 2024, el complejo sojero mantuvo su lugar como principal sector exportador, aportando 19.624 millones de dólares -el 24,6 % del total de las exportaciones argentinas (Indec)- y prácticamente duplicando al segundo, el complejo petrolero-petroquímico, que como sabemos ha venido creciendo en estos años.

Las exportaciones de soja se componieron en un 53,8% por harina y pellets de soja, 32,2 % por aceite de soja, 10,3% por el grano, 2 % por biodiésel y 1,7% por otras actividades.

Las proyecciones para la campaña que estamos por iniciar anticipan una importante reducción de la superficie de soja, que sin duda será ocupada por otros cultivos. Persistimos en un larguísimo estancamiento agrícola en el que, por circunstancias fundamentalmente económicas, “cambiamos figuritas”. Es una manera de graficar el estancamiento de toda la agricultura, que ya muestra visos de achatamiento y la pérdida de oportunidades.

A pesar de ese panorama, se pronostica que el mayor aporte de divisas en la próxima campaña, con rendimientos promedio, provendría de la soja.

Sin duda, el crecimiento horizontal y sustentable de la producción agrícola debe ir acompañado por un crecimiento vertical de la productividad, achicando las brechas productivas. Ese objetivo solo puede alcanzarse con una agricultura ofensiva, que aplique de forma inteligente y masiva las tecnologías disponibles.

Muchas de esas tecnologías están disponibles localmente, pero, por razones que todos conocemos, gran parte del sector productivo se ve obligada a conducirse bajo el concepto de “lucratividad” o retorno sobre la inversión, en vez de apostar a la productividad.

Sabemos que la aplicación de tecnologías y prácticas agronómicas permite producir con mayor eficiencia, lograr mejores márgenes, aumentar la resiliencia de los cultivos y ser más sustentables.

Las exportaciones de soja y sus subproductos, según el podio mundial que ocupa cada uno

La cadena está preparada para un nuevo momento de la soja. Reafirmamos que, si la situación mejora, el despegue sería inmediato.

Sin duda, el factor más acuciante que frena el crecimiento de la cadena de la soja es la elevada carga impositiva, en particular los DEX mantenidos durante tantos años que, por su persistencia y magnitud, resultan irracionales e injustos, triplicando hasta ayer a las cargas sobre otros cultivos. Es una medida que discrimina y quita competitividad a la cadena que forjó la principal actividad agroexportadora de la Argentina.

Por ello, el pedido concreto a las autoridades es no volver al nivel de retenciones previas, especialmente en la soja.

A las restricciones impositivas se suman desafíos de infraestructura y logística: medios de transporte, hidrovía, canalización de excedentes hídricos, caminos rurales, rutas y autopistas, maquinaria agrícola envejecida y la baja aplicación de tecnologías, factores que generan una brecha respecto del potencial de rendimiento alcanzable.

Las consecuencias son claras: menor producción, menos empleo, menos exportaciones y menos dólares para el país. Las grandes inversiones en la agroindustria que respondieron al crecimiento de la producción hoy registran una elevada capacidad ociosa.

El mercado internacional atraviesa un momento muy complejo. Los altos volúmenes de producción, sumados a la inestabilidad que generan las políticas arancelarias entre las principales potencias, vienen modificando el flujo de exportaciones de soja. En ese contexto, la Argentina, que mantiene el podio en el comercio de harina y aceite de soja, está siendo demandada por grano, una situación que la aleja de su perfil agroindustrial.

Por otro lado, el mercado de las harinas se complica porque EE.UU., con su política favorable a los combustibles renovables que genera mayor volumen de crushing, se convierte en un competidor más fuerte en nuestro principal producto de exportación. Tal vez haya llegado el momento de potenciar fuertemente su consumo interno en la producción de carnes, aprovechando la buena posición del sector.

En el caso de los aceites, las políticas de EE.UU. y Brasil no solo impulsan los precios, sino que además nos sitúan en una posición relativamente más favorable.

Finalmente, queremos destacar las medidas positivas que implementó el nuevo gobierno en el plano macroeconómico y, específicamente, en el sector agroindustrial: la desregulación del comercio de granos, la eliminación de restricciones a la exportación, la eliminación de fideicomisos, la reducción de la brecha cambiaria, la quita de retenciones a producciones regionales y otras acciones que deben continuar, incluyendo la eliminación o la reducción paulatina de los DEX a la querida soja y el impulso al valor agregado.

El autor es presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja)

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